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Con ojos de bióloga, pero con la mirada en la medicina

"Dado mi gusto por la vida, cuando llegó mi momento de elegir una carrera, biología fue mi opción y cuando comencé a estudiar me acerqué a la biomedicina".

Escrito en LÍDERES DE LA SALUD el

Su vocación ha sido el estudio de la naturaleza viva y por ello se formó como bióloga, pero su obsesión por la vida la hizo enfocarse en la investigación de factores externos, que como la contaminación ambiental o el tabaco pueden provocar daño en el ser humano. Por ello ha dedicado la mayor parte de su vida profesional a combatirlos.

Es Guadalupe Ponciano Rodríguez, coordinadora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien después de pasar algún tiempo investigando los problemas respiratorios, como el asma, relacionados con los contaminantes en el ambiente, su trabajo la condujo a trabajar en campo de la medicina oncológica, tratando de combatir el tabaquismo.

“Los pacientes me contaban que habían fumado durante muchos años, que no podían creer su diagnóstico de cáncer, que conocían a personas que siempre habían fumado y nunca tuvieron la enfermedad”, refiere la también titular de la Asignatura “Epidemiología Clínica y Medicina Basada en la Evidencia” y ex directora de la Clínica para el Tratamiento del Tabaquismo, quien relata que a muchos de esos pacientes los vio morir en muy poco tiempo.

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Con ojos de bióloga, pero con la mirada en la medicina: la doctora que desafía al tabaquismo

La especialista comparte una historia de vida que ha crecido a la par de su lucha contra el tabaquismo.

Pese a los obstáculos que implicó ser una mujer profesionista en su época, Ponciano nunca se rindió y se preparó cada día más para materializar algo que quizá nunca imaginó y que comenzó con su gusto por la naturaleza y la vida reflejados en cada una de sus “huellas” profesionales.

La doctora, quien ha sido líder de equipos multidisciplinarios para la atención de personas con tabaquismo admite que no ha sido un camino fácil y tampoco corto, pero sí, lleno de sorpresas y grandes satisfacciones:

“El camino para llegar a dónde estoy actualmente es un camino que se inicia en la familia y es un camino muy largo que en mi caso inició con mi interés en la vida, desde pequeña me interesó mucho la vida”.
 

Guadalupe Ponciano recuerda que a su madre le gustaban mucho todos los animales:

“Llegamos a tener 16 gatos, también perros. Yo siempre tenía una mascota ya sea perro, gato, tortuga. Mi inclinación desde pequeña siempre fue hacia las ciencias biológicas. Siempre teníamos un acuario y era maravilloso observar cómo los peces ponían huevos o las gatitas tenían a sus hijitos; todo lo que conforma la naturaleza y la vida siempre me llamó muchísimo la atención”.

Bióloga interesada en la medicina

“Dado mi gusto por la vida, cuando llegó mi momento de elegir una carrera, biología fue mi opción y cuando comencé a estudiar me acerqué a la biomedicina; comencé a comprender lo que eran las células, los seres vivos, la bioquímica y yo siempre vi la biología muy enfocada a la biomedicina”.

La doctora explica que lo que más disfrutó durante su formación como bióloga fue la asociación de dicha disciplina con la medicina y su gusto por la vida y la naturaleza se incrementaba:

“Me parece que es fundamental y me permitió entender mejor el cuerpo humano con sus procesos y mecanismos”.
 

Fue en la maestría cuando la doctora tomó una materia que fue muy importante para ella que fue la de contaminación atmosférica que hablaba sobre todo de la contaminación de aquella época en que la Ciudad de México atravesaba situaciones muy complejas desde el punto de vista ambiental y comenzaba a mencionarse el daño importante en la atmósfera:

“En esa época las gasolinas todavía tenían un contenido importante de plomo y la contaminación dañaba de forma importante la salud, de tal manera que en la maestría decidí trabajar con un tema relacionado y fue precisamente asma y exposición a contaminantes atmosféricos”.

La experiencia del trabajo de tesis hizo que la doctora Guadalupe aplicara sus conocimientos de biología hacia la medicina:

“Tuve que estudiar fisiología respiratoria, el aparato respiratorio del ser humano, los procesos importantes para la vida que se ven afectados por la contaminación atmosférica entonces trabaje asma, específicamente decidí trabajar con oxidantes fotoquímicos, con ozono que, hasta la fecha sigue siendo uno de los contaminantes más difícil de controlar y más irritante y dañino para el aparato respiratorio”.
 

La crisis de contaminación en la Ciudad de México

Ponciano se dio cuenta de las graves repercusiones de la contaminación en la salud de personas de todas las edades y se enfocó en un grupo susceptible que son los niños:

“En aquella época las escuelas comenzaron a modificar sus horarios de clases para que los niños no estuvieran tan expuestos a los contaminantes atmosféricos y si ocurrían episodios de contaminación, no se les permitía salir al recreo; fue una época muy interesante de muchos problemas atmosféricos”.
 

Cuando la doctora estaba por terminar la maestría tomó la decisión de casarse y entonces, continuó sus estudios, pero también decidió tener una hija que como implicó el nuevo reto de desarrollarse profesionalmente pero también como esposa y madre:

“Afortunadamente pude terminar la maestría y estuve unos meses cuidando a mi única hija y a mí me fascinó mi tema de asma y oxidantes fotoquímicos y yo quería seguir en esa línea, pero me detuve un poquito por Alejandra que es mi hija”.

El momento crucial: hija, madre, esposa y profesionista

La doctora recuerda una mañana en que veía televisión con su bebé Alejandra y vio al doctor Octavio Rivero Serrano, neumólogo, ex rector de la UNAM, ex director de la Facultad de Medicina y embajador de México en Italia quien daba entrevista en algún noticiero e informaba de su regreso en México para reincorporarse a la Facultad de Medicina y también que estaba formando un grupo para evaluar los efectos de la contaminación atmosférica en el aparato respiratorio:

“Yo cuando vi pensé, justo lo que a mi me encanta, recuerdo haber anotado la dirección, el nombre y al día siguiente encargué a Alejandra con mi mamá y me fui a la facultad. Conocía la Facultad de Medicina por mis estudios en la Facultad de Biología, pero como el doctor acababa de regresar, nadie sabía dónde estaba. Fui de un lugar a otro, pero no lo encontré. La semana siguiente le pedí nuevamente a mi mamá que se quedara con Ale y con tanta suerte que lo encontré”.
 

Ponciano recuerda que el doctor estaba en una junta con otros neumólogos e investigadores de la facultad y al hablar con él enseguida la invitó a hablar de su proyecto de maestría durante dicha junta:

“Yo no iba preparada, imaginen el susto, pero accedí. Platiqué de asma y contaminación fotoquímica”.

El doctor le dijo que estaban conformando un equipo para investigar los efectos de la contaminación en el aire para la salud respiratoria de la población de la Ciudad de México y que le interesaba que ella participara:

“Regresé feliz a mi casa, fascinada, caminando sobre nubes, acababa de tener a mi bebé y aún no pensaba en cómo regresar a la vida académica pero hablé con mi mamá para que me apoyara y empecé a trabajar con el doctor Rivero lo cual fue maravilloso y me decía que yo era neumóloga honoris causa pues me encantaba toda la neumología e hicimos una gran asociación porque yo como biología tenía un aspecto más amplio del ambiente, la atmósfera y los elementos contaminantes mientras que él como neumólogo, conocía la fisiología, anatomía y enfermedad”.
 

Un libro que se convirtió en un clásico…

El primer trabajo de la doctora Ponciano con el doctor Rivero fue un libro titulado “Contaminación atmosférica y enfermedad respiratoria” que fue publicado por el Fondo de Cultura Económica y que en el momento se convirtió en un clásico:

“Fue un libro muy interesante, muy bonito que fue para mí una realización porque imagínate, yo estaba súper joven y trabajar con el doctor Rivero para publicar rápidamente un libro. Ale era muy tranquilita desde chiquita y me acuerdo de que a eso de las 6 o 7 de la noche la bañaba y le daba su biberón bien calientito entonces ella se quedaba dormida y yo empezaba a escribir el libro”.
 

La doctora dice que lo más importante que le enseñó el doctor Rivero fue la disciplina, algo muy necesario para escribir, entonces ella escribía en cuanto se dormía su bebé porque al día siguiente el doctor Rivero le revisaba lo escrito y le decía “a ver Ponciano, ¿qué escribió? Por lo cual ella no podía dejar de hacerlo y así salió el libro.

Después de un año de trabajar con el doctor Rivero, Guadalupe comenzó a trabajar con modelos experimentales con ratones expuestos a plomo para encontrar cómo afectaba sus sistemas respiratorios:

“Fue una época muy linda para mí y comencé a desarrollarme muy bonito, después de trabajar en la facultad con el doctor Rivero, se abrió el Programa Universitario de Medio Ambiente, el doctor Sarukhán era en ese momento rector de la UNAM y yo comencé a coordinar el área de salud ambiental, comenzamos a trabajar con cáncer de pulmón y se formó un grupo de trabajo en el Instituto Nacional de Cancerología donde trabajé con oncólogos y fue otro mundo”.

El cáncer de pulmón es “muy traidor”

Al conocer más del cáncer y sus efectos en la salud fue cuando se dio su encuentro con el tabaco como uno de los principales factores de riesgo para desarrollar cáncer de pulmón.

Actualmente, el consumo de tabaco es la principal causa de mortalidad evitable en todo el mundo, según información de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS advierte además que cada año mueren 4 millones de personas en el mundo por enfermedades relacionadas al consumo de tabaco: una persona cada 10 segundos.

En México, la situación no es tan distinta al resto del mundo: la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que en menos de dos décadas el número de fumadores creció de 9 a 13 millones de mexicanos.

Durante siete años (1991-1998), la doctora Ponciano fue coordinadora del área de Salud Ambiental del Programa Universitario de Medio Ambiente también de la UNAM y de 1998 a 2001 la responsable de la Clínica Contra el Tabaquismo del Hospital General “Dr. Manuel Gea González” de la Secretaría de Salud.

“Empecé a tener ese contacto muy importante con las personas y fue para mí una experiencia maravillosa, un poco difícil; no es fácil trabajar con personas que tienen cáncer que llegaban al instituto con la enfermedad en etapa muy avanzada”.
 

La doctora califica al cáncer de pulmón como “muy traidor” pues explica que, a diferencia de otros tumores, no da síntomas tempranos y la gente no se siente mal ni tampoco lo nota, solamente cuando el avance es importante se puede detectar y es difícil salvar la vida:

“Había pacientes con los que platicaba, los conocía y a los tres meses ya no estaban, ya se habían muerto. Fue una experiencia personal complicada pues yo preguntaba por los pacientes y ya no estaban cuando yo los acababa de ver hace una semana. Fue una experiencia emocional fuerte y como experiencia de investigación, algo muy enriquecedor, aprendí muchísimas cosas y me metí a fondo en el tema de carcinogénesis. Aprendí mil cosas, hicimos varios trabajos”.

La doctora nunca abandonó la Facultad de Medicina, daba clases y se enfocó en el tabaco, adquirió herramientas para el tratamiento de pacientes con tabaquismo, lo cual coincidió con su trabajo en el Hospital General “Dr. Manuel Gea González” donde le ofrecen trabajar en un proyecto muy importante de Conacyt y ella propuso trabajar con el tabaco, con sus efectos en la salud y modelos de tratamiento para apoyar a las personas que querían dejar de fumar que incluía distintos tratamientos.

“Fue un proyecto muy grande, se pudo comprar mucho equipo, se instaló un laboratorio y yo me hacía cargo de la clínica para el tratamiento de tabaquismo y ahí empecé a estudiar más cosas de psicología, terapia cognitivo conductual, terapia racional emotiva, hice una especialidad para el tratamiento de adicciones y tuve la oportunidad de estudiar en España un Máster Experto Universitario en Tabaquismo. Coordiné la clínica y proyectos de investigación durante tres años y medio”.
 

La clínica para dejar de fumar: un proyecto multidisciplinario

Después regresé a la UNAM para proponerle al doctor Cravioto abrir una clínica para dejar de fumar la cual fue un éxito pues le dimos a la clínica el aspecto clínico humano:

“No eran solamente un número de expediente, eran pacientes que tratábamos con mucho cariño y yo ya era consciente del daño del tabaco y les decía a los estudiantes como médicos, enfermeras, biólogos o químicos que llegaban a la clínica que siempre al lograr que un paciente dejara de fumar era una forma de salvarles la vida, aunque no estuvieran en una sala de emergencias como las que vemos en televisión”.
 

La doctora cuenta que llegaban pacientes con una adicción muy fuerte, con daño importante o que requerían oxígeno:

“Ayudarlos a dejar de fumar para mí era salvarles la vida. Tratar seres humanos que confían, que ponen su salud en tus manos, es algo muy significativo. En la clínica éramos un equipo multidisciplinario que funcionó durante muchos años y que no paraba para brindar los tratamientos que los pacientes necesitaban”.

Naturaleza y vida para salvar vidas

La doctora Guadalupe Ponciano dice que el camino que ha recorrido le ha permitido “ser lo que es” el día de hoy, pues ahora que su hija ya es mayor se da cuenta que, aunque a veces pudo pensar que era demasiado o que la situación estaba muy difícil, combinar su vida profesional con su vida personal fue algo posible y que realmente ha disfrutado mucho.

Fue en el año 2000 cuando la doctora Ponciano obtuvo el primer lugar en el área de investigación epidemiológica del “IX Premio Nacional de Investigación” que otorga la Fundación Glaxo Wellcome y en 2001 la Mención Honorífica por el trabajo “Promoción y Educación para la Prevención y el Tratamiento del Tabaquismo” que otorga la Fundación Mexicana para la Salud (FUNSALUD).

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Guadalupe Ponciano ha disfrutado durante toda su vida de la naturaleza y ha celebrado la vida con su familia, alumnos, compañeros profesionistas y pacientes.

La doctora ha podido ser testigo del acompañamiento, agradecimiento y apoyo de sus pacientes hasta en los momentos más difíciles de su vida, como la muerte de su madre.

Mientras que la industria de tabaco se diversifica con novedosos y modernos productos como los cigarrillos electrónicos o dispositivos de vapeo que “están de moda” y buscan sustituir a los consumidores fallecidos por enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco por nuevos consumidores jóvenes,  la doctora Ponciano continuará con su intento por salvar vidas, ya sea al frente de la lucha contra el tabaco o preparando a aquellos que también se unen a la causa, sin rendirse, con claridad y emoción.