La Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos gracias a un nuevo estudio puede explicar la función de la vitamina D y el cómo bloquea las células inmunes que causan daños por la migración al sistema nervioso central, esto como lo afirmaron los científicos puede prevenir o aliviar los síntomas de la enfermedad neurodegenerativa.
Los resultados se publicaron en The Proceedinga of the National Academy of Sciences, la inquietud de los expertos para entender el papel de los nutrientes comenzó al ver que la enfermedad es más prevalente en las regiones del mundo más lejanas del ecuador por el poco sol recibido, hay que recordar que es la fuente natural de vitamina D.
Aunque hay un ensayo clínico de suplementos de vitamina D en pacientes con esclerosis múltiple en la Universidad Johns Hopkins y en otros lugares los ensayos son en su mayor parte con animales. “Con esta investigación, vimos que la vitamina D previene que las células inmunes perjudiciales viajen en el cerebro”, comentó la coordinadora del estudio, Anne R. Gocke.
Gocke afirma que con esta revelación se puede aprovechar un mecanismo natural de forma efectiva y más segura que las drogas contra la esclerosis. Se cree que este padecimiento es un trastorno autoinmune, causado cuando el sistema inmune ataca erróneamente las propias células de una persona, en este caso, la proteína grasa llamada mielina que aísla los nervios y ayuda a enviar señales eléctricas que controlan el movimiento, el habla y otras funciones. El sistema inmune prepara las llamadas células T en los ganglios linfáticos del cuerpo para buscar y destruir la mielina, lo que puede llevar a visión borrosa, debilidad y entumecimiento.
Contra los síntomas de la enfermedad
En su estudio, Gocke y sus colegas notaron que altas dosis de vitamina D en roedores con una forma de esclerosis múltiples estuvieron protegidos de los síntomas de la enfermedad. Los investigadores todavía hallaron un gran número de células T en el torrente sanguíneo de estos ratones pero muy pocos en sus cerebros y las médulas espinales, de forma que la vitamina D no parece causar inmunosupresión global, señala Gocke, quien ve “interesante” la preparación de la células T están preparadas y lejos de los lugares del cuerpo donde pueden hacer más daño.
La investigadora subraya que la vitamina D puede reducir la velocidad de un proceso de fabricación de una sustancia pegajosa que permite a las células T agarrarse a las paredes de los vasos sanguíneos, lo que hace que las células T permanezcan en la circulación y les impide la migración hacia el cerebro. No obstante, lamenta que el tratamiento con vitamina D parece tener unos efectos inmunosupresores fugaces, de forma que cuando se retira, la esclerosis múltiple en forma de ataques de asma ocurre en los roedores.
“Si un paciente desarrolla una infección y el cuerpo parece demasiado inmunocomprometido para luchar contra ella, interrumpir el tratamiento con vitamina D temporalmente podría permitir rápidamente al sistema inmunológico recuperarse y atacar la infección”, subrayó Gocke.
Medicamentos actuales de inmunosupresión para la esclerosis múltiple, como natalizumab y fingolimod, tardan entre seis y 12 semanas en ser eliminados del organismo. “La vitamina D puede ser una terapia muy segura”, apuntó Peter A. Calabresi, profesor de Neurología de la Universidad Johns Hopkins y coautor del estudio. Todavía tenemos que tener cuidado, no es sólo una vitamina, porque en realidad es una hormona. Cuando los animales dejaron de tomarlo, el sistema inmunológico se reactivó”.
Con pruebas clínicas sobre la administración de suplementos de vitamina D en curso, nadie está seguro de si realmente funcionará para prevenir o retrasar la progresión de la esclerosis múltiple en seres humanos. Esta nueva investigación, según Calabresi, puede ofrecer la oportunidad de estudiar las muestras tomadas de los participantes para ver si la vitamina D está teniendo el mismo efecto en las células humanas que en los ratones. Se trata de un trastorno que, por lo general, afecta a las personas con edades comprendidas entre los 20 y 50 años y que se da entre dos o tres veces más en mujeres que en hombres.
(Con información de ABC España)