Hablar de mobbing es hablar de una forma silenciosa pero devastadora de violencia laboral. Este término, acuñado en la década de los setenta por el doctor Heinz Leymann, un psicólogo alemán especializado en salud ocupacional, describe una situación en la que un trabajador sufre hostigamiento sistemático, humillaciones o ataques sutiles por parte de compañeros o superiores.
A diferencia de conflictos laborales ocasionales, el mobbing implica una agresión persistente que deteriora la autoestima, la salud mental y física del afectado.
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El fenómeno guarda relación con otras formas de acoso, como el bullying escolar o el acoso sexual. En todos los casos, existe un desequilibrio de poder y una intención de dañar, aunque en el mobbing el escenario es el centro de trabajo y la agresión suele enmascararse bajo dinámicas laborales. No necesariamente se recurre a la violencia física; bastan las críticas constantes, la exclusión, la asignación de tareas humillantes o la difusión de rumores para que el daño ocurra.
¿Es reconocido el mobbing o acoso laboral como un problema?
En México, el reconocimiento del mobbing ha sido un proceso paulatino. Durante muchos años, el acoso laboral no estaba claramente definido en la legislación, dejando a las víctimas en un vacío legal. Sin embargo, en 2012, la Ley Federal del Trabajo incorporó la figura del "hostigamiento y acoso sexual", reconociendo indirectamente el acoso laboral como una problemática.
Más recientemente, la Norma Oficial Mexicana NOM-035-STPS-2018 sobre factores de riesgo psicosocial en el trabajo ha impulsado la necesidad de identificar, analizar y prevenir situaciones como el mobbing en los centros laborales. Esta norma obliga a las empresas a evaluar los riesgos de estrés laboral, violencia y acoso, buscando no sólo proteger la integridad de los trabajadores, sino también fomentar entornos saludables.
Aunque aún falta camino por recorrer para contar con leyes específicas y sanciones claras sobre el mobbing, la NOM-035 representa un avance significativo: reconoce que el bienestar emocional en el trabajo es tan importante como la seguridad física.
Ahora bien, ¿qué hacer si sospechas que estás siendo víctima de mobbing?
- Primero, documenta. Lleva un registro detallado de los incidentes: fechas, lugares, testigos, tipo de agresión. Este material puede ser vital si decides acudir a instancias superiores o legales.
- Segundo, busca apoyo. No enfrentes el acoso en soledad. Acércate a recursos humanos, a comités de bienestar laboral o, si es necesario, consulta a un abogado especializado en derecho laboral.
- Tercero, cuida tu salud mental. El mobbing puede desencadenar cuadros de ansiedad, depresión o trastorno de estrés postraumático. Consultar a un profesional de la salud mental no es signo de debilidad, sino un acto de autoprotección.
Finalmente, si eres testigo de mobbing, no te conviertas en cómplice silencioso. Tu intervención puede ser crucial para frenar el daño.
La empatía y la solidaridad en el ambiente de trabajo no sólo son deseables: son necesarias para construir espacios laborales dignos.
El mobbing es una forma de violencia que no debe normalizarse ni minimizarse. Reconocerlo, prevenirlo y sancionarlo es tarea de todos. Un entorno laboral sano no es un lujo, es un derecho.
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