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Retos que enfrenta la niñez en México

El 30 de abril celebraremos en México, como cada año, el día de la niña y el niño. Este mes puede ser un buen momento para reflexionar sobre las complejidades

Escrito en OPINIÓN el

El 30 de abril celebraremos en México, como cada año, el día de la niña y el niño. Este mes puede ser un buen momento para reflexionar sobre las complejidades que enfrentan nuestras niñas y niños pero sobre todo, pensar en cómo podemos apoyarlos para fortalecer su resiliencia y que sigan teniendo la capacidad y el derecho de soñar. Cómo crear las condiciones necesarias para que cada cual, a su aire y con libertad, pueda desarrollar su potencial y alcanzar sus metas.

Durante la pandemia, muchas personas se han acercado para preguntar mi opinión acerca de cómo sería el mundo post covid, con la esperanza, creo, de que respondiera que el mundo sería mejor. No obstante, mi respuesta siempre ha sido la misma: la historia no me da ninguna señal de que el mundo será un lugar mejor o más justo para vivir, o que los seres humanos seremos más solidarios o menos individualistas, o que entenderemos profundamente la idea de que, para estar bien, realmente bien, todos tenemos que estar mejor. 


(Foto: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM)

Lo cierto es que seguimos con los mismos vicios de antes; algunos, incluso, se han agudizado. La violencia ha llegado a límites insospechados y, lo que es peor, hay quienes se han insensibilizado frente a ella. Nos hemos ido acostumbrando a ir por la calle sobre-alertados; pensamos el mejor horario o la ruta más confiable para transitar y la zozobra está presente cuando algún ser querido no llega a la hora acordada. En estas circunstancias, no es posible considerarnos libres, y sin libertad la vida es menos humana.

En México, la educación nunca ha sido valorada y atendida a cabalidad, aunque ha tenido mejores momentos. Sin una buena base educativa, la suerte está echada para la mayoría de nuestros niños y niñas; se enfrentarán cada vez más a falta oportunidades de crecer y desarrollarse plenamente; de contribuir y de alcanzar una vida digna y justa. Ellas y ellos son nuestro futuro, y también nuestro presente. Comprometernos con ellos es nuestra mayor obligación ética. Desear para ellos la mejor calidad posible de vida es trabajar para lograr y exigir mejores condiciones de seguridad, salud, educación y economía. 

Hoy quizá estemos realmente dejando atrás la pandemia; esa que tanto nos atemorizó, que nos mostró cuán pequeños y vulnerables podemos ser ante lo desconocido. Muchos han retomado su ritmo anterior de vida, intentando dar carpetazo a todas las secuelas que el covid-19 dejó a su paso. 

(Foto: FOTO: EDGAR NEGRETE/CUARTOSCURO.COM)

Sin embargo, los problemas que estaban ahí antes del 2020, seguirán estando; si no hacemos nada para corregir el rumbo las secuelas no desparecerán simplemente por no pensarlas. Sin duda, millones de niñas y niños han sufrido un retraso en el desarrollo de sus capacidades cognitivas, emocionales y sociales, por haber estado fuera de las aulas. Muchos han vivido en aislamiento, en condiciones precarias y bajo tensiones y violencia familiar. Cientos de miles, además, se han quedado huérfanos a consecuencia de la pandemia y la violencia. Para ellos el futuro luce aún más oscuro.

Para cambiar el status quo es necesario llamar a las cosas por su nombre. Una de las tareas prioritarias de todos nosotros como adultos es fortalecer a nuestras instituciones. Ya hemos dado cuenta de que solos no cambiamos, repetimos los mismos patrones y nos tropezamos con las mismas piedras. 

Las instituciones fuertes, con reglas claras nos ayudan a todos a cumplir con nuestras obligaciones y a obtener nuestros derechos, sin importar el lugar en que hemos nacido, nuestra condición social o el color de nuestra piel.