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El duelo

El duelo es un proceso normal ante pérdidas importantes en nuestra vida. Pueden ser pérdidas materiales o de seres queridos.

Escrito en OPINIÓN el

Hemos estado viviendo una etapa muy difícil, primero por la pandemia, en la que hemos perdido amistades y/o familiares por covid, Y ahora la violencia que está desatada en nuestro país.

Primero hay que entender que el duelo es un proceso normal ante pérdidas importantes en nuestra vida. Pueden ser pérdidas materiales o de seres queridos. Es un proceso por el cual encontramos resignación y nos permite reponernos para continuar con nuestra vida.

Hablemos de las etapas de duelo (descrito por Kübler Ross, en el siglo pasado). Estas etapas emocionales se pueden presentar en forma desordenada, y también puede ser que nos regresemos a etapas anteriores, que supuestamente, ya habíamos superado.

(Foto: Pexels)

Primera etapa: negación

Esto no me puede estar pasando a mí. Esto es un mal sueño del cual voy a despertar.

Las cosas se van a componer si tengo paciencia. Se va a aliviar, los doctores no saben lo que dicen. Todos estos razonamientos que indican que no estamos aceptando el evento que se nos está presentando, es más, ni siguiera lo estamos viendo.

Segunda etapa: ira 

¿Por qué me está pasando esto a mí? Dios no existe. Busco culpables, ando buscando quien me la pague. Tengo una rabia que no puedo controlar contra el mundo. Inclusive conmigo mismo. Simplemente no puedo tolerar lo que me está pasando. Si yo hubiera. ¡Ese famoso hubiera!

Tercera etapa: negociación

Aquí trato de ver si cambiando ciertas situaciones todo regresaría a como estaba antes. Es más, trato de negociar con Dios. De ahora en adelante voy a ser bueno. Voy a rezar todos los días. Busco soluciones mágicas.

En el fondo, sabemos que lo que estamos haciendo es imposible, pero de alguna manera nos ayuda a avanzar en el duelo y llegar a una futura superación de la pérdida. Es la fase más corta de todas y no suele alargarse más de unas horas o días.

(Foto: Pexels)

Cuarta etapa: depresión

Aquí dejamos de fantasear con realidades paralelas y volvemos al momento presente con una profunda sensación de vacío que nos deja la pérdida. Este tipo de depresión no debe confundirse con la enfermedad mental llamada depresión, aunque sí la puede disparar. Los síntomas son similares, pero deben de ser pasajeros.

Quinta etapa: aceptación

Es cuando aceptamos la pérdida, es cuando podemos enfrentar con realidad por la situación que estamos pasando y que probablemente sea irreversible. Aprendemos a convivir con nuestro dolor emocional, y recuperaremos la capacidad de experimentar alegría y placer. Muchas personas encuentran que en esta etapa pueden ayudar a otros. Es más, se dan cuenta que, ayudando a otros se alivian más rápido de su dolor. Es cuando buscan apoyo en otras personas y quieren ayudar a otras personas que están pasando por situaciones similares a la nuestra. Estamos conscientes y deseamos enfrentar la realidad que estamos viviendo.

(Foto: Pexels)

¿Cuándo el duelo es difícil de llevar?

En el caso de la pérdida de un ser querido por covid, no pudimos despedirnos de ellos, a lo mejor fue a través de un celular. No hubo los rituales que siempre hay en un funeral, es más, no los volvimos a ver hasta que nos lo entregaron en cenizas. Muchos nos tuvimos que conformar de que nos dijeran vía celular que nuestro ser querido había muerto, pero las familias no pudieron elaborar esta muerte, esta despedida.

En el caso de que nuestro ser querido desapareció. Simplemente no sabemos qué pasó, solo que no volvió. ¿Por qué no volvió? ¿Adonde fue? ¿En dónde estará? Además, por desgracia, las autoridades no nos ayudan dándonos respuestas más humanas, más sensibles a nuestro dolor. Por ello vemos familias enteras que siguen buscando a sus seres queridos por años.

En el caso de que haya sido asesinado, por daño colateral, sentimos la impotencia, la injusticia hasta los huesos. La inutilidad de la violencia, que además no sabemos cómo pararla. 

Estos dos últimos casos nos llenan de desesperanza, de ira, y es muy difícil encontrar salida a nuestras emociones.

(Foto: Pexels)

¿Qué podemos hacer?

Lo peor que podemos hacer es sentarnos a llorar y compadecernos de nosotros mismos, amarrarnos de manos y tener una actitud de “ya ni modo” “esto es lo que nos tocó”. Esto nos va a sumir a una depresión mayor, de la cual a lo mejor no salimos vivos.

Debemos tomar acciones para encontrar sentido a la pérdida, en lugar de preguntarnos, ¿Por qué?  hay que preguntarnos ¿Para qué? Tenemos que hacer introspección dentro de nosotros qué acciones tomar para poder superar nuestra pérdida y sobre todo darle sentido de que no fue en balde. Cómo podemos ayudar a los demás, qué acciones debo tomar para mejorar mi medio ambiente, cómo puedo ayudar a que haya menos violencia, en pocas palabras: activarnos, buscar grupos de apoyo y probablemente también buscar ayuda profesional: psicoterapia.

Para concluir, es importante reconocer los signos de alerta cuando una persona no está saliendo de la depresión, porque esto nos indica que está necesitando ayuda urgente profesional, estos signos pueden ser de niños o de adultos.

(Foto: Pexels)

  • Irritabilidad: enojarse por todo, falta de tolerancia, llantos frecuentes, dificultad para consolarlo, berrinches, conflictos frecuentes.

  • Trastornos del sueño: No poder conciliar el sueño, despertarse por la noche, insomnio o dormir demasiado

  • Problemas de alimentación: comer compulsivamente, o no comer (anorexia)

  • Ansiedad de separación: no desear separarse de los padres, miedo, angustia de perder a los padres. Miedo de separarse de la pareja o de los hijos.

  • Regresiones: mojar la cama cuando ya lo había dejado de hacer, chuparse el dedo, etc. Tener conductas infantiles no de acuerdo a su edad.

  • Pérdida de interés por cosas o actividades que antes disfrutaba.

  • Problemas de concentración, memoria y de razonamiento.

  • En el caso de adolescentes y adultos, estar atentos al consumo de sustancias, tanto lícitas como ilícitas.

  • Y muy preocupante: pérdida de esperanza, hablar de la muerte, querer desaparecer. Regalar sus pertenencias.