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Comidas y compras de fin de año

El ambiente relajado y fuera del visor de las rutinas nos expone, como pocas veces en el año, a una serie de excesos en la mayoría de las áreas de nuestra vida

Escrito en OPINIÓN el

La época decembrina es conocida por una muy instituida serie de costumbres y de hábitos, como lo son las vacaciones, fiestas, reuniones, revisión de metas y generación de propósitos para el año que viene.

Pero también todo este ambiente relajado y fuera del visor de las rutinas nos expone, como pocas veces en el año, a una serie de excesos en la mayoría de las áreas de nuestra vida.

Existen dos que se repiten con demasiada frecuencia y que alteran de forma importante mi funcionalidad y mi calidad de vida: los excesos en comida y bebida y los compras impulsivas y descontroladas.

Comidas y compras de fin de año

Comencemos por hablar del apetito desmesurado y del envío al olvido de las costumbres de una dieta saludable. Existen una serie de factores involucrados en esta facilitación.

(Foto: Especial)

El frío y este cambio de temperatura y de exposición a la luz solar del invierno son relevantes en la modificación de niveles de neurotransmisores en el sistema nervioso central, nos convierten en más flojos, con menos ganas de tener actividad física, mejores intenciones de permanecer calientitos en la cama y con mayores requerimientos de carbohidratos, entre otras cosas para poder mantener el equilibrio corporal.

Lo repetimos, el mejor aporte de calorías nos ayuda a mantener el frío lejos de nuestro cuerpo. Además, las comidas ricas en azúcares tienen otro significado más mental y menos físico.

Estimulan de forma potente los núcleos accumbens que son los sitios cerebrales que son responsables de sentir el placer, mecanismo atinado si queremos combatir la tristeza, la apatía y falta de energía que son características de lo que conocemos como depresión estacional y que para nada es un mito, es toda una realidad, sobre todo en los países más alejados del ecuador.

En una medida similar y facilitado por la gran cantidad de reuniones de la época, el consumo de alcohol tiene algunas funciones adaptativas que hay que comentar.

Se convierte en un “ablandador” de las interacciones sociales en el ya mencionado ambiente frío y en ocasiones con síntomas de tristeza, nos disminuye los montos de ansiedad y de momentos incómodos y nos hace sentir más a gusto y cómodos en estos eventos.

El lado malo, es que, en su consumo desmedido, cuando se pasa la que podríamos llamar “dosis funcional”, el efecto suele ser contradictorio.

Se incrementan la tristeza, la apatía, la melancolía, nos apagamos y nos desarman el orden y las fases del sueño normales, tenemos un descanso menos efectivo y que se puede convertir en un lastre de energía en los siguientes días. Y qué decir si llegamos a una borrachera con su consiguiente cruda…

(Foto: Especial)

Compras desmedidas

En cuanto a las compras debemos de aprovechar el ya haber citado uno de los componentes de estas fechas, la baja de ánimo de la depresión estacional, y considerar el salir de compras, vagabundear por una plaza comercial o sentarnos en la computadora en los múltiples portales de compras; pueden representar remedios fantasiosos, pero temporalmente efectivos para levantarnos el estado de ánimo de una forma significativa.

Así mismo, las expectativas creadas sobre las fechas, donde se coloca en el sitio principal de las demostraciones de afecto al entregar regalos a nuestros seres queridos, facilitado de forma inteligente y comercial, por la cantidad de ofertas y facilidades que se tienen para poder ejecutar compras, apelando a la sencillez y simplificación, lo cual es un verdadero veneno para nuestra impulsividad pues mientras más fácil, a la mano y sin problemas tenemos un objetivo, más impulsivos nos volvemos.

No me malentiendan, son fechas diseñadas para el disfrute y para pasarla bien, pero no hay que confundir eso con tomar decisiones apresuradas y masivas, aprendamos a divertirnos con moderación y demostrando que podemos administrar el sentirnos bien.