En esta época del año es común que el frío nos haga cuestionar si de verdad necesitamos bañarnos o si podemos hacerlo un día sí y otro no, o incluso dejar de hacerlo. La idea puede sonar descabellada, ya que culturalmente muchos estamos acostumbrados a darnos un regaderazo diario, ¿pero qué sucedería si no lo hicieras?
James Hamblin, editor de la revista The Atlantic, ya probó lo que representa dejar de bañarse y contó su experiencia en el texto “Dejé de ducharme y la vida continuó”. Él explica que comenzó con este experimento por mera curiosidad.
No dejó de bañarse de un día para otro, sino que fue poco a poco. Empezó a hacerlo un día sí y un día no, después cada tres días y así hasta que dejó de hacerlo por completo, sólo se enjuagaba si se ensuciaba y se lavaba normalmente las manos. Esto también implicó que usara menos jabón, shampoo y desodorante.
“Al principio era una bestia aceitosa y maloliente”, admite Hamblin, ya que su cuerpo estaba acostumbrado a que se bañara diario, pero asegura que con el paso de los días dejó de oler mal, ya que su cuerpo recuperó su estado natural, sin lo agresivos que pueden ser algunos jabones.
Recordemos que en nuestro cuerpo viven bacterias que causan el mal olor, las cuales se alimentan de nuestras secreciones. El uso cotidiano de diversos productos de limpieza altera el sistema natural que tenemos.
Hamblin afirma que dejó de oler mal y que ahora sólo “huele a persona” (no estamos seguros de a qué se refiere y si es aceptable para lo que la mayoría estamos acostumbrados), incluso dice que le preguntó a sus amigos su opinión y ellos le aseguraron que “todo está bien”. “Obviamente, si trabajas en lugares cerrados con personas que están molestas por el olor, intentarlo es desconsiderado”, señala.
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Dejar de bañarse es una tendencia que ha ganado terreno en los últimos años por tener un impacto ecológico. En algunos países se le ha denominado el “movimiento antijabón” que consiste en sólo enjuagar el cuerpo si se ensucia, quienes lo practican aseguran, al igual que en la historia anterior, que no huelen mal.
El mal olor es uno de los principales riesgos de dejar de bañarse, en temporada invernal y en cualquiera, si dejas de hacerlo sólo un día probablemente no tengas mayor problema, pero si es por más tiempo no te aseguramos que tu familia y amigos te sigan viendo de la misma manera.
Quizá lo que hizo Hamblin sea muy drástico, pero incluso investigadores de la Universidad de Harvard han puesto en tela de juicio la importancia de la limpieza corporal diaria, tal es el caso del doctor Robert H. Shmerling, quien explica que bañarse diario puede romper con el equilibrio natural de bacterias en nuestro cuerpo, causando resequedad e irritación en la piel. Además, la suciedad también tiene beneficios para fortalecer el sistema inmunológico.
Sin embargo, Shmerling admite: “Si eres como yo, puede ser difícil imaginar saltarte la ducha diaria, pero si lo haces por salud, puede ser un hábito que vale la pena romper”.
Si a ti también te costaría mucho trabajo dejar de bañarte diario, las recomendaciones que dan los especialistas es evitar jabones que sean muy fuertes y agresivos con la piel y que el baño no dure más de cinco minutos. Aunque sientas frío, te recomendamos que no te saltes este paso y te des por lo menos un regaderazo rápido, tus compañeros del trabajo y la gente que viaje contigo en el Metro te lo agradecerán.