Main logo

Para antes de que nuestros hijos crezcan...

Cuando los hijos crecen no es una situación fácil para los padres. Aunque es algo que se espera, es complicado aceptarlo cuando ocurre

Escrito en OPINIÓN el

Hay un período en el que los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos, y es que ellos crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes.

Crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y a veces, con alardeada arrogancia. Pero no crecen todos los días; crecen de repente.

Un día se sientan cerca de ti con increíble naturalidad, te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura, hasta ayer en pañales y con pasitos temblorosos e inseguros… creció.

Para antes de que nuestros hijos crezcan...

¿Cuándo creció que no lo percibiste?, ¿Dónde se quedaron las fiestas infantiles, los juegos en la arena, los cumpleaños con magos y payasos?

(Foto: Pixabay)

Crecieron en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil. Ahora estás ahí, en la puerta del antro, esperando ansioso, no solo que no crezca, sino… que aparezca.

Allí están muchos padres al volante, esperando que salgan zumbando sobre patines, con sus cabellos largos y sueltos. Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y refrescos, en las esquinas, con el uniforme de su generación y sus incómodas mochilas en la espalda. Y aquí estamos nosotros con el cabello cano...

Y son nuestros hijos; los que amamos a pesar de los golpes de los vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y la dictadura de las horas. Ellos crecieron observando y aprendiendo de nuestros errores y nuestros aciertos; principalmente con los errores que esperamos no se repitan….

Cuando los padres quedan huérfanos

Hay un período en que los padres vamos quedando huérfanos de hijos; ya no los buscamos en las puertas de los antros y los cines. Pasó el tiempo de las clases de música, el futbol, el ballet, la natación. Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Algunos deberíamos haber ido más junto a su cama, a la noche, para oír su alma respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia; y cuando fueron adolescentes, a los cubrecamas de aquellas piezas cubiertas de calcomanías, posters, agendas coloridas y música ensordecedora.

Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto. Al principio nos acompañaban a la tienda y a las reuniones con conocidos, y había peleas en el auto por ir en la ventana y ver la película de moda.

(Foto: Pixabay)

Después llegó el tiempo en que viajar con los padres se transformó en esfuerzo y sufrimiento, no podían dejar a sus amigos y primeros amores.

Y quedamos padres exiliados de los hijos. Teníamos la soledad que siempre habíamos deseado.

Y nos llegó el momento en que solo miramos de lejos, algunos, en silencio, y esperamos que elijan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos complejo posible.

El secreto es esperar. En cualquier momento nos darán nietos. El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos; por ello los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño. Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.

Por eso es necesario hacer algunas cosas adicionales, antes de que nuestros hijos crezcan.

Así es: las personas solo aprendemos a ser hijos, después de ser padres y solo aprendemos a ser padres, después de ser abuelos….

En fin, pareciera que solo aprendemos a vivir, después de que la vida se nos pasó….