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Polémica por la testosterona

Expertos internacionales debaten sobre si la aplicación extra de testosterona ayuda a los hombres mayores de los 50 años a superar la andropausia. n

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En un artículo publicado en junio pasado en SUMEDICO,  se estableció que la andropausia, cuyo término médico  correcto es hipogonadismo, sólo afecta a 2 por ciento del total de los hombres  en el mundo. Con todo, su tratamiento es causa de polémica internacional, esto sobre todo cuando el tema se aborda con respecto a adultos mayores.

Acorde a estudios internacionales, la baja de testosterona afecta a  30 por ciento de los varones  mayores de 50 años y entre sus síntomas se encuentran: baja libido, disfunción eréctil, falta de fuerza, reducción de la masa muscular, incremento de la grasa corporal, estado de ánimo decaído, menor vitalidad.

Para muchos de los expertos, la solución es sencilla, basta con administrar a los pacientes la sustancia que les falta. Es lo que se está haciendo en Estados Unidos y, en menor medida, en Europa.

Sin embargo, hay controversia al respecto, pues mientras algunos galenos consideran que esta terapia se debe extender a toda la población masculina mayor a los 50 años, otros consideran que puede representar riesgos a la salud e incluso dudan de su potencial terapéutico.

Otros expertos consideran que, dadas las últimas evidencias científicas, se debe cada caso concreto y seleccionar correctamente a los individuos que pueden obtener un mayor beneficio con el tratamiento.

En todo caso, lo cierto es que los hombres con niveles normales de la hormona masculina no van a convertirse en máquinas sexuales gracias al consumo de testosterona. No hay ningún estudio que lo demuestre. En cuanto a los peligros que puede plantear esta terapia, los expertos tienen claro que son poco frecuentes y siempre controlables.

Sobre el particular, el British Journal of Urology International publicó un artículo donde se refiere a un estudio en el que participaron más de 8.000 hombres estadounidenses de mediana edad o mayores y llegaron a la conclusión de que se ha sobrevalorado el papel de la testosterona.

En comparación con otros indicadores, como edad, síntomas urinarios, índice de masa corporal y diabetes, esta sustancia resultó ser el factor menos asociado a la función sexual.

Bajo estos argumentos, en la publicación se critican los "millones de prescripciones que se realizan cada año en Estados Unidos" y recalcan el alto coste que suponen.

Reconocen que la hormona tiene un claro impacto en la sexualidad, pero señalan que, una vez que empiezan a descender sus niveles en sangre, no están claras las cifras de corte a partir de las cuales se puede hablar de patología.

En contraparte, expertos españoles afirman que  muchos hombres que no reciben testosterona podrían mejorar sustancialmente su calidad de vida con ella y aseguran que es un tratamiento seguro y con pocos efectos secundarios.

Juan Ignacio Martínez Salamanca, urólogo del área de Medicina Sexual en el Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda (Madrid) afirma que cada vez hay más endocrinos y urólogos formados y proclives a administrarlo.

Esta opinión es compartida por el urólogo Jorge López-Tello, del Hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes,  quien agrega que las pautas terapéuticas que se siguen, reflejadas en protocolos internacionales, garantizan que solo reciba la hormona quien realmente está en condiciones de sacar provecho: "Además de comprobar la existencia de sintomatología y de niveles bajos de testosterona, evaluamos cada tres o seis meses si mejora el deseo sexual. Si en ese plazo no funciona, es que no va a dar resultado". En ese caso, se debe suspender el tratamiento.

Por su parte, José María Martínez Jabaloyas, especialista en Urología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, considera que es necesario “explicar al paciente que es un tratamiento de largo plazo y en ocasiones de por vida”, pero sus  beneficios también pueden ser para siempre, pues incluso hay estudios que vinculan la testosterona a una menor mortalidad y en algunos casos de diabetes se ha observado que el tratamiento sustitutivo puede mejorar el efecto de la insulina.

(Con información de elmundo.es)