La conexión entre el cuerpo y la mente ha sido un tema central en la ciencia moderna, y hoy sabemos que el ejercicio físico no solo fortalece los músculos, sino también el cerebro. En particular, la actividad física de resistencia ha demostrado ser una herramienta poderosa para promover la neurogénesis (la formación de nuevas neuronas) y la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse).
Esta conexión cerebral-muscular, respaldada por evidencias científicas, podría revolucionar nuestra comprensión de la salud cerebral y el envejecimiento.
Te podría interesar
Uno de los mecanismos clave en este proceso es el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés). Este “combustible cerebral” es una proteína que estimula el crecimiento, la supervivencia y la plasticidad de las neuronas. Durante la actividad física de resistencia, los músculos esqueléticos liberan miocinas, sustancias que actúan como mensajeros químicos. Entre ellas destaca la irisina, una miocina que cruza la barrera hematoencefálica y estimula la producción de BDNF en el cerebro.
El aumento de BDNF mejora la comunicación entre neuronas y refuerza la función de las células gliales, las cuales desempeñan un papel crucial en el soporte y la protección neuronal. Estudios han demostrado que los niveles de BDNF aumentan significativamente después de sesiones de ejercicio aeróbico moderado o intenso, promoviendo así beneficios cognitivos que incluyen:
- Una mejor memoria
- Mayor capacidad de aprendizaje
- Reducción en el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer
¿Cómo cambia al cerebro el ejercicio de fuerza?
Investigaciones recientes han confirmado que la actividad física de resistencia induce cambios estructurales y funcionales en el cerebro. Un estudio publicado en *Frontiers in Neuroscience* señaló que el ejercicio regular estimula la neurogénesis en el hipocampo, una región crucial para la memoria y el aprendizaje. Además, otros estudios han observado que esta práctica mejora la neuroplasticidad, favoreciendo la adaptabilidad del cerebro frente a lesiones o enfermedades.
El impacto positivo del ejercicio no se limita a la juventud. En adultos mayores, la actividad física regular puede ralentizar el deterioro cognitivo y mejorar el estado de ánimo. Este beneficio se relaciona no solo con el aumento de BDNF, sino también con la disminución de procesos inflamatorios que afectan la salud cerebral.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda realizar actividad física moderada a intensa al menos tres o cuatro veces por semana, con una duración de 45 minutos diarios. Esto incluye actividades como correr, nadar, andar en bicicleta o realizar circuitos de entrenamiento funcional. Este tipo de ejercicio no solo fortalece el sistema cardiovascular y musculoesquelético, sino que también actúa como un potenciador natural del cerebro.
Otros beneficios del ejercicio físico en tu cuerpo
Los beneficios de la actividad física de resistencia van más allá de la neurogénesis. También mejora la calidad del sueño, regula el estado de ánimo y combate la ansiedad y la depresión, condiciones que afectan negativamente la salud cerebral. Además, el ejercicio fomenta la liberación de endorfinas y dopamina, neurotransmisores asociados con la felicidad y el bienestar.
La neurociencia nos brinda un poderoso recordatorio: el movimiento es vida. Cada paso, cada repetición y cada sesión de entrenamiento no solo transforma nuestro cuerpo, sino también nuestro cerebro. Implementar el ejercicio de resistencia en nuestra rutina semanal puede ser una decisión clave para preservar nuestras capacidades cognitivas, especialmente en un mundo donde el envejecimiento poblacional es una realidad creciente.
Así que, si estás buscando una forma natural y efectiva de cuidar tu cerebro, comienza hoy. La combinación de información científica y práctica puede ser la clave para desbloquear todo tu potencial, tanto físico como mental.
Para enterarte de toda la información que necesitas sobre salud y bienestar síguenos en Facebook y TikTok