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El miedo en los niños: cómo ayudarlos a superarlo

El miedo se trata de una emoción completamente natural, pero si los niños no aprenden a manejarla, podría repercutir en su confianza

Escrito en SOY MAMÁ el

El miedo es una emoción que forma parte natural de la infancia (y también de la adultez). Que éste se presente no es malo, pues es un proceso natural que todos experimentamos y que de alguna manera nos ayuda a ser más precavidos.

Sin embargo, el miedo debe trabajarse, pues en caso de que continúe y no se detenga, puede llegar a limitar a las personas, principalmente a los niños, dejándolos privados e incapacitados para realizar actividades tan básicas como descansar o hacer cosas por su propia cuenta.

En los niños, miedos específicos van apareciendo conforme su desarrollo se va dando y entonces nuevos estímulos aparecen y generan un contraste con la forma en que percibían el mundo.

Lo natural es que aparezcan y desaparezcan conforme su crecimiento (con el cual se van dando cuenta de que hay cosas que no son peligrosas de verdad), pero si el niño no se siente preparado al enfrentar esa situación negativa, o no siente apoyo, el miedo puede quedarse acumulado y no resuelto.

(foto: unsplash)

La evolución de los miedos en los niños

El miedo en los infantes tiene un proceso evolutivo, por lo que siempre está cambiando, y se modifica de acuerdo al desarrollo del niño, muchas veces adaptado al mundo nuevo, con todos sus estímulos y situaciones que se van presentando sin que ellos lo puedan conocer de manera previa.

“Tener miedo a veces es una parte normal y saludable del crecimiento”, dice Elianna Platt, trabajadora social del Child Mind Institute

Se dice que el miedo aparece más o menos a los siete meses de nacidos, y es a causa de ruidos muy fuertes o alturas, así como a la falta de presencia física y la separación de sus padres, e incluso a las personas desconocidas. Este tipo de temor normalmente se extiende hasta el primer año de vida, a partir del cual se puede comenzar a tener miedo a cuestiones naturales que resultan desconocidas e incomprensibles, como los insectos, las tormentas eléctricas y truenos.

A los dos años, y hasta los seis, se comienzan a presentar los miedos más comunes: a la oscuridad, los fantasmas y estar solo, así como pueden tener miedo a animales de gran tamaño que les resulten desconocidos. Al final de esta edad, los niños pueden comenzar a temer a cosas relacionadas a heridas en su cuerpo o daños a la salud en general, así como a la muerte (principalmente de sus seres queridos).

Para la pre-adolescencia, los miedos se vuelven principalmente sociales, relacionados a la autoimagen y situaciones escolares; estos temores se extienden hasta la edad de la adolescencia, pero pueden ser más enfocados en relaciones con otros, así como al miedo de no saber qué quieren o quiénes son.

(foto: unsplash)

La autorregulación del miedo en niños

Los expertos consideran que los padres no deberían ser siempre los encargados de solucionar los miedos en los niños, pues lo más importante es que ellos puedan controlar el miedo por ellos mismos, y de esa manera lograrán ser capaces de desarrollar también la confianza y la independencia.

Los niños tienen que ser capaces de regular, manejar y procesar sus propias emociones de tal manera que no resulten afectados, para que sean capaces de calmarse por su propia cuenta.

Lo ideal, dice Platt, es que los padres aprendan a que deben permitir que los niños se sientan un poco inseguros o incómodos mientras aprenden a cómo resolver ellos mismos los problemas a los que se enfrentan; y claro, esto no se refiere a que no se le apoyará.

La psicóloga Rachel Busman dice que lo ideal es llevar al niño por un camino, lentamente, donde ellos aprendan a ser capaces de controlar su miedo, y puedan sentirse listos para eso.

(foto: unsplash)

¿Cómo ayudar a los niños con sus miedos?

Los niños deben aprender a controlar su miedo por su propia cuenta, pero para lograrlo deben seguir un largo proceso, que no será rápido, donde la ayuda y el apoyo de sus padres será de suma importancia para poder obtener la confianza necesaria para enfrentarse a lo que les genera conflictos.

Para lograr ese apoyo que ayude a los niños a superar sus miedos, es importante:

  • Escucharlos y ser empáticos. Lo más importante es jamás minimizar su sentimiento de miedo, incluso si se sabe que aquello que le causa terror no representa un riesgo. Además, no se le debe atacar por sentir miedo.

  • Normalizar el miedo. El niño debe saber que no está solo, y que tener miedo no es algo de lo que avergonzarse, ni algo que lo vuelva una especie de ser raro y ajeno, o diferente. Se le puede contar una anécdota personal o un cuento, de tal manera que pueda verse reflejado e identificado.

  • Acompañarlo y animarlo a enfrentarse al miedo. Hay situaciones en las que el niño necesite apoyo presencial y no solo moral para poder arreglar el miedo. Por lo que acompañarlo cuando esté con un objeto o en un lugar que le cause miedo puede ayudarle, aunque poco a poco se debe ir retirando la ayuda para que pueda ir acostumbrándose, conforme el pequeño se sienta capaz. Además, hay que recordarle que enfrentarse al miedo y sentirlo no es algo negativo, porque debe intentar entender por qué se produce esa sensación negativa, y ser capaz de regularse.

  • Humanizar al miedo. Si el niño tiene miedo a un monstruo, burlarse de ese monstruo (no del miedo, si no del objeto del temor), podría ser útil para que la sensación amenazante que ocasiona disminuya. 

  • Ir poco a poco, al ritmo del propio niño. Ponerle metas al pequeño podría ser de ayuda, pues de esa manera podría ir sintiéndose motivado por los éxitos que tenga.

(Con información de: Psicología y Mente, Child Mind Institute, Familia y Salud España)