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¿Existe el síndrome post vacacional?

Inexorablemente comienza el 2023, y con ello se termina el período de vacaciones de invierno, y con su consecuencia, hay que volver a la rutina (buena o mala) y al trabajo o a la escuela

Escrito en OPINIÓN el

Se nos abalanza, nos cae de súbito, parece que poco podemos hacer, pasan las hojas del calendario, inexorablemente comienza el 2023, y con ello se termina el período de vacaciones de invierno, y con su consecuencia, hay que volver a la rutina (buena o mala) y al trabajo o a la escuela.

Las vacaciones significan:

  • cambios en los horarios
  • en muchas ocasiones desplazamientos geográficos a sitios bonitos que tienen su encanto
  • relajamiento de los hábitos de dieta
  • hacer las cosas más por disfrute que por obligación
  • convivir con amigos y familiares, incluso con extraños, sonreír, gozar, darnos la oportunidad de levantarnos tarde, de desvelarnos, de jugar, de beber, de pasear, de conocer; en fin, de todo lo que no es posible en cantidad y medida en nuestros días habituales.

¿Existe el síndrome post vacacional?

Planteado este panorama, ahora vamos a complicarlo: qué sucede con el retorno de un día para el otro a lo cotidiano, a los horarios, a la escuela, a la oficina, a la ciudad, a la vida real donde tenemos que pensar en global y no sólo en el día a día, tenemos que cuidar nuestros hábitos, de hecho, no está prohibido gozar, pero tenemos que programarlo y planearlo con tiempo para que pueda pasar de la mejor forma.

(Foto: Especial)

Este año el calendario traicionó un poco más que en otros años, el descanso comenzó muy pronto iniciando la segunda quincena de diciembre y, por lo tanto, se termina casi inmediatamente de haber dado las doce campanadas del cambio de año, tan pronto como el 2 de enero.

Situación de las conocidas como facilitadoras del conocido como síndrome post vacacional: el regreso súbito, casi agresivo al trabajo, de estar en el reposo un día nos vamos a despertar, bañarnos, arreglarnos y correr a las citas obligadas. Este síndrome se completa de síntomas en el área física y en el área emocional y psicológica.

En lo físico, estamos drenados de energía, con los horarios de sueño y vigilia muy, pero muy desacomodados, y que decir de la hora del desayuno, de las colaciones, de la comida y de la cena, sin punto de anclaje para poder sublimar la voluntad y regresar a hacer ejercicio. 

En suma, un desastre de organización. A nivel psicológico, con la sensación embotadora de fatiga, tristes, apagados, sin empuje, y con una brusca sensación de vacío donde repentinamente tenemos la necesidad de recuperar la capacidad de disfrutar con cosas diarias, sin la facilidad que nos proporcionan los eventos extraordinarios que vivimos en las semanas anteriores.

(Foto: Especial)

Tenemos que lidiar con la incertidumbre de cuándo vamos a volver a tener unos días así de bonitos, o de cómo vamos a hacer para volver a sentirnos bien en la vida habitual. Sensaciones y emociones que pueden ser apabullantes y hacernos sentir derrotados y empeorar el ya de por si deplorable cuadro que acabamos de describir.

La noticia buena en todo esto es que no somos simples marionetas en el juego de las fechas, hay mecanismos que podemos activar para mejorar.

El primero ya lo delimitábamos hace un par de párrafos. No programar el retorno a casa el día previo al inicio del trabajo, planearlo un par de días antes.

Comenzar a normalizar las rutinas poco a poco y no forma súbita, irnos acostando más temprano, levantándonos un poco más pegado a la rutina, hacer algo de ejercicio, ir ordenando poco, pero haciéndolo, la agenda para los días de la siguiente semana.

(Foto: Especial)

En trabajo mental, ir cambiando un par de expectativas: que no hay disfrute fuera de la gozadera de las vacaciones, y, que muy difícilmente vamos a acostumbrarnos a la rutina.

 Nada más falso que eso, lo cotidiano logra tener su encanto, el orden con salpicaduras de espontaneidad seguro nos sacarán de nuevo sonrisas. El malestar, que es esperable que pase, se va a ir quitando hasta desaparecerse, no todos nuestros días van a ser tan malos como el primero y segundo de volver a la oficina.

A ponernos la vacuna, obligarnos a normalizar los horarios de sueño levantándonos temprano, jalarnos las orejas para tener actividad física, organizar agenda, controlar los gastos, comer de forma moderada, acomodar los hobbies como la ingesta de alcohol en los días y lugares indicados; y sobre todo, tener la total confianza de que estos días pasarán.