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¿Cerradas o abiertas? El futuro de las relaciones sexuales

Las personas tienen otras maneras de emparejarse y vivir en común, hoy oímos sobre tríos, poliamor, swingers y otros etcéteras

Escrito en OPINIÓN el

Una de las preguntas que más se ha hecho la humanidad es hacia dónde vamos y el terreno sexual no escapa de ella, más con la apertura de información que hoy se tiene sobre la diversidad de opciones que se pueden tener dentro del amor y el sexo.

Conforme avanza el desarrollo humano, las relaciones personales toman cada vez nuevas formas de presentarse, de modo que las personas tienen otras maneras de emparejarse y vivir en común, hoy oímos sobre tríos, poliamor, swingers y otros etcéteras que plantean formas de vivir el sexo y la relación de pareja de forma “abierta” a las relaciones extramaritales que si bien muchas han existido desde el inicio de la humanidad, su aceptación ha empezado apenas en este siglo.

Así, no pocos estudiosos de la sexualidad humana se han concentrado en investigar para donde vamos; por ejemplo, para Antoni Bolinches, sexólogo experto en relaciones humanas y de pareja, “a nivel sociológico mundial vamos al modelo de pareja de monogamia sucesiva. Esas que duran su tiempo y se deterioran por la ley de la matemática, de los sentimientos; que es enamorarse por un tiempo y cuando se pierde el interés se busca otra pareja” explica.

(Foto: Pexels) 

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Esto, dice, se da porque ahora un hombre puede conocer a muchas mujeres y una mujer a muchos hombres, a diferencia de décadas atrás. Hoy encontramos nuevos sujetos eróticos incluso cada vez más atractivos y porque además confundimos constantemente el enamoramiento con amor, y por si fuera poco también con el sexo.

Hoy, una de las grandes discusiones sobre intercambiar parejas, compartirlas, o tener relaciones sexuales alternas radica en entender la infidelidad y la monogamia, dos cosas distintas que se confunden como la gimnasia con la magnesia.

La monogamia e infidelidad son condiciones por las que optamos, no con las que nacemos y que adquirimos a través de la cultura. La monogamia es la decisión personal de solo tener una pareja. La infidelidad es la decisión de faltar y/o traicionar deliberadamente los acuerdos establecidos en la pareja, en especial los que tienen que ver con la exclusividad sexual.

Culturalmente nos exigimos ser monógamos y fieles.

(Foto: Pexels) 

De hecho, el ser humano no es monógamo por naturaleza. De acuerdo con el montón de investigaciones que existen sobre la historia de la monogamia, ésta se dio por dos causas principales, una fue evitar las enfermedades de transmisión sexual que mataban a poblaciones enteras, y la otra, la necesidad de organizar a la sociedad en unidades familiares por conveniencia económica.

De tal forma, Bolinches asegura que al no ser monógamos por naturaleza pero al estar en una cultura que así hemos creado, estamos en una “monogamia imperfecta”, lo que quiere decir que “tenemos monogamia con infidelidad”. Y lo grave es que la infidelidad como salida causa más problemas emocionales y sociales de los deseables. Por ello, dice “esto, como realidad sociológica, va a ir en detrimento de la valoración del sexo como placer natural y va a traer consecuencias graves si no ponemos remedio pues hay una desorientación sexual, la misma persona no sabe para dónde va en su vida sexual”.

Así, como parte de todo proceso, informarse, saber, conocer y educarse en sexualidad puede ser lo que lleve a que la pareja monogámica sucesiva se convierta en lo que este sexólogo llama pareja monogámica selectiva, es decir, aquella que sabe elegir mejor, gestionar mejor y corregir mejor, por lo tanto entabla mejores relaciones, más profundas y duraderas.

(Foto: Pexels) 

Y es que saber de métodos anticonceptivos y de juguetes sexuales así como creer que el placer es lo importante, no es saber de sexo.

“Necesitamos una buena educación sexual y un buen diálogo interior. Conciliarnos con nosotros mismos y conseguir armonizar el placer suficiente con el sentido del deber necesario; en otras palabras: hacer que el placer que deseo sea justo el que requiero para sentirme pleno y a la vez para satisfacer mis necesidades sin violentar otras áreas de la vida o de la de los demás”.

Antoni Bolinches asegura que el adulto que sabe y aprende a administrar su deseo sexual con respecto a él y a su pareja erótica es un adulto sexualmente educado, pleno y sano, ya que aprende a no forzar la voluntad de los demás pero sí a satisfacer sus demandas legítimas y por lo tanto sabe elegir.

Y si sabemos elegir lo que nos conviene con lo que nos place será mucho más fácil ser estables en el amor, si además comprendemos que este sentimiento cambia de intensidad, de manera de expresarlo y de vivirlo, aprenderemos a gestionar gratificaciones comunes e intereses comunes.

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