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Síndrome de la vagina muerta, ¿cómo afecta el placer?

Cuando hay problemas para alcanzar el orgasmo, el uso exagerado de vibradores empieza a aparecer y puede causar síndrome de la vagina muerta

Escrito en OPINIÓN el

Dice el dicho, “Nada con exceso, todo con medida”, y en el sexo esto no es la excepción. Si bien el uso de los juguetes sexuales es un plus en la relación de pareja, en la exploración de la sexualidad en solitario y en ciertas situaciones un buen recurso terapéutico cuando hay problemas para alcanzar el orgasmo, el uso exagerado de ellos empieza a aparecer y se le ha denominado síndrome de la vagina muerta.

Hay que dejar claro que no se trata de que este órgano sexual textualmente muera, no; el término hace referencia a un problema de insensibilidad temporal en la zona de la vulva y la vagina debido al uso excesivo de los vibradores.

El asunto comenzó cuando se empezaron a reportar casos en el aumento de mujeres que después de usar vibradores dejaban de tener sensibilidad en la zona genital lo que en un primer momento los sexólogos y médicos atribuían a la amnesia vaginal, que es cuando a pesar de sentir excitación, no se puede tener el placer de llegar al clímax producido por el coito u otras formas de masturbación, pero en estos casos, todas la mujeres con ese problema tenían en común haber hecho uso en forma excesiva de los vibradores.

(Foto: Pexels) 

Esta pérdida temporal de la sensibilidad es algo que de inicio no contemplaban los fabricantes de juguetes sexuales que ofrecen algo que resulta irresistible de considerar: garantizan orgasmos intensos. La función de estos aparatos es lograr diversos ritmos e intensidades de estimulación que permitan a la mujer llegar al orgasmo pese a que pueda tener o no dificultades de cualquier tipo para lograrlo.

Algunos incluso usan ondas sónicas o pulsaciones para estimular todo el clítoris desde la parte externa hasta su raíz en el perineo, provocando una estimulación muchísimo más intensa que el mismo sexo oral, esto podría hacer que la zona se adormezca, lo que haría más difícil o imposible alcanzar el orgasmo.

Y es que a lo largo de la historia el orgasmo femenino ha sido llevado y traído, menospreciado, ignorado y difamado. La famosa histeria fue considerada hasta ya entrado el siglo XX como una enfermedad (inventada) que afectaba sólo a las mujeres y sus síntomas incluían insomnio, irritabilidad, nerviosismo, infelicidad, desobediencia e impertinencia, de acuerdo con los médicos y solo se curaba con el orgasmo o también llamado en ese entonces paroxismo histérico que no era más que la masturbación asistida.

(Foto: Pexels) 

Fue Joseph Mortimer Granville quien, usando la tecnología de la época, creó en 1880 un aparato para facilitar el paroxismo, creando así el primer vibrador. El invento fue comercializado por la compañía Hamilton Beach en 1902 como un electrodoméstico más, pero en realidad se hizo popular en los años 50 al aparecer en los catálogos de labores de aguja donde se anunciaban modelos para mujeres que desearan probar el tratamiento en casa, (para la histeria) con lo que el vibrador se convirtió en el quinto aparato electrodoméstico que accedió a los hogares, después de la máquina de coser, el ventilador, la tetera y la tostadora*.

Después de eso, durante décadas se hizo común escuchar que las mujeres, a diferencia de los hombres, tenían más “problemas” para logar el orgasmo y que requerían de mayor tiempo y mucha más estimulación; de manera tal que una condición nuevamente se vio como un problema, más si situamos el asunto en un momento histórico donde la rapidez, la prontitud y la intensidad en el sexo están sobrevalorados.

En este contexto, hoy los vibradores aparecen (de nuevo) para “aliviar la preocupación femenina” y, en el mundo de los juguetes sexuales, el vibrador es el rey. Modelos, tipos, tamaños y estilos hay por cientos, pero esta vez el problema comienza cuando no se saben usar y este conocimiento va más allá de seguir las instrucciones de uso: ahora se trata de aprender el cómo sí de los juguetes eróticos.

(Foto: Pexels) 

El problema de fondo es que las mujeres han generado, por una parte, una dependencia y por el otro, la imposibilidad de lograr el orgasmo por otras vías, o si lo logran son menos intensos, lo que se traduce erróneamente como malos. Algunas señalan que, al no lograr alcanzar un orgasmo con su pareja, ya es costumbre usar vibradores en la vida diaria pues eso calma la ansiedad que les genera dicha frustración.

*https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/prolongar-la-juventud-545/vibradores-8535