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Mal control de emociones puede causar obesidad

No distinguir el hambre real del hambre emocional podría llevarnos a desarrollar malos hábitos alimenticios y obesidad

Escrito en NUTRICIÓN Y DIETAS el

La obesidad es un problema de salud generalmente causado por el consumo excesivo de alimentos poco saludables pero, ¿sabías que las emociones pueden influir mucho más de lo que se piensa? Nuestra forma de comer puede modificarse drásticamente gracias a lo que sentimos todos los días y de hecho, nos causan la llamada hambre emocional

Un mal control de las emociones podría causar obesidad a largo plazo si no se toman las medidas necesarias.

Hambre emocional como una causa de obesidad

Si creías que las ganas de comer excesivas solo provienen de malos hábitos o de un estómago sin fondo, la realidad es que las emociones que experimentas todos los días podrían estar detrás de esos kilos de más sin que te des cuenta.

En entrevista para sumédico.com, la Dra. Herlinda Alquicira Carrillo, psicóloga adscrita al Servicio de Apoyo Nutricio del Hospital Juárez de México (HJM) señala que el factor emocional es un desencadenante fundamental para una conducta alimentaria anormal que lleve a la obesidad.

“La obesidad que surge por un mal manejo de los emociones tiene su origen en la necesidad de compensar vacíos emocionales”, indica la experta.

En ese sentido, surge un concepto clave que influye drásticamente en la forma de comer: el hambre emocional.

Según la experta, existen dos tipos de hambre, el hambre real, que es aquella en que tenemos reacciones físicas por la falta de comida, como un estómago vacío y el azúcar baja; y el hambre emocional, que se refiere a una forma de estimulación neurológica que nos ayuda a sentirnos mejor.

El hambre emocional no busca cubrir la necesidad de comer por una causa biológica, sino emocional.

“Generalmente se usan alimentos altos en calorías, grasas y azúcares, porque generan reacciones que estimulan partes del cerebro relacionadas directamente con la recompensa y el placer. Estos alimentos generan la sensación de bienestar”, explica la Dra. Alquicira.

Cuando tenemos hambre emocional, tratamos de encontrar en la comida la manera de sentirnos bien cuando estamos experimentando emociones negativas, como la ansiedad, la frustración, la impotencia, el resentimiento, la envidia o el temor.

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“Otras personas buscan llenar vacíos emocionales a través del alcohol, el tabaco o las drogas, mientras que otros a través de la comida poco saludable, sin embargo, al igual que en los otros casos, los efectos duran poco”, advierte la especialista.

Comer en exceso sin sentir hambre tiene que ver directamente con un mal manejo de las emociones y por ello, es fundamental aprender a distinguir el hambre real del hambre emocional.

¿Hambre real o hambre emocional?  

¿Cómo lograrlo? La Dra. Alquicira señala que existen algunos pasos esenciales para dejar de comer por emociones negativas.

1. No tenerle miedo a la báscula

Pesarnos regularmente puede ayudarnos a obtener información sobre nuestra salud, pero ojo, no te obsesiones, tómalo como un primer paso para conocer cómo está tu peso y poder empezar a cambiar hábitos.

2. Reconocer el hambre real del hambre emocional

Esto es fundamental y aquí la clave es identificar los momentos en que queremos comer porque realmente tenemos hambre o porque algo se nos “antoja”. Tener antojo por un alimento, especialmente algo poco saludable, podría estar ocultando un mal manejo de emociones.

3. Controlar el impulso por comer

Antes de comer desesperadamente un alimento con muchas calorías y grasas, detente un segundo y piensa porqué quieres comer eso, ¿tuviste un mal día y buscas compensarlo?, ¿te sientes ansioso o estresado y buscas una fuente de placer?

4. Buscar alternativas para compensarte que no sean comida

Si detectas que la necesidad de comer comida chatarra surge para llenar un vacío emocional, haz un esfuerzo y busca otras fuentes de bienestar.

En lugar de comerte todos los bocadillos que se te atraviesen, puedes salir a caminar con tu perro, ver una serie o película, llamar a un amigo, ir de compras o relajarte con un baño caliente.

5. Evita los comentarios sobre la forma de comer de otras personas

Los hábitos alimenticios de cada persona tienen un trasfondo, no podemos juzgar la forma de comer de otros sin conocer antes porque lo hace, a veces ni la misma persona sabe las razones por las que tiene hambre todo el tiempo.

Así que si tienes hambre todo el tiempo y cada vez que algo malo o incluso muy bueno te sucede, buscas recompensarte con comida, podrías tener un mal manejo de emociones, por lo que es indispensable que acudas con los especialistas en salud mental que te ayuden a tratar el problema desde la raíz.

“La fuerza de voluntad no es suficiente para controlar la obesidad, se necesita convicción y convencimiento”, señala la experta.

Hacer dietas puede ayudar, pero si no se tratan los problemas emocionales antes, es probable que haya una recaída en los malos hábitos y por ende, un efecto rebote.

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