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Aprendamos de la ansiedad

Es de la mayor relevancia aprender a definir, diferenciar, usar de forma correcta las palabras asociadas, e incluso, conocer los tipos de desórdenes de ansiedad

Escrito en OPINIÓN el

Se trata de una de las emociones más citadas, prácticamente todos hemos dicho alguna vez que nos sentimos ansiosos y por supuesto que todos conocemos a alguna persona que nos cuente la anécdota de haber sufrido de un ataque de pánico. Por eso, es de la mayor relevancia aprender a definir, diferenciar, usar de forma correcta las palabras asociadas, e incluso, conocer los tipos de desórdenes de ansiedad que vienen en la clasificación internacional de enfermedades. 

La primera labor es extraordinariamente difícil. Definir la ansiedad, poner en palabras este sentimiento, es una labor que difícilmente se ha logrado en el paso de los tiempos. Lo más próximo a la realidad que todos experimentamos es referirnos a la ansiedad como a esa sensación molesta que nos produce síntomas psicológicos y físicos, todo lo contrario a la experiencia de paz y de tranquilidad. 

(Foto: Pexels)

¿Qué es el estrés?

Habiendo definido de esta forma a la ansiedad surgen las obligadas preguntas acerca de otros aparentemente sinónimos y que, en muchas ocasiones, usamos de forma indistinta. El primer término en el que me quiero detener es el estrés. Es una experiencia que nos viene de carácter evolutivo y que nos sirve para detectar situaciones amenazantes, de respuesta proporcional al peligro, y que tiene la utilidad de sacar de nuestro armario las herramientas suficientes para salir adelante o adaptarnos a los cambios que nos propone el medio ambiente. 

¿Qué es la angustia?

En segundo lugar, viene la palabra angustia. Aquí hay que remontarnos a los libros de psicología, donde se hizo la convención internacional de nombrar ansiedad a la experiencia puramente emocional de esta molestia y angustia a las reacciones físicas que se desprenden de la respuesta a una situación de alerta. 

¿Qué es el miedo?

¿Cuál es la diferencia con el miedo? El miedo tiene de inicio una manifestación semántica. Siempre lo usamos como “miedo a…”, y aquí viene la clave de su uso. El miedo es producto de una emoción negativa específica hacia una persona, cosa o situación particular. Tan es así que el miedo es parte primordial de los datos necesarios para hacer el diagnóstico de una fobia, junto con las conductas evitativas hacia lo que nos produce el miedo

¿Qué es el pánico?

Finalmente, tenemos una palabra que ya usamos en el primer párrafo de esta columna, que es el pánico. En este ámbito, entendemos a la reacción máxima, el mayor descontrol que se puede experimentar, la completa incertidumbre e impotencia hacia un momento en el que no podemos hacer nada para controlar el desenlace y que nos vemos completamente desvalidos y a la deriva, con una gran manifestación de síntomas psicológicos (sensación de perder el control o de volverme loco), y físicos, como la taquicardia, el incremento en la presión arterial, resequedad de boca y mucosas y dificultad para meter aire a los pulmones, incluso a nivel de creer que voy a presentar un infarto al corazón. 

(Foto: Unsplash)

Producto de estas definiciones es que los especialistas en salud mental hemos podido crear las clasificaciones de enfermedades que involucran el capítulo de los desórdenes de ansiedad. Es por esto que el DMS-5 (Manual Estadístico de Enfermedades Mentales en su 5ta. Revisión producido por la Asociación Americana de Psiquiatría) cuenta con los siguientes diagnósticos:

  1. Trastorno de Ansiedad por Separación
  2. Mutismo Selectivo
  3. Trastorno de Fobia Específica
  4. Trastorno de Ansiedad Social
  5. Trastorno de Pánico
  6. Trastorno de Ansiedad Generalizada
  7. Trastorno de Ansiedad Inespecífica

La definición en específico de todos estos va a ser motivo de una columna posterior, pero es muy importante decir un fenómeno de lo más relevante, producto de esta mencionada quinta revisión de la clasificación de enfermedades de salud mental

Se dejaron afuera de los diagnósticos de ansiedad y se crearon como condiciones separadas y dueñas de su propio capítulo al Trastorno Obsesivo Compulsivo y al Trastorno de Estrés Post Traumático. Gracias a eso se pudo identificar que cuentan con una genética, una evolución, diagnóstico, tratamientos y protocolos de investigación propios que requieren estudiarse por separado para contar con los mejores resultados.