Normalmente un bebé nace con poco más de tres kilos de peso y 50 centímetros de talla. Sin embargo, existe alrededor de un 10% de los nacimientos, en el que este crecimiento fetal se ralentiza y el bebé llega al mundo con un bajo peso, por debajo de los 2.5 kilos.
Investigadores del BCNatal, el área maternofetal del Hospital Clínic y el Sant Joan de Déu de Barcelona demostraron que con una intervención dirigida de mindfulness (programa de relajación en el embarazo) o dieta mediterránea a la madre durante el embarazo reducen un tercio la frecuencia de bajo peso al nacer. Esto representa el primer paso en el abordaje de algunos problemas en el embarazo.
“No hay nada, ningún tratamiento ha tenido éxito. Sabemos que hay una asociación entre el estrés y la calidad de la nutrición: habíamos caracterizado la asociación entre el estrés y la mala alimentación, pero no sabíamos si esto se podía abordar cambiando el estilo de vida”, señaló Eduard Gratacós, director de BCNatal y autor del estudio, que fue publicado en la revista JAMA.
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Consecuencias del bajo peso en los bebés
En los casos más graves, eleva el riesgo de mortalidad perinatal
Retrasos en el neurodesarrollo
Problemas en la salud metabólica y cardiovascular
El estudio Impact Barcelona
El planteamiento con el que arrancó el estudio denominado Impact Barcelona, fue intentar cambiar el estilo de vida de la madre, para ver si tenía impacto, no solo en la calidad de vida de la gestante, sino también en el desarrollo del feto.
Para ello, los investigadores analizaron durante tres años a más de mil 200 embarazadas con alto riesgo de que el bebé naciera con peso bajo, por ser gestantes de edad avanzada, con enfermedades de base, fumadoras o con complicaciones en embarazos previos.
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El desarrollo del estudio
Los investigadores dividieron a las gestantes en tres grupos: un grupo de control al que no se le haría ninguna intervención, otro que se sometería a una dieta mediterránea y un tercero que se reforzaría con ejercicios de mindfulness.
“Al segundo grupo se le modificó el patrón alimentario general, incorporando cereales integrales, dosis correctas de proteínas, muchos vegetales y frutas, y, además, tenían una visita mensual con una nutricionista que modifica su pauta de comer”, explicó la doctora Francesca Crovetto, del Hospital Sant Joan de Déu.
Mientras que el tercer grupo fue sometido a un programa de ocho semanas de mindfulness para reducir el estrés, con sesiones una vez por semana, de meditación y yoga guiado por una instructora e, incluso, con un día entero de retiro.
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El resultado del estudio
El resultado fue “claro y contundente”, al respecto dijo la doctora Fátima Crispi, del Servicio de Medicina Maternofetal de BCNatal y coautora del estudio.
“Sabíamos que, mejorando la nutrición y el estrés de las madres, mejorábamos su bienestar. Pero logramos también reducir el porcentaje de bebés que nacieron con bajo peso”.
En el grupo control, el 21.9% de los bebés tuvieron un tamaño por debajo del percentil 10, el umbral para considerarlo bajo peso.
En el grupo al que se le modificó el patrón alimentario, el porcentaje de niños con retraso en el crecimiento gestacional fue de 14% y, entre las madres que participaron en el programa de mindfulness, las criaturas con bajo peso fueron el 15.6%.
“Es un cambio de paradigma. Una de las cosas que sugiere Impact es que no solo se reduce el bajo peso, sino que cambia también la configuración cerebral de la madre y el feto, cambia la microbiota, hay cambios epigenéticos e, incluso, puede producir cambios en el ADN”, concluyó el doctor Gratacós.
A pesar de los resultados obtenidos, requieren más investigaciones para que sea aplicable ahora, pues necesitan determinar los efectos de estas intervenciones en todas las personas embarazadas y comenzar antes del embarazo.
(Con información de El País)