El músculo esquelético es uno de los tejidos más dinámicos y plásticos del cuerpo humano. Para remarcar la importancia del músculo esquelético en nuestro cuerpo, cabe mencionar que este tejido corresponde aproximadamente al 40% de nuestro peso corporal.
En general, la masa muscular depende del equilibrio entre la producción y degradación de proteínas, procesos que son sensibles a factores como el estado nutricional, el equilibrio hormonal, la actividad física/ejercicio, las lesiones o enfermedades, entre otros.
Los músculos esqueléticos permiten la locomoción; masticar y tragar, que son las primeras partes de la digestión; expandir y contraer la cavidad torácica, para inhalar y exhalar a voluntad; mantener la postura corporal; mover los huesos en diferentes partes de su cuerpo; proteger a las articulaciones y mantenerlas en su lugar; así como el movimiento de los órganos internos.
Es importante destacar que este tejido, durante el proceso de la contracción muscular, produce una serie de compuestos llamados miocinas (producto originado en los miocitos esqueléticos o fibras musculares esqueléticas) y a la fecha se han descrito unas 600 miocinas.
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El descubrimiento de estas moléculas ha ampliado las funciones del músculo esquelético ya que se ha puesto de manifiesto que durante el ejercicio o el movimiento muscular se producen miocinas que mantienen comunicación con otros órganos tales como el cerebro, tejido adiposo, hueso, hígado, intestino, páncreas, tejido vascular y piel, así como como con el propio músculo. Por lo mismo, es de suma importancia tratar de mantener un músculo esquelético sano.
El músculo esquelético se daña por diversas enfermedades que en su conjunto se les llama miopatías. Estas enfermedades pueden tener un origen genético o adquirido.
Todas las enfermedades del músculo esquelético por causas genéticas se denominan distrofias musculares. Dentro de las miopatías con un origen diferente tenemos las ocasionadas por trastornos inmunológicos o metabólicos.
En algunos individuos el envejecimiento puede ocasionar la pérdida de la masa y fuerza muscular (sarcopenia). La obesidad y el sedentarismo también pueden disminuir la cantidad y calidad de la masa muscular, así como el estar postrado por diversas enfermedades.
Por ejemplo, recientemente se observó que pacientes con covid que estuvieron intubados tuvieron una perdida de la masa muscular y desarrollaron debilidad muscular y fatiga. Algo similar sucede en pacientes con cáncer u otras enfermedades crónicas.
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Dada la gran importancia que tiene el músculo esquelético en diversas funciones de nuestro organismo, es muy importante tratar de mantener una buena calidad y cantidad del músculo esquelético por medio de una buena nutrición, un descanso adecuado y la actividad física, ya que una disminución en la función muscular no solo tiene efectos sobre el mismo, sino como se mencionó antes, también se puede ver alterada su comunicación con otros órganos y tejidos, afectando la función de éstos.
Un músculo esquelético sano nos permite tener libertad de movimientos, lo que influye en nuestra actividad, nos permite la participación en entornos sociales y ocupacionales, mantener o mejorar la salud y, muy importante, contribuye a la independencia funcional de las personas.
Considero que para mantener una buena actividad del músculo esquelético es muy importante mantener una actividad física constante, y que esto se le inculque a las niñas y los niños desde muy jóvenes, ya que el ejercicio a edades tempranas puede influir en el músculo que tendremos cuando seamos adultos y durante el envejecimiento.
Nunca es tarde para comenzar a realizar una actividad física con el objeto de tener una mejor salud; y con actividad física no me refiero a realizar un ejercicio extenuante; más bien, y en la medida de todas nuestras posibilidades, mantenernos activos para tener un mejor estado de salud, teniendo en mente que mucho de nuestro cuerpo es músculo que tiene una interacción constante con muchos otros órganos y tejidos.
Además, el ejercicio puede ayudar a mejorar nuestro estado de ánimo, en el que, se ha sugerido, participan las miocinas.