SALUD AUDITIVA

Los deportes riesgosos para la audición de tus hijos

Cuando hablamos de lesiones en el oído, existen deportes de mayor riesgo y son, precisamente, los deportes de más contacto

Son lesiones que se producen desde afuera hacia adentro del oído.
Son lesiones que se producen desde afuera hacia adentro del oído. Créditos: Canva
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La salud auditiva en los niños es algo que hay que cuidar, ya que cualquier daño en su audición no tratada en tiempo y forma, repercute directamente en sus estudios, su capacidad de aprendizaje y su comunicación en entornos sociales.

Cuando hablamos de lesiones en el oído, existen deportes de mayor riesgo y son, precisamente, los deportes de más contacto. En este sentido, deportes como el box, judo o fútbol son deportes de contacto físico que pueden ocasionar golpes directos a la oreja, lo que puede provocar un daño en el oído.

No obstante, aunque no son de contacto directo y muy frecuentes, existen otros deportes que ponen en riesgo el oído como el ciclismo de ruta o de montaña al sufrir caídas o traumatismos craneoencefálicos, el esquí acuático que puede ocasionar una perforación del tímpano o los clavados.

Existen otros deportes riesgosos, como el buceo, que nos exponen a lo que llamamos “Barotrauma”; este se produce a causa de un cambio brusco de presión. El buceo es aún de mayor riesgo cuando se trata de buceo libre o buceo de apnea, que implica que los buceadores deben descender lo más rápido posible, dificultando el compensar la presión, por lo que la persona se pone en riesgo de perforarse el tímpano o de romper las membranas internas del oído. El buceo con tanque conlleva un menor riesgo, ya que tenemos tiempo suficiente para compensar el cambio de presión.

Lesiones deportivas más frecuentes que dañan el oído

Son lesiones que se producen desde afuera hacia adentro del oído y algunas son más severas que otras:

  • Otitis externa. Se producen a causa de infecciones del oído externo y, frecuentemente, se generan en deportes acuáticos ya sean clavados, natación, water polo o esquí acuático.
  • Perforación del tímpano. Ocurre a causa de un golpe directo en la oreja, al practicar cualquiera de los deportes que he mencionado anteriormente. Cabe señalar que una perforación del tímpano, dependiendo del tamaño que tenga, puede a veces sanar sola, nada más es cuestión de vigilarla. Pero otras veces, si no cierra sola se necesita una cirugía para repararla. Asimismo, el mismo tipo de lesión si es más intenso, puede también lastimar los huesecillos que están detrás del tímpano y eso es bastante más grave; en este caso, si no se opera, no hay forma de tratar la pérdida auditiva.
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  • Fístula perilinfática. Contamos con dos membranas en el odio, la que llamamos normalmente el tímpano que es la que da hacia afuera, y otra que se le llama el tímpano secundario o membrana de la ventana redonda que es mucho más delicada y que va hacia el oído interno. Si esa membrana se rompe, provoca que el líquido del oído interno se fugue al oído medio, lo que puede generar una pérdida de audición permanente.
  • Contusión laberíntica. Esta lesión se genera cuando la fuerza del golpe es suficientemente grande como para causar lesión de las células del oído interno; estaríamos hablando de golpes en la cabeza muy severos que ocurren, por ejemplo, en el ciclismo, de ahí la importancia de usar casco, o en el box. Si el golpe es más severo se puede, inclusive, fracturar el hueso temporal que es el hueso que alberga al oído, y eso puede provocar también daño en el oído interno o una parálisis facial, ya que el nervio que genera el movimiento de la cara pasa por el oído y una fractura de este hueso del oído puede afectarlo, lo cual también requiere un diagnóstico preciso y tratamiento inmediato para evitar secuelas permanentes.

Mecanismos de prevención

Es importante que se utilice equipo de protección, acorde al deporte que se está practicando; es decir, cascos para el ciclismo, por ejemplo. Asimismo, es importante que cualquier lesión de oído sea tratada por un especialista otólogo, ya que horas de retraso en el diagnóstico y tratamiento pueden hacer que algo que es tratable se haga permanente.