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“Los médicos me dijeron que estuviera tranquila, que yo sabía de lo que me iba a morir: de dolor”

El dolor crónico es la principal causa de ausentismo laboral y el primer motivo de discapacidad, informa el Instituto Nacional de Salud Pública

Escrito en VIDA SANA el

Susana recuerda que un día, cuando se levantó de su cama, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Los repetidos esfuerzos por ponerse de pie no fructificaban y en su desesperación, llamó a su esposo. La pareja se dirigió al hospital, donde los médicos la pusieron en una camilla y ya no se pudo volver a levantar. El dolor crónico le imposibilitó moverse y después, le quitó 5 años de vida.

“Me quedé como parapléjica y no podía hacer nada, no podía moverme. Me hicieron todos los exámenes habidos y por haber y salió que tenía esclerosis múltiple lateral. La enfermedad había avanzado mucho. Estando en el hospital se me fue la voz y con lo poquito que podía hablar, comencé a contarle mi vida al neurólogo. Me dijo que el padecimiento había llegado a su etapa final”, detalla Susy, quien ya había experimentado el sufrimiento en su niñez.

Sin embargo, el dolor que la había acompañado desde pequeña no era comparable al que sentía en ese momento y por ello tuvo que pasar un año entero sedada.

“Si el dolor en mi niñez era del 1 al 5, ese día se pasaba del 1 al 10. Estuve como 5 años mal. Solo estaba en el hospital y en mi casa. El dolor era tan grande que a veces me tenían que poner derivados de opio para calmarme. Ese tiempo lo cambió todo, porque una misma se amarga cuando no tienes soluciones”, comenta para SuMédico.com.

Susana indica que sus hijas la han visto más tiempo en malas condiciones que a su 100% y que la vida de ellas también se ha visto afectada por su condición, pues la preocupación por su sentir y el miedo a que su madre pierda la vida siempre está presente en sus descendientes.

Hoy, el dolor crónico tiene a Susana en silla de ruedas y sin una imagen de lo que puede estar haciendo a 5 años. Sin embargo, lo que sí sabe que quiere, es que sus hijas se vayan a estudiar al extranjero. Sin esperarla a ella… sin mirar atrás.

Foto: Susy

Dolor crónico: un padecimiento con gastos catastróficos

La Sociedad Americana de Anestesiólogos informa que 1 de cada 10 personas en el planeta desarrolla dolor crónico todos los años y que, en 2014, el padecimiento afectaba aproximadamente a 60 millones de personas, o lo que es lo mismo, al 10% de la población mundial.

Para 2019, la carga provocada por el dolor crónico en el planeta fue en aumento, revela el British Journal of Anaesthesia.

De acuerdo con esta revista científica, se descubrió que en ese año, 1900 millones de personas fueron afectadas por el padecimiento crónico sintomático más común: dolores de cabeza tensionales frecuentes.

En México no se sabe con exactitud cuántas personas viven con dolor crónico, pero el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) detalló en agosto de 2020 que, según el Estudio Nacional sobre Salud y Envejecimiento, el 41.5% de los adultos mayores de 50 años reportó dolor.

La investigación también reveló que dicho malestar era más frecuente en las mujeres que en los hombres (48.3% vs. 33.6%) y que el porcentaje de dolor subía en la gente con más de esa edad.

La revistaCiencia”, de la Academia Mexicana de Ciencias, por otra parte, registra los siguientes datos estimados:

  • 25 a 29% de la población mundial se ve afectada por dolor crónico
  • se considera que en México hay cerca de 30 millones de afectados
  • la prevalencia en varones mayores de 60 años es del 41.5%
  • en mujeres mayores de 60 años la prevalencia es del 48%

El dolor crónico es la principal causa de ausentismo en el trabajo y el primer motivo de discapacidad, lo que provoca enormes costos para el sector salud, apunta el INSP.

En palabras del instituto, 1 de cada 3 afectados con dolencias graves no es capaz de tener una vida normal, ya que se trata de individuos que se vuelven incapaces de dormir, participar en actividades sociales o incluso hacer ejercicio.

El problema no solo radica en vivir con dolor intenso, sino que también implica gastos económicos fuertes para el sector salud y los pacientes. Dicha inversión, llega a superar en muchas ocasiones el tratamiento de algunas de las enfermedades más letales de la era moderna.

Un artículo de 2019 publicado en el Journal of Pain Research, que puntualizó el panorama del dolor crónico en Estados Unidos, señaló que el manejo del padecimiento supone un “impacto económico significativo en el sistema de atención médica” de aquella nación.

Los autores mencionan que más de 100 millones de adultos norteamericanos sufren de condiciones relacionadas al dolor crónico y se estima que el costo anual del manejo del dolor se encuentra en el rango de $560 - 635 mil millones de dólares. Esto hace que la inversión supere el costo de afecciones cardíacas, diabetes y cáncer.

Cabe resaltar que en Estados Unidos hay muy pocos hospitales públicos, por lo que el mayor gasto corre por cuenta de los pacientes.

La Revista de la Sociedad Española del Dolor apunta que en México existían 38 clínicas del dolor registradas en 2009, además de 6,246 anestesiólogos certificados en la nación.

Para atender el dolor crónico se requiere un equipo multidisciplinario (médicos de diferentes especialidades encargados de atender las diferentes afectaciones) y en el caso de Susana, también se necesitaron psicólogos. Sin embargo, los expertos en salud mental, más que darle tranquilidad, le comunicaron un mensaje peculiar.

“Me dijeron que mucha gente se asusta porque no sabe de lo que se va a morir en el hospital. En mi caso, señalaron que debía estar tranquila porque yo sí sabía de qué iba a morir: me dijeron que me iba a morir de dolor”, recuerda Susy.

¿A qué se le denomina dolor crónico?

El National Health Service del Reino Unido (NHS) aclara que se le denomina “dolor crónico” al dolor que dura más de 12 semanas a pesar de que se esté recibiendo tratamiento o haya medicación.

Cuando tienes una lesión o acabas de salir de una operación, puedes sentir dolor y recuperarte poco tiempo después, pero cuando se tiene dolor crónico, el NHS expone que la dolencia puede seguir o incluso aparecer sin que haya existido un impacto o procedimiento quirúrgico.

El servicio de salud del Reino Unido refiere que el dolor crónico también puede afectar a la gente que vive con:

  • artritis
  • intestino irritable
  • diabetes
  • fibromialgia
  • dolor de espalda

En el caso de la diabetes, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) destaca que el 40% de los pacientes con este padecimiento que llegan al Hospital General de Zona No.48 San Pedro Xalpa con la enfermedad mal controlada, presentan señales eléctricas que les generan un dolor intenso y les afecta las terminaciones nerviosas, imposibilitándoles caminar.

El NHS agrega que no es posible saber qué dolor se volverá crónico, pero se tiene conocimiento de que la gente presenta una mayor probabilidad de desarrollar dolor crónico durante o después de momentos de infelicidad o estrés.

{"field1":"Los afectados también pueden presentar dolor crónico incluso después de que las pruebas médicas de rutina no den una respuesta","field2":"NHS"}

El doctor Ricardo Plancarte, del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), explica para SuMédico.com que existe una población nada despreciable y cada vez más importante correspondiente al dolor crónico en pacientes sobrevivientes al cáncer.

“Cada vez es más importante porque el cáncer está transitando a ser una historia de éxito. Antes se asociaba a esta enfermedad con muerte, pero ahora, con los avances de la medicina, de los tratamientos y la investigación, la población de supervivientes cambió y algunos individuos quedan con secuelas dolorosas”, indica el especialista.

Al preguntarle sobre los cánceres que más causan dolor después del tratamiento, el doctor Plancarte señala que de manera estricta, todos aquellos cánceres que requieren quimioterapia y un refuerzo en el esquema pueden causar dolor, pues la toxicidad de la quimioterapia no nada más afecta las células malignas, sino que también puede llegar a repercutir en algunas células benignas.

“Si algunas de estas células benignas son neurales o nervios, se produce una quimio neuritis, donde hay dolor neuropático producto de la quimioterapia. También se puede presentar como producto de la radioterapia”, apunta el especialista.

En el universo de trabajo que maneja la Clínica del Dolor del INCan, donde se tienen 5 consultorios, cada uno de estos atiende a 15 personas diarias en promedio. Esta cantidad puede variar en algún momento determinado (dos o tres a cada consultorio), ya que por diferentes motivos, las personas no acuden.

“Como hospitales nos falta mucho para atender el dolor crónico”

Tratar el dolor crónico no es tarea sencilla. Un artículo publicado en The British Medical Journal (The BMJ) titulado “Challenges of managing chronic pain” resalta que se trata de una experiencia individualizada con causa multifactorial que no solo puede ser causada por una lesión, sino que también puede resultar un síntoma acompañante de una enfermedad subyacente.

“Algunos de estos padecimientos pueden ser irreversibles en gran medida, como la osteoartritis (artritis degenerativa), la fractura por compresión resultante de la osteoporosis en personas mayores o la estenosis espinal”, se puede leer en dicha revista científica.

Los autores de la publicación explican que el dolor crónico también puede ser una queja principal de condiciones clínicas como la neuralgia del trigémino (cuya etiología o mecanismo no se conocen bien en la actualidad) o la fibromialgia.

“Por todo esto, el dolor crónico no es simplemente una extensión cronológica del dolor agudo y se necesitan diferentes enfoques de diagnóstico y estrategias de manejo”, agregan los especialistas.

De acuerdo con la Revista de la Sociedad Española del Dolor, algunas instituciones de México que capacitan a especialistas en cuidados paliativos y algología, son:

  • Hospital General de México
  • Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
  • Hospital 20 de noviembre
  • Instituto Nacional de Cancerología (INCAN)

SuMédico buscó a especialistas de diferentes instituciones de salud para conocer sus opiniones sobre la atención de las personas con dolor crónico en México y una de ellas, la algóloga Patricia Hernández, jefa de la Clínica del Dolor del Hospital Juárez, apuntó que a nuestro país “todavía le falta”.

“Nos falta mucho todavía en cuestión de manejo del dolor, pero te puedo decir que ya vamos en camino y que las facultades de medicina actualmente tienen entre su tira de materias la clase de algología”, explica la doctora.

{"field1":"Se está orientando a los médicos de primer contacto sobre la importancia del manejo del dolor y de los fármacos usados para el tratamiento y el manejo de las dolencias","field2":"Patricia Hernández"}

La doctora Hernández apunta que, si estuviera en su poder, le pediría a las personas que fueran a un centro de control del dolor, pero destaca que eso es casi imposible, pues son pocos en el país y en las instituciones educativas, a pesar de que ya se imparte como materia, todavía no se tienen.

“El ISSSTE no tiene un centro para el control del dolor en pacientes crónico-degenerativos, solo lo tiene para las personas afectadas por el cáncer”, explica la experta.

El doctor Plancarte, del INCan, coincide en que faltan clínicas del dolor en nuestro país y precisa que si no se transita al nivel de los órganos legislativos, que son los que modifican las políticas en salud - que deben estar sustentadas en bases científicas pero para su operatividad con recursos económicos - van a seguir faltando.

{"field1":"Se ha platicado de la necesidad a nivel nacional y existen reportes específicos en el Diario Oficial que reflejan precisamente un avance en este campo de diagnóstico situacional. Nos permite ver la necesidad importante de implementar medidas para incrementar la existencia de clínicas y unidades de tratamiento del dolor crónico, que en nuestro país sigue siendo sub-tratado","field2":"Ricardo Plancarte"}

El dolor crónico no solo repercute en la calidad de vida del afectado, también a su entorno

La algóloga del Hospital Juárez, Patricia Hernández, comenta que cerca del 80% de las familias con dolor crónico tienen un estatus muy desorganizado porque hay que cuidar a la persona con la afección y, además, el costo económico es alto.

“Puede tener un cuidador primario, pero también está la parte económica… más si se tiene deficiencia en el tratamiento. Todo esto va a condicionar que el núcleo familiar no tenga el engranaje adecuado”, apunta.

{"field1":"Incluso en cuanto a religión, porque en cuestiones urbanas, la religión no está muy condicionada al equipo familiar, pero en lo rural sí, y muchas veces los pacientes llegan a nuestras unidades en condiciones muy deplorables, porque argumentan que Dios les mandó el dolor","field2":"Patricia Hernández"}

Por todo esto, a veces los especialistas tienen complicaciones para controlar el dolor y la enfermedad. Luego, viene el cansancio por “burnout”, una condición que perjudica a los familiares.

“El dolor neuropático, por ejemplo, es una molestia que no ves y tampoco provoca irritación, moretones, enrojecimiento o hinchazón… simplemente duele. Esto hace que los familiares en muchas ocasiones no le crean al afectado”, lamenta la experta.

{"field1":"Les llegan a decir “lo estás inventando” o cosas como “échale ganas”, y la persona realmente puede tener un dolor de tipo neuropático crónico","field2":"Patricia Hernández"}

“Les decía que me dolía el cuerpo y nadie me hacía caso”

Las caídas que sufrió Susy antes de que la llevaran al hospital no eran nuevas. De pequeña tropezaba constantemente y su madre incluso llegó a pensar que se trataba de una excusa para que la cargara.

“Así crecí. Mis primeras señales del dolor crónico fueron dolencias en las piernas y caídas repetidas. Cuando caminaba, me caía, y mi mamá me regañaba porque pensaba que no podía caminar bien. Según ella, era mi pretexto para que me llevara en sus brazos”, cuenta Susana.

Posteriormente vino su ingreso a la primaria y con ello la clase de educación física, una materia en la que ella se frustraba mucho porque quería hacer las cosas bien, pero no podía.

“Yo me fastidiaba porque les decía que me sentía mal y no me creían. Los profesores me mandaron a hacer el curso, que consistía en carreras, volley y basquet, pero yo era incapaz de hacerlo porque o me caía o me dolían los brazos. Jamás una pelota mía pudo pasar a la otra cancha cuando jugaba al voleibol, nunca pude meter una canasta y tampoco correr…”, evoca Sus.

Su constante malestar hacía que la mandaran con frecuencia a rehabilitación y ahí la situación era “un caos”, porque se terminaba cayendo de todas las máquinas.

“Me decían: no sé qué piensas, pero nada puedes hacer bien en educación física. Así pasé al colegio. Era bien enfermiza y todo me daba, me pasaba cada cosa que me daba miedo porque siempre me llevaban al hospital. Yo le decía al doctor que me dolía el cuerpo y no me hacía caso… nunca lo hicieron”, lamenta.

Al estar en la universidad, Susana tuvo señales más severas. Cuando se sentaba y se paraba, por ejemplo, percibía un dolor intenso en las piernas.

“Terminé la universidad adolorida y en una ocasión consulté a un profesor. Le dije que siempre me dolía el cuerpo, pero me indicó que era por el estrés. Siempre fui de los primeros lugares en la universidad y él lo atribuía a las contracturas. Lo tomé por ese lado”, indica para SuMédico.com.

Susy recuerda que en la boda con su ahora esposo, le dijo a su marido que tenía dolor en el cuerpo, pero él le comentó que cuando la conoció, ella también decía que tenía dolencias.

Nadie me hacía caso. Seguía informándome, pero no detallaba en lo que tenía. Pasaron años de matrimonio y hasta tener relaciones me dolía… era un caos”, confiesa.

La vida laboral de Susy también se vio afectada. Es psicóloga y debido a su condición, solo recibe a pacientes recomendados por sus conocidos. No puede concentrarse con dolor y por ello también ha recurrido a las consultas virtuales de vez en cuando.

“Apuñaló a su mamá, se apuñaló él y los vecinos me trajeron a la señora”

Más de un médico en el mundo tiene experiencias que lo han marcado durante su trayectoria profesional y la doctora Hernández no es la excepción.

Durante su experiencia tuvo a una paciente con esquizofrenia afectada por una caída. Después del tratamiento, la mujer presentó un dolor agudo que se convirtió en crónico.

“Por la propia esquizofrenia, el dolor crónico se volvió todavía más crónico. Su hijo también tenía esquizofrenia y en el trabajo no lo ayudaron. Lo presionaron y lo corrieron porque dejó de trabajar”, relata la algóloga.

{"field1":"¿Lo primero que hizo? Llegar a casa de su madre para platicarle. En estado de presión, la apuñaló y luego se apuñaló él mismo. Era hijo único de la señora y perdió la vida. La mujer quedó grave, pero no falleció. ¿Quién la atiende ahora? ¿Quién provee todo? ¿Quién me la trae? Sus vecinos","field2":"Patricia Hernández"}

¿Cuáles son los síntomas del dolor crónico?

La Cleveland Clinic de Estados Unidos informa que las personas afectadas por el dolor crónico han descrito la sensación de diversas maneras, entre las que se encuentran:

  • sentir que se están quemando
  • dolor severo
  • sensación de haber recibido un disparo (o lo que ellos asocian con haber recibido un balazo)
  • sentir que los aprietan en demasía
  • sensación de rigidez
  • dolor punzante
  • dolencia palpitante (que va y viene)

Susana también llegó a presentar problemas en la digestión, pues todo lo que comía le caía mal.

“No sabía lo que era. Iba al gastro y me decía que no tenía nada. Me regresaba a mi casa y seguía con el malestar”, resalta

“Me mantenían dopada pero no me quitaban el dolor”

Loli asistía a una clínica del dolor en 2014, pero desde que la operaron de la espalda, dejó de ir. La habían canalizado a ese lugar porque se quería evitar el procedimiento quirúrgico y en sus palabras, los médicos la atendieron bien.

Sin embargo, existieron problemas durante su estancia porque la tenían que estar infiltrando mes con mes y al final de todas maneras tuvieron que operarla.

“Me tuvieron con mucho medicamento y al final se tuvo que hacer la operación. Primero me dieron unas pastillas, pero al final me querían poner un aparatito en la columna que despedía morfina. Estuve con lírica, con morfina, con gabapentina… me mantenían dopada pero no me quitaban el dolor”, recuerda.

El dolor que sufría Loli era causado por un nervio prensado de la columna y en la operación la abrieron para limar la zona y liberar el nervio.

Mayo Clinic explica que un nervio pinzado se presenta cuando se ejerce demasiada presión en un nervio por parte del tejido circundante, como cartílago, músculos, tendones o huesos. Dicha presión puede causar sensación de hormigueodolordebilidad entumecimiento.

El nervio pinzado en la parte baja de la columna, por ejemplo, puede ejercer presión en la raíz del nervio, lo que puede ocasionar un dolor que se propaga hacia abajo hasta la parte posterior de la pierna, indica la Clínica Mayo.

De acuerdo con Mayo Clinic, una gran cantidad de personas se recupera de un nervio pinzado en pocos días o semanas, pero en algunos casos, se requiere una operación para aliviar el dolor.

“Después de la operación seguía yendo porque mi nervio quedó irritado. Para poder infiltrarme en la columna tenían que internarme un día completo y no me podía mover para nada, ni para ir al baño. Tenia que estar 24 horas totalmente inmóvil para que la infiltración diera resultado”, apunta.

Loli no tuvo que pagar nada porque la atención fue cubierta por su seguro.

“Nunca me dijeron el costo de mi tratamiento y atención. Solo sé que lo pagó mi seguro”, menciona para SuMédico.com

Foto: proporcionada por Loli

Tratamiento del dolor crónico y el uso del cannabis medicinal

La anestesióloga especialista en dolor crónico y cuidados paliativos, Mafer Arboleda, explica para SuMédico.com que además de la atención multidisciplinaria se requiere un tratamiento con diferentes estrategias de manera combinada.

“Utilizamos algo que llamamos analgesia multimodal, que consiste en algunas medicinas, terapia física y psicológica, meditación, ejercicios de relajación. En algunos casos también usamos inyecciones o terapias complementarias como acupuntura y cannabis medicinal”, detalla la doctora Arboleda.

Con todo esto, en conjunto, se busca mejorar la funcionalidad y calidad de vida de los afectados por dolor crónico.

El cannabis medicinal también puede ayudar a las personas con este tipo de dolencias. La experta indica que uno de los cannabinoides que más abundan y se han estudiado de la planta, el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC).

“Desde una evidencia científica, es el que en realidad ha mostrado que puede reducir el dolor crónico y los síntomas cuando se agrega a los tratamientos tradicionales o convencionales. Aunque el cannabidiol (o CBD) ha mostrado efectos antiinflamatorios, no existen investigaciones clínicas en humanos que confirmen un verdadero efecto analgésico”, abunda la especialista.

Eso sí, Arboleda enfatiza que el cannabis medicinal no es la panacea y no elimina el dolor crónico al 100%. Sin embargo, resulta un gran aliado cuando es usado de manera correcta y bajo la supervisión de expertos en su prescripción.

Algunas recomendaciones de la experta para enfrentar el dolor crónico son:

  • Llevar un “Diario de Dolor” donde se anote al final de cada día el nivel de dolor que se sintió. Esto puede ayudar al médico para que realice un seguimiento de las dolencias.
  • Aprender técnicas de respiración profunda o meditación guiada que ayuden a relajar y aliviar el dolor.
  • Contar con un psicólogo experto en la Terapia Cognitivo Conductual y si no se tiene, buscarlo.
  • Buscar una actividad que se disfrute y con la que puedas estar ocupado y pensando en otras cosas

Para medir el dolor crónico, la doctora Arboleda usa una escala del 0 al 10, donde el 0 equivale a la ausencia de dolor y 10 representa el peor dolor sentido en la vida. Con dicha herramienta de medición se busca que a través del tratamiento combinado se llegue a una intensidad inferior al nivel 4.

“El objetivo no es que el dolor llegue al nivel 0, sino que el dolor se reduzca lo suficiente para que le deje a la persona ser lo más funcional posible y que su vida sea lo más “normal” que se pueda”, aclara.