La depresión en adultos mayores no solo compromete el bienestar emocional, sino que también puede ser un marcador de riesgo para enfermedades neurodegenerativas como la demencia. Según investigaciones recientes, tener antecedentes de depresión puede casi duplicar el riesgo de desarrollar demencia, destacando la importancia de un diagnóstico y tratamiento oportuno.
¿Por qué la depresión favorece la demencia?
La relación entre estas dos condiciones es compleja y multifactorial. Existen tres hipótesis principales:
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- Manifestación prodrómica: La depresión puede ser un síntoma temprano de la demencia, particularmente en enfermedades como el Alzheimer. En algunos casos, los cambios en el estado de ánimo preceden el diagnóstico clínico por varios años.
- Factor causal: La depresión crónica puede desencadenar procesos neurodegenerativos. Estudios posmortem han encontrado mayor acumulación de placas beta-amiloides en personas con historial de depresión, un marcador clave en el Alzheimer.
- Comorbilidad: Ambas condiciones comparten vías neuropatológicas, como la alteración del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal y una disminución de neurotransmisores clave como la serotonina y la acetilcolina.
Hasta un 40% de las personas con depresión reportan problemas de memoria y atención, síntomas que pueden confundirse con demencia. Sin embargo, estos déficits suelen ser reversibles con un tratamiento adecuado para la depresión, lo que diferencia la pseudodemencia depresiva de los síndromes demenciales orgánicos.
Un metaanálisis realizado entre 1990 y 2014 muestra que las personas con depresión tienen hasta cinco veces más probabilidades de desarrollar demencia, dependiendo de la severidad y recurrencia de los episodios depresivos. Además, se ha observado que el riesgo es mayor en quienes padecen depresión en la tercera edad, sugiriendo que la temporalidad también juega un papel clave.
Un desafio en un población cada vez más longeva
Aunque no todas las personas con depresión desarrollarán demencia, los hallazgos refuerzan la importancia de un enfoque integral en la salud mental de los adultos mayores. Promover estilos de vida saludables, diagnosticar a tiempo y tratar la depresión de manera efectiva podrían retrasar o prevenir el inicio de la demencia en muchos casos.
La relación entre depresión y demencia es una señal de alerta que no debemos ignorar. Abordar la salud mental como un componente esencial del envejecimiento saludable es clave para enfrentar los desafíos de una población cada vez más longeva.
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