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“La obesidad me provocó una compulsión alimentaria y llegué a comer hasta de la basura”

La depresión hizo que Sebastián se alimentara sin tomar en cuenta su salud; le dijeron que no servía para ser portero en un equipo de futbol, tuvo una decepción amorosa y su vida ya no fue la misma

Escrito en VIDA SANA el

Se suele creer que el disparador principal de la obesidad es la alimentación sin medida y la falta de actividad física, pero en el caso de Sebastián, el entorno tuvo mucho que ver. Quería ser portero de un equipo de futbol, pero le dijeron que no lo iba a lograr y de ahí todo se vino para abajo.

“Tuve un suceso que me marcó, algunas desilusiones, rechazo y llegué a sentirme engañado. Todo eso me hizo buscar algo para ´tapar´. Primero estuve con el alcohol y después con la comida. El alcohol me daba muchas cosas que no tenía cuando estaba sobrio. Después dejé de tomar y empecé a comer”, relata Sebas.

Esa compulsión por comer no se dio de manera leve y en sus palabras, se presentó con la misma intensidad que tenía con el alcohol. Sin embargo, él no pensaba que fuera un problema hasta que se dio cuenta que ya no podía detenerse.

El 12 de noviembre se conmemora el Día Mundial contra la Obesidad, un padecimiento presente en todo el planeta y en el que México ocupa el top 5 a nivel global en 2022.

Foto: proporcionada por Sebas

La obesidad es una enfermedad multifactorial compleja que causa estigma

La referencia utilizada con mayor frecuencia para medir la relación entre peso y talla es el Índice de Masa Corporal (IMC) y basándose en éste, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica lo siguiente sobre la diferencia entre sobrepeso y obesidad:

  • Sobrepeso: se considera así cuando el IMC es igual o superior a 25 kg/m2
  • Obesidad: se presenta cuando el IMC es igual o superior a 30 kg/m2

A pesar de que se trata de una condición que compromete el bienestar de las personas, la obesidad no está considerada como una enfermedad por la sociedad, a pesar de que lo es, y las bromas han sido tan normalizadas, que la gente no comprende que detrás de una persona afectada se encuentran un sinfín de causas que lo han llevado a ese punto.

La Alianza por Salud Alimentaria refiere que México ocupa el quinto lugar de obesidad en el mundo y se estima que se incremente en 35 millones para los siguientes 10 años.

Para el 2030, el Atlas Mundial de Obesidad reporta que más de mil millones de personas en todo el planeta vivirán con esta condición. La obesidad no solo perjudicará a las mujeres (1 de cada 5) o a los hombres (1 de cada 7), sino que también pondrá a prueba la salud de los menores, en especial del 13% de la población pediátrica y adolescente.

La Alianza por la Salud Alimentaria indica que actualmente hay 21 millones de mujeres y 15 millones de hombres con obesidad en nuestro país. Se estima que en 2030 habrá un incremento anual del 1.6% y el 36.8% de los mexicanos lo tendrán.

El problema no solo está en que la persona tenga esta condición, sino que la población suele juzgar a las personas con obesidad por su físico y no ve sus habilidades.

El doctor Bernardo Rea, uno de los fundadores de la sociedad civil sin fines de lucro "Obesidades", cuyo objetivo visibilizar la obesidad como un padecimiento crónico multifactorial, brindar el acceso a tratamiento adecuado y eliminar los estigmas, indica para SuMédico que a las personas con obesidad se les suele considerar faltos de voluntad, glotones y culpables por la manera en la que se ven.

“Todo esto hace que la persona con obesidad tenga actitudes negativas y creencias negativas debido a que existen prejuicios. Se sienten culpables porque se autodevalúan y aceptan los estereotipos”, detalla el especialista, quien antes tenía era obeso y ahora busca informar a las personas de todo lo que conlleva.

Para las personas, la obesidad es una cuestión de falta de capacidades y de mala imagen. Para la OMS, es la epidemia del Siglo XXI y cada año fallecen, como mínimo, 2.8 millones de individuos por obesidad o sobrepeso.

{"field1":"Es una enfermedad. Uno no elige ser obeso. Son muchas circunstancias que llevan a esto. La adicción a la comida llega a ser del mismo grado que a las drogas y el alcohol. Hoy mi mayor logro es sentirme vivo. Cada vez que me despertaba era volver a decir “otra vez de vuelta”. No veo el momento de dormir y quedarme dormido para siempre","field2":"Sebas"}

La gente tiene un concepto erróneo de la obesidad, indica el doctor Rea, pues el término se ha ido modificando. Antes, cuando él estudiaba medicina, le decían que la obesidad era tener un IMC arriba de 30 y ahora se describe como una enfermedad crónica caracterizada por una acumulación excesiva de grasa que repercute en la salud.

“Eso no habla de cuánto pesas o de tu estatura, sino de que tiene un impacto negativo. Esa es la definición actual. Los órganos más afectados de estas personas son el tejido adiposo y el sistema nervioso central, porque hay una mala regulación en los sistemas de apetito y recompensa”, menciona.

Foto: proporcionada por Sebas

“Cuando tienes obesidad sientes que puedes solo y que no estás enfermo. No quería que se metieran en mi vida”

El doctor Rea apunta que hay posiciones encontradas sobre si la obesidad es un tema tabú, pues la ciencia dice que hay alteraciones fisiológicas que dan signos y síntomas, pero hay gente que por tanto estigma, no quieren que se les diga que su salud no es la adecuada.

“Dicen ´a mí no me digas que estoy enfermo´. Hay otros que han sido tan maltratados y discriminados, que recurren a ese mecanismo de decir “no te metas conmigo ni con mi cuerpo”. Es algo entendible”, aclara el maestro en administración de servicios de salud.

Sebas recuerda que su familia le recomendaba parar y que “ya estaba muy gordo”, que debía ver a un médico. Pero a esas alturas, las recomendaciones de los demás ya eran pasadas por alto.

“Uno en esas cosas no le hace caso a la familia. Sigues pensando que puedes solo o que no estás enfermo. Me molestaban los comentarios y me sentía muy intolerante, impulsivo hacia ellos. Contestaba y les decía cosas que nada que ver. Ellos se preocupaban por mi salud, pero yo no quería que se metieran”, relata.

Su reacción se debía a que él sabía que se encontraba mal, pero no quería que se lo recalcaran. En lo laboral también vio afectaciones, pues se le hacía que no podía entrar al automóvil ni estar en sus negocios por tanta obesidad que tenía.

“Las personas me veían de manera seria. Es una vida muy triste porque uno busca llenar algo con la comida, pero no tiene un tope. Uno sigue comiendo y no se llena nunca, nada te hace feliz”, lamenta.

Su disparador fue la oportunidad truncada de jugar futbol en la primera división local, con el equipo de sus amores, defendiendo la portería.

“Me dijeron que no servía para el arco y que fuera a buscar otro club. Lo tomé como una desilusión grande y antes de buscar otras posibilidades, lo percibí como un abandono y lo hice castigo para mí”, abunda Sebas.

El problema no se quedó en lo deportivo, sino que también pasó a extra-cancha, pues ese mismo año tuvo una desilusión amorosa. El cúmulo de situaciones abrió la puerta de las compulsiones y la obsesión por la comida.

“Lucho con la obesidad desde 2018. Pesaba 315 kilos y hoy estoy en 210. Es muy duro, pero sigo peleando. No me quise operar y todo es a través de ejercicio físico y mental, con pesas y trabajo psicológico, psiquiátrico, médico… me está viendo un equipo multidisciplinario”, explica Sebas.

Su objetivo en estos momentos es llegar a los 115 kilos, pero dice que va tranquilo y motivado por las cosas que le han sucedido en la actualidad.

“Ahora puedo caminar, hablar, respirar mejor, no tengo tanta gastritis, tampoco tanta apnea del sueño, mis piernas eran el triple de las que tengo… pude haber tenido diabetes, pero no tengo, gracias a Dios. También tenía presión alta, pero hoy no la tengo. Son muchas cosas. Las personas solo piensan que es estar gordo, pero uno acarrea muchas enfermedades”, abunda.

Su momento más difícil con la obesidad, indica, fue el verse en el espejo y se autodescribe como “un monstruo”.

“Siempre pongo “la bestia” porque mido 1.95 y con mi peso parecía un ropero. Me costó mucho volver a mirarme, cambiarme y quererme. Fue realmente muy doloroso. Ahora me hecho ganas, no me puedo fallar… es aliento más que nada”, comenta.

Él explica que en Argentina, su país natal, las empresas ponen propagandas con alimentos, pero nunca les indican cuántas calorías representa lo que muestran al público. Esto hace daño y la gente no se da cuenta.

Otro factor que incrementa la falta de comprensión hacia la obesidad es el bullying, pues la gente con esta condición sigue viviéndolo.

{"field1":"No se mientan a sí mismos, esto es un proceso difícil, pero vale la pena luchar por uno. Lo principal es hablarlo y saber que tienen un problema hacia la comida, que no se puede decir “basta”. Son cosas anormales. Yo llegué a comer carne cruda y también consumí cosas de la basura. En el proceso de recuperación, lo importante es ponerse metas cortas, que se puedan cumplir","field2":"Sebas"}

“Empecé con obesidad en la primaria”

Es raro que un doctor comprenda lo que viven sus pacientes, pues en muchas ocasiones son personas sanas que estudian la carrera y dominan su campo, pero en el caso de la obesidad, Bernardo Rea entiende la situación porque la vivió y sabe de lo que se trata.

“Empecé en la primaria y siempre fui más grande, pero me di cuenta mucho tiempo después. Decía “no me gusta el futbol”. Hice que no me gustara porque no me sentía cómodo ni que me dieran balonazos. Tampoco me gustaba ir a la playa con mis amigos. Me costó mucho trabajo”, indica.

A él le hicieron la operación cuando ya era médico y rememora que a él también le costó trabajo entender que vivía con una enfermedad.

“Mucho tiempo viví como muchas personas y me decía a mi mismo que si me aplicaba bajaba, pero lo hacía, lo conseguía y volvía a subir. Esto era porque lo hacía en dietas restrictivas, en decir que iba a seguir un plan. Cuando pasa un tiempo, te cansas y ya no puedes sostener eso”, cuenta Bernardo.

En 2018, decidió tener un hijo y cambiar porque no quería dejar a su esposa sin soporte y con un pequeño.

“Decidí operarme a los 32 años cuando tenía prediabetes, hipertensión, ácido úrico elevado y colesterol alto. Nunca fui depresivo, pero sí te afecta en lo emocional. Fue moldeándome hasta decir que no me gustaba hablar en público o que me vieran”, agrega.

{"field1":"Hoy estoy mejor que antes, pero todavía mi cabeza me dice que me acabe cosas que mi cuerpo ya no necesita. Me operaron el cuerpo, pero mi cabeza sigue siendo la misma. Ahora recuerdo lo que me costaba abrocharme las agujetas y hoy puedo hacerlo, pero la lucha sigue","field2":" Bernardo Rea"}

 “Hoy abro los ojos y sé que vienen varios kilómetros caminados”

A pesar de que vivió momentos difíciles con su condición, Sebas ha cambiado la manera de ver la vida y ahora tiene un propósito.

“Hoy cuando abro mis ojos, sé que tengo que trabajar, que tengo que hacer varias cosas y que vienen varios kilómetros caminados, pero despierto con felicidad, sabiendo que la vida es una sola y que voy feliz por lo que voy logrando”, comenta.

{"field1":"De aquí a 5 años me veo llegando a mi peso saludable, una persona que quiere conquistar todos sus sueños, ayudar a las personas y en especial a las personas obesas. Sé lo que se siente, lo que se padece y cómo poder salir adelante","field2":"Sebas"}

Sus objetivos no se quedan ahí. Después de lograr esas metas, desea formar una familia y darles una alegría a sus padres demostrándoles que está bien.

“Yo sé que mi sueño más grande es llegar a los 115 kilos y voy por eso. Ahorita tengo 210 y quiero llegar a 200… me voy sacando 5 o 6 kilos hasta llegar a mi objetivo. No me pongo sueños imposibles y eso le recomiendo a las demás personas”, concluye.