El coronavirus es la primera gran pandemia del milenio, un hecho inédito en nuestra vida.
Nuestros planes y hábitos han dado un cambio inesperado transformando sin duda a la sociedad, cambiando el curso de la historia y generando pérdidas humanas y económicas cuantiosas. Siendo conscientes de que la interacción humana es uno de los principales factores dispersadores de la pandemia, la movilidad se ha disminuido. Aunque el trabajo a distancia puede tener ventajas, como una mejor administración del tiempo, la posibilidad de una mejor alimentación e incluso una mayor productividad, existen también mayores riesgos para la salud física y emocional.
El incremento en el sedentarismo y la disminución de la actividad física generan mayor incidencia de enfermedades crónicas como la obesidad – otra de las pandemias de la humanidad –, diabetes e hipertensión. El sedentarismo disminuye la capacidad aeróbica y el metabolismo muscular, reduce el desempeño en las actividades de la vida diaria por el deterioro de las funciones motoras, incrementa el peso, disminuye la elasticidad, disminuye la movilidad articular, genera hipotrofia muscular, daña la capacidad de reacción, hace más lenta la circulación que genera pesantez y edema en miembros inferiores o venas varicosas.
Asimismo, la incidencia del dolor cervical y lumbar se ha incrementado en la consulta de rehabilitación. Estos están probablemente atribuidos a una mala postura: posturas prolongadas asociadas a falta de condiciones óptimas para el desempeño de nuestras actividades laborales o educativas en nuestros hogares, disminución de la masa muscular y ansiedad derivada de la incertidumbre.
Por lo tanto, debemos de establecer un equilibrio entre la vida laboral, familiar, personal y espiritual. Consideremos esta circunstancia de vida inusual como una oportunidad para analizar nuestro estilo de vida y tratar de mejorar nuestra alimentación, la conciencia de nuestro cuerpo, e incrementar nuestro autocuidado. No hay que olvidar que nuestro cuerpo es el que poseeremos el resto de nuestra existencia. Nosotros no podemos variar sustancialmente las circunstancias actuales, pero sí podemos variar nuestra actitud ante ellas.
Algunas pequeñas intervenciones para disminuir riesgos serán necesarias:
- ser meticulosos con la calidad y cantidad de nuestros alimentos
- adaptar las áreas de trabajo para mejorar la ergonomía
- realizar ejercicios apropiados a nuestra condición física y edad
- realizar movilizaciones o estiramientos periódicos en el transcurso de la jornada laboral
- buscar interacción social a distancia favorecida por los recursos tecnológicos disponibles
- desarrollar nuevas habilidades
- crear nuevos pasatiempos