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¿Qué es la “estufa interior” de los bebés y por qué es importante?

Los bebés nacen con una estufa interior que les permite compensar las deficiencias para poder regular su temperatura corporal

Escrito en SOY MAMÁ el

¿Sabías que los bebés tienen una “estufa interior”? Aunque suene raro, es una realidad y lo más importante, es que cumple con una función básica para el desarrollo y la supervivencia de tu bebé. A continuación, te decimos todo al respecto.

Hay muchas curiosidades sobre los bebés que apenas se están descubriendo y sin duda, entre las más interesantes está el hecho de que nacen con una “estufita”.

(Foto: Pexels) 

¿Qué es la “estufa interior” de los bebés?

De acuerdo con un artículo publicado en la BBC Mundo, muchos mamíferos nacen con esta llamada estufa interior, que aunque no es muy potente, cumple con una función primordial, que es la proporcionar calor al cuerpo cuando se necesita compensar el que se pierde.

Esta estufa se trata de la grasa parda, que es característica de los mamíferos que hibernan y también de los bebés humanos.

(Foto: Pexels) 

Para comprender mejor cómo funciona, es importante tener en cuenta que los humanos, somos capaces de mantener una temperatura corporal constante gracias al metabolismo que produce una gran cantidad de calor.

Ajustando las ganancias y las pérdidas, la temperatura no experimenta variaciones que pudieran poner en riesgo a la salud.

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Sin embargo, es imprescindible que en nuestro cuerpo exista una fuente de calor interna, ya que sin ella la regulación térmica no es posible. Generalmente, la actividad metabólica es suficiente para esa producción de calor, pero en los recién nacidos, se cuenta con la grasa parda, un tejido con el objetivo específico de producir calor. 

(Foto: Pexels) 

La grasa parda cumple una función esencial en los mamíferos que hibernan, puesto que es la fuente de calor que permite reiniciar la actividad.

Grasa parda es fundamental para los bebés 

Gracias a la grasa parda, los mamíferos recién nacidos, como los humanos, compensan la dificultad que tienen para calentarse como lo hacen los adultos y la gran tendencia a perder calor que experimentan por el hecho de ser tan pequeños.

En los bebés recién nacidos, esta grasa parda puede representar un 5% de la masa corporal. Como son tan pequeños, tienen una superficie corporal muy grande con relación a su volumen (o masa), por lo que, comparativamente, pierden mucho más calor que las personas grandes o adultas.

Por otro lado, los bebés también tienen una cabeza de gran tamaño (en relación con su masa), lo que es un problema porque la cabeza es la parte del cuerpo por donde más calor pierden.

(Foto: Pexels) 

Si esto no fuera poco, debido al limitado desarrollo del tejido muscular, no son capaces de tiritar ni de realizar ningún otro tipo de contracción muscular efectiva. De manera que los bebés tienen muy buenas razones para tener un tejido específico que funcione como una “estufa interna”, es decir, que produzca calor.

Grasa parda se mantiene en la edad adulta y facilita ser delgado 

Juan Ignacio Pérez Iglesias, catedrático de fisiología de la Universidad del País Vasco, explica que al crecer, los humanos adquieren la capacidad de tiritar y de contraer la musculatura general, lo que hace que poco a poco se vaya perdiendo la grasa parda. Sin embargo, se descubrió que algunas personas adultas no la pierden por completo.

No se sabe por qué algunos la pierden y otros no, pero investigadores han detectado que quienes no la han perdido están más delgados que los demás.

(Foto: Pexels) 

Es probable que gracias al metabolismo que alimenta a determinados lípidos relacionados con la grasa parda, una parte de la energía absorbida se disipa en forma de calor, de manera que no se deposita en los tejidos y se controla mejor el peso.

¿Sabías de la existencia de la estufa interna de los bebés?

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(Con información de BBC y The Conversation)