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Las consecuencias de minimizar las emociones de los niños

Ocultar las emociones de los niños pidiéndoles que no lloren o que no exageren cuando algo los hace sentir mal genera problemas en su edad adulta

Escrito en SOY MAMÁ el

Actualmente, se tiene la idea de que llorar y demostrar las emociones es algo negativo, un símbolo de debilidad o hasta de inferioridad, lo que ha hecho que erróneamente, muchos padres opten por prohibirle a su hijo llorar o simplemente, minimizar las emociones de los niños diciéndoles que “no es para tanto”.

Al respecto, especialistas en desarrollo infantil señalan que, a largo plazo, estas reglas tienen efectos negativos en la salud emocional de los pequeños, convirtiéndolos en adultos con problemas para lidiar con sus emociones.

Podría decirse que se les da una especie de anestesia emocional para que los niños estén lo más lejos posible de emociones negativas como la tristeza, el coraje, el miedo y la frustración, pero ¿cómo les afecta adormecer sus emociones?

Minimizar emociones de los niños

Existen cientos de frases que usan los padres para intentar que los niños no experimenten emociones negativas, como “no seas exagerado”, “si lloras no te voy a hacer caso”, qué no te da vergüenza” o “por favor, no llores más”, como su fuera cuestión de apretar un botón para desactivar la tristeza o la frustración.

De igual forma, cuando no permitimos que un niño exprese rabia o miedo, simplemente porque la sociedad nos dice que debemos sentirnos felices y alegres a pesar de que no experimentarlo realmente, hay un inhibidor emocional que poco a poco, hace que los pequeños prefieran ocultar sus sentimientos.

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Otro error además de minimizar las emociones de los niños o hasta prohibirles llorar, es pedirles que se tranquilicen ellos solos, lo que no funciona porque, de acuerdo a un artículo de Rafa Guerrero, psicólogo y doctor en educación, los pequeños no suelen tener suficiente desarrollo cerebral ni disponen de estrategias de autorregulación emocional eficaces para hacerlo por sí mismos, así que siempre necesitan de un adulto que los ayude a controlarse. Si les decimos “cuando estés más tranquilo me dices”, entonces les dejamos la responsabilidad de regular sus emociones y ningún niño lo logra por el simple hecho de decirle “tranquilízate”.

¿Cómo hacer que un niño lidie de forma saludable con sus emociones?

Principalmente, es imprescindible comprender que los niños deben crecer y desarrollarse en contextos donde sus emociones, sean las que sean, no estén prohibidas y que puedan expresarlas libremente. Debemos estar cerca de ellos cuando estén teniendo miedos, tristeza y frustraciones, siempre escuchando y aceptando que tarde o temprano, pasaran por esas emociones, aunque sea en pequeñas dosis.

Solo permitiendo que experimenten con todo tipo de emociones lograremos que, cuando sean adultos, sean capaces de lidiar con ellas y, sobre todo, de reconocerlas, sabiendo que son sentimientos totalmente naturales y sanos que pueden gestionarlos por si mismos. Así que, el mejor antídoto para el fracaso emocional es permitir que desde una edad temprana, los pequeños tengan la libertad de sentirse tristes, rabiosos y celosos ante algunas circunstancias de la vida.

La función de los padres es permitirles sentir esas emociones y acompañarlos en ese camino difícil, de manera que aprendan a lidiar con los duelos, a tolerar la frustración, a esperar y a luchar por si mismos para alcanzar sus metas, siempre con la capacidad de gestionar la vergüenza y enfrentar sus miedos. Una buena forma de comenzar a dar apertura a todas las emociones de los niños es dejando de lado esas frases que anestesian las emociones y empezar a preguntar “¿cómo te sientes?” en lugar de simplemente “¿cómo estás?”.

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