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El día que el cubrebocas se volvió imprescindible

Hace cinco años se declaró la emergencia sanitaria por la epidemia de influenza AH1N1.

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El 23 de abril de 2009, el gobierno de México anunció la suspensión de clases en el Distrito Federal y el Estado de México debido a una emergencia sanitaria, provocada por un agresivo brote epidémico de influenza AH1N1. Tres días después un segundo anuncio indicaba que se cancelaban las clases y otras actividades públicas, en toda la República.
 
A cinco años de distancia de aquel brote epidémico, en el que los cubrebocas se volvieron distintivos de la población mexicana, el saldo oficial indica que el virus provocó mil 172 muertes y pérdidas económicas por 75 mil millones de dólares.
 
Un lustro  después, a pesar de contar con más conocimiento sobre el virus, un nuevo brote epidémico de AH1N1 asaltó a los mexicanos en los primeros meses de 2014, provocando 704 muertes en tres meses.
 
Días de aislamiento social
La noche del 23 de abril de 2009 una noticia se dispersó rápidamente entre los mexicanos: el gobierno de la República ordenó la suspensión de clases en todos los niveles de estudios del Distrito Federal y Estado de México. La causa era una epidemia. Era jueves y por eso muchos reaccionaron con incredulidad.
 
A la mañana siguiente, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, informó que desde el 18 de marzo se había registrado un incremento sorpresivo en el número de infecciones graves de vías respiratorias, algunas de las cuales habían desembocado en la muerte de los pacientes infectados. Hasta esa mañana, la cifra oficial de personas infectadas era de 4 mil 4 enfermos y 60 fallecidos.
 
México no contaba con un laboratorio para hacer detección rápida del virus que estaban enfermando a las personas. Por esto, la Secretaría de Salud envió al Laboratorio Nacional de Salud de Canadá 51 muestras biológicas colectadas en casos que se habían registrado desde el 18 de marzo.  
 
Pocas horas antes de que se anunciara la suspensión obligatoria de clases, el jueves 23 de abril, el laboratorio canadiense informó que en las muestras mexicanas estaba presente una mutación desconocida y nueva del virus de la cepa influenza porcina AH1N1.
 
Se supo entonces que era influenza. Se le llama gripe aviar o gripe porcina porque generalmente el virus habita temporalmente en esos animales domésticos antes de transmitirse al ser humano.
 
El temor era grande ya que en el siglo XX se presentaron cinco epidemias de influenza de gran magnitud, una de las cuales, ocurrida en 1918, mató a más de dos millones de personas.
 
La noche del domingo 26 de abril el gobierno mexicano anunció que la suspensión de clases se extendía a toda la República y que se adoptarían medidas extremas para frenar el contagio.
 
Desabasto de cubrebocas
El lunes 27 de abril de 2009, soldados del Ejército Mexicano salieron a las calles para entregar seis millones de cubrebocas para tratar de disminuir la velocidad de contagio del virus AH1N1. 
A pesar del gigantesco esfuerzo de la Secretaría de la Defensa, fue insuficiente la distribución de cubrebocas en una zona metropolitana con más de 20 millones de pobladores y comenzó el desabasto de estas herramientas en farmacias públicas y privadas.
 
Las observaciones clínicas ya señalaban que el virus se transmite rápidamente, pero no se sabía qué tan mortífero resultaba. Esta facilidad para contagiarse hizo que se profundizaran las medidas de aislamiento social.
 
A nivel nacional se le otorgó al presidente Felipe Calderón la facultad de suspender actos públicos y declarar cuarentena. Una de las primeras decisiones fue posponer el fin del periodo para la declaración anual de impuestos hasta el 1 de junio. El Banco Mundial anunció un fondo de asistencia inmediata de 25 millones de dólares y una línea adicional de otros 180 millones de dólares para hacer frente a los brotes.
 
En la Ciudad de México se decretó el cierre de establecimientos mercantiles durante diez días. Los huéspedes de los hoteles tenían el derecho a solicitar sus alimentos mediante el servicio a la habitación o room service sin cargo extra y se ordenó que los vagones del metro se limpiaran totalmente por dentro cada 24 horas, considerando especial cuidado en la limpieza de pasamanos y barandales.
 
La Arquidiócesis de la Ciudad de México suspendió todas las misas a celebrarse en las iglesias católicas del área Metropolitana, llevándose a cabo únicamente una ceremonia a puerta cerrada en la Catedral Metropolitana y transmitida por radio a la población, en la cual se rezó por la epidemia en México.
 
A nivel social y de vida cotidiana algunos cambios de conducta comenzaron a darse, por ejemplo, al observar a una persona en la calle con resfriado o gripe la gente solía alejarse de ella con el argumento de que podría ser influenza.
 
Por la noche del día 27 y la madrugada del 28 de abril y ante rumores de un inminente cierre de los negocios del Distrito Federal, a pesar de que se ha garantizado el abasto de víveres, se registraron compras de pánico en varios supermercados de la ciudad, volviendo a la normalidad por la mañana.
 
La Federación Mexicana de Futbol anunció que sus partidos se realizarían a puerta cerrada y que se devolverían las entradas de los boletos. Las salas de cine de las cadenas Cinemex y Cinépolis cerraron sus puertas y conciertos programados para presentarse en el Auditorio Nacional, como los del grupo finlandés The Rasmus y el dueto mexicano Ha-Ash se suspendieron y la exhibición de autos clásicos Concurso de la Elegancia de México también fue cancelado.
 
Por primera vez en su historia, se suspendió la Feria de San Marcos de Aguascalientes como medida precautoria para evitar contagios.
 
Aprender de la experiencia
En entrevista con SUMÉDICO en el marco de la Cumbre Sanofi, que reunió a mil 500 médicos en Cancún, Quintana Roo, el doctor Marte Hernández Porras, infectólogo del Instituto Nacional de Pediatría y coeditor de la Revista de Enfermedades Infecciosas en Pediatría, dice que en aquellos primeros días del brote epidémico de 2009 la población y las autoridades luchaban a ciegas contra un enemigo desconocido y con el antecedente de los dos millones de muertes provocadas en 1918 por otra pandemia de influenza.
 
Hoy las condiciones son diferentes al haber descifrado al virus, probado tratamientos que funcionan con éxito si se administran en las primeras 48 horas, además de contar con vacunas específicas contra esta cepa de influenza AH1N1. Sin embargo, mira con preocupación el descuido que se observó en 2014 frente a este virus mortal.
 
“Los datos de 2014 son muy ilustrativos de lo que puede ocurrir si no hay cuidado. En sólo tres meses se disparó el número de contagios a 6 mil 722, de los cuales murieron 704. Esto se puede comprender si consideramos que en nuestro estilo de vida estamos en ambientes que pueden ser explosivos desde el punto de vista del contagio, como ocurre en el metro de la Ciudad de México, donde millones de personas se transportan con distancias inferiores a 50 centímetros unos de otros”, dijo el doctor Marte Hernández, quien pide no bajar la guardia frente a la influenza AH1N1 y hacer uso de la vacunación en los grupos de más riesgo.
 
Cinco años después del brote que paralizó a todo el país el saldo de aquella emergencia está a la vista. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), informaron que las pérdidas económicas para México, a raíz del brote epidémico fueron cercanas a los 57 mil millones de dólares.