Una dieta saludable es impagable para más de la mitad de los hogares mexicanos, situación que pone en riesgo su seguridad alimentaria, afirmó Mireya Vilar Compte, académica del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana.
Ya que de acuerdo con cálculos de la académica, el costo de una dieta estándar de dos mil calorías es de 77.84 pesos, cifra que supera el salario mínimo, que es de 64.76 pesos diarios en la zona A y de 61.38 pesos en la B.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) señala que uno de cada cinco mexicanos con empleo apenas gana un salario mínimo para vivir o no recibe ingreso alguno. Hay 10 millones 145 mil 865 personas en esa condición y representan 21 por ciento de los 46.8 millones que conforman la población ocupada de México, indicó la especialista.
Al observar esta situación la nutrióloga se dio a la tarea de trabajar en un plan de alimentación, también de dos mil calorías, equilibrado y nutritivo, en el que utilizaron los alimentos más económicos del mercado, que alcanzó un costo de 30.78 pesos; sin embargo, con mucha tristeza señaló que aún así el 20% de los hogares mexicanos no puede pagar estos alimentos.
Indicó que los víveres que integran el primer plan, que es el que supera el salario mínimo son: Leche descremada, pan de caja, fruta, verduras, pescado, pollo y tortillas. Mientras que en el segundo menú, el cual intento ajustar y es más económico, se encuentran alimentos como: Fruta, tortillas, verduras, sardinas, frijoles, nopales y queso, distribuidos en tres comidas diarias.
¿Cuál es el problema?
No se cuenta en México con “seguridad alimentaria” pues la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), señala que cuando toda persona tiene acceso económico a suficientes alimentos nutritivos para llevar una vida sana y activa, tiene seguridad nutricional; “parámetros que en las familias mexicanas no es tangible”, indicó la especialista
El espectro de la seguridad alimentaria se mide en leve, moderada y severa; y en el primer caso hay una preocupación sobre falta de alimentos, en el segundo las personas hacen que los alimentos les rindan más o los adultos comen menos o de peor calidad, y en la severa los niños comen menos o de peor calidad.
La académica aseguró que dicha condición representa una regresión en el patrón del consumo de alimentos, sobre todo en los hogares más pobres que destinan una proporción gigante de su ingreso a la alimentación y no pueden tener acceso a víveres que cubran sus necesidades nutrimentales.
En conclusión, la especialista señaló que “el costo de los alimentos se ha convertido en un reto para los nutriólogos, se deben diseñar dietas que cumplan con los requisitos nutrimentales de la población a un costo mínimo, situación que se agudiza si se enfrentan con personas con diabetes que además deben costear sus medicamentos”. (Con información de la Redacción de SUMEDICO)