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¿Por qué hablamos abiertamente de la diabetes pero no de la depresión?

1 de cada 5 personas a nivel mundial batalla con problemas de salud mental y solo el 13% recibe atención médica, explica Mark Pearson de la OCDE

Escrito en MENTE SANA el

¿Por qué será que la sociedad puede hablar abiertamente y sin tapujos de muchas enfermedades como la diabetes, el cáncer o las enfermedades del corazón y no de enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad o la bipolaridad?

¿Por qué las enfermedades mentales son un tabú en la sociedad? ¿Qué se necesita para eliminar ese estigma? ¿Qué pueden hacer los pacientes y los gobiernos para incluir a la salud mental como una prioridad en los sistemas de salud? 

Ocultar una enfermedad tiene consecuencias fatales no sólo para quienes la padecen, sino para toda la sociedad, pues cuando no se recibe la atención ni el tratamiento adecuado en un trastorno mental que afecta directamente el desempeño de una persona en la sociedad, todos pierden. 

Esos son los principales retos a los que se enfrenta la salud mental no solo en México, sino en todo el mundo y cuyas posibles soluciones fueron planteadas en la conferencia de prensa organizada por el AMIFF, “Salud mental post pandemia”, que contó con la participación de María Elena Medina Mora, directora de la Facultad de Psicología de la UNAM, Jacqueline Cortés, Presidenta de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, Mark Pearson, Director adjunto de Trabajo y Asuntos Sociales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y Georgia Misti, directora general de las soluciones de RV y salud mental en Biogen Digital.

¿Por qué hablamos abiertamente de la diabetes pero no de la depresión?

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportó un incremento del 25% de la depresión y la ansiedad en todo el mundo a raíz de la pandemia, dice Ari Karami Ruiz, director senior de compromiso estratégico y comunicaciones de la OCDE.

Para la doctora Medina Mora, esto provocó que en los últimos dos años el mundo hablara más sobre salud mental y sus enfermedades, lo que ayudó a fracturar el estigma que arrastra el tema de las emociones , aunque todavía falta un largo camino por recorrer. 

No obstante, el suicido también aumentó durante la pandemia, especialmente en Latinoamérica donde los menores de edad y las mujeres fueron la población más afectada por esta situación, explica la especialista de la UNAM. 

Esto no se debe a los estragos que dejó la emergencia sanitaria necesariamente, sino a que ésta sólo exacerbó todos los problemas de salud mental con los que mucha gente batallaba desde tiempo atrás pero que, por la visión negativa y el tabú, no podía expresar de forma abierta ni recibir tratamiento, indica la doctora Medina Mora. 

(Foto: Unsplash)

¿Por qué es tan difícil hablar de salud mental?

La respuesta es multifactorial y quizá cada experto tenga una opinión diferente. Sin embargo, concuerdan en que es un problema alimentado por la falta de seriedad y atención que los gobiernos le dan a la salud mental en los programas y políticas de salud pública. 

Por ejemplo, en México el presupuesto de salud mental es muy bajo, es 8 veces inferior a la carga de salud de la enfermedad y al mismo tiempo también estamos cortos de especialistas, explica la doctora Medina Mora. El país cuenta con muy pocos psiquiatras y la mayoría están concentrados en las grandes ciudades, agrega. 

Para Pearson, el problema reside en la pésima forma en que los gobiernos y la sociedad en general lidia con los padecimientos mentales. Por una parte existe un conocimiento limitado de la salud mental en comparación con otras ramas de la medicina y por otro lado, los sistemas de salud de todos los países se enfocan en la prevención y la atención de enfermedades transmisibles y no transmisibles, agudas y crónicas pero no mentales

También influyen los roles y estereotipos de género porque provocan una dificultad para comunicar las emociones de forma abierta y sin culpa. Georgia Misti señala que las personas con trastornos mentales tienden a batallar solos al sentirse culpables por ser una carga para su familia. En ese sentido, las mujeres son más abiertas que los hombres al comunicar estos problemas, lo que explica la mayor tasa de suicido en la población masculina. 

(Foto: Unsplash)

¿Qué soluciones existen?

En primer lugar debe cambiar la forma en que los sistemas de salud manejan la salud mental. Debe haber una mejoría en los presupuestos, las estrategias, la atención y las campañas de prevención y concientización. 

También se debe hacer uso de las herramientas digitales de comunicación y la telemedicina para ofrecer nuevas formas de atención y tratamiento a los pacientes que lo requieran. En ese sentido, Georgia Misti explica la funcionalidad de las plataformas y aplicaciones móviles que monitorean la salud de los pacientes y que ofrecen un acercamiento mucho más integral y envolvente. 

En cuanto a la cuestión social, Misti plantea que se debe educar sobre salud mental desde los primeros años escolares. “Se debería enseñar meditación desde el jardín de niños para que aprendan desde ese momento a calmar la mente y no más adelante cuando ya se está lidiando con problemas”, dice. 

Desde la investigación científica también se necesita mejorar el conocimiento que existe sobre los distintos padecimientos, si bien es algo que se incrementó durante la pandemia, todavía falta más por hacer, considera Pearson. 

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