Main logo

Fantasías sexuales, ¿por qué nos gustan y asustan al mismo tiempo?

Las fantasías sexuales son parte de nuestra actividad sexual, incluso pueden considerarse indicadores de salud

Escrito en OPINIÓN el

Muchas personas no revelamos nuestras fantasías sexuales por pena o temor a juicios morales, y terminamos por aceptar sólo lugares comunes que creemos aceptables.

La sexualidad humana se manifiesta de muchas formas, entre las más placenteras se encuentran las fantasías sexuales: Son pensamientos con contenido sexual erótico que se experimentan como resultado de nuestras experiencias, creencias, deseos e historias eróticas. Fantaseamos con personas, su apariencia, tono de voz, gesticulación, personalidad, comportamiento, actitudes, etc. Son parte de nuestra actividad sexual, incluso pueden considerarse indicadores de salud, como componente del deseo sexual, aumentan la excitación y satisfacción.

Les gustan, pero les asustan

En contraparte a la presencia y frecuencia de fantasías como indicadores de salud sexual, su ausencia puede ser una evidencia de disfunción, trastorno, estrés, depresión, ansiedad, etc. Además por extraño que parezca no todas las fantasías sexuales resultan placenteras, en ocasiones pueden generar malestar, rechazo, culpa, percibirse inaceptables y displacenteras. En función de las actitudes, roles tradicionales de género y creencias de quienes las experimentan. Hay casos extremos de personas que por sus creencias religiosas practican autoflagelación (autocastigo físico) cuando se les presentan fantasías prohibidas por sus dogmas.

TAMBIÉN LEE: ¿Seduces o te seducen? 

(Foto: Pixabay) 

¿Has actuado alguna de tus fantasías? ¿Cuál fue tu resultado?

Las cosas cambian de la ficción a la realidad, es distinto lo que imaginamos de lo que vivimos por la forma que idealizamos y generamos expectativas que pocas veces se cumplen, y menos con la intensidad de nuestras imágenes. Alguna vez le pregunté a un buen amigo que se presentaba como hedonista ¿Serías capaz de realizar tus fantasías? A lo que respondió: “No, me quedo sin amigos”.

Las fantasías se mueven como el horizonte, cuando crees alcanzarlas, no es lo que esperabas, y se han desplazado de lugar. Un ejemplo común es ver en el cine una escena sexy de dos celebridades de la farándula (imaginen a sus protagonistas) teniendo un encuentro erótico en la playa, la imagen puede provocarnos a desear llevar a cabo nuestra propia escena sensual… ¿Alguna vez han tenido sexo en la playa? ¿Cómo creen que se siente? (Puede ser más incómodo y hasta doloroso, dicen quienes saben).

También nos ocurre parecido con las personas con las que fantaseamos (crush) ¿Qué nos atrae? ¿Cómo nos sentimos en su presencia? Supongamos el mejor de los escenarios posibles, les “tiramos la onda” y nos hacen caso. Casi de inmediato se nos desbordan expectativas y les idealizamos de manera generosa durante el enamoramiento. Pero con la convivencia se va transformando la imagen que teníamos en algo distinto. Pensemos qué fantasías teníamos cuando comenzamos a salir con alguien en una relación de pareja y cómo se modificó nuestra percepción durante la relación.

(Foto: Pixabay) 

Fantasías comunes

A veces pasa que no confesamos nuestras fantasías sexuales por pudor, sin darnos cuenta de que todas las personas las experimentamos y son más parecidas de lo que pudiéramos sospechar. Se hacen pocos estudios, y estos tienen sesgos porque no todas las personas se atreven a expresarlas abiertamente por tabúes culturales.

Las fantasías sexuales más comunes son:

1.    Tener sexo con expareja.

2.    Sexo con personas desconocidas.

3.    Juegos de rol (BDSM dominación/sumisión).

4.    Realizar tríos y/o orgías sexuales.

5.    Encuentros sexuales en lugares públicos.

6.    Reproducir escenas eróticas (Cine y TV).

7.    Sexo oral.

8.    Don Juan (conquistador)/ Princesa (rescatada).

9.    Tener sexo con celebridades.

10. Fetiches, ropa, juguetes sexuales, posiciones, etc.

¿Cuáles son los límites de tus fantasías? Es una invitación a fantasear, explorar límites y enriquecer los mundos interiores por el puro placer que nos provocan.

SIGUE LEYENDO: ¿Para qué la educación sexual integral?