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El hombre que creó los primeros perfiles criminales

Todos los asesinos seriales habían sufrido abusos y abandono en su infancia, en particular de la mano de sus madres

Escrito en MENTE SANA el

John Douglas trabajó por 25 años en la Federal Bureau of Investigation (FBI) y es uno de los máximos expertos en el mundo de los asesinos seriales.

De hecho, él fue el primero que se sentó con Charles Manson, Ted Bundy y con el "payaso asesino", John Wayne Gacy para conocerlos mejor.

¿Qué pasa por la cabeza de estos hombres?

Ellos no nacieron así. Los hicieron así.

"No creo que exista el mal, que estas personas nazcan con un gen de la maldad, una especie de gen asesino. Creo que estas personas se hacen malvadas y son llevadas a hacer estos crímenes que ciertamente son malignos.

Incluso los peores asesinos en el fondo son predadores, son cobardes, buscan a los más débiles, a personas que son vulnerables, susceptibles: los más ancianos, los más jóvenes, las trabajadoras sexuales, las personas que se fugaron de la casa. La mayoría había sido o un bully (acosador) o una víctima de acoso. Muchos habían cometido algún crimen de índole sexual, lo que les daba una sensación de poder y todos eran narcisistas y manipuladores", indica el inventor del término "asesino serial".

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Otro factor en común que tienen es la crueldad hacia los animales. "El maltrato animal es un buen indicador. Si alguien es despiadado con un animal indefenso, no te sorprendas de lo que podría pasar en el futuro", detalla.

 

Douglas tiene un libro llamado "Mindhunter: Inside the FBI's Elite Serial Crime Unit", el cual fue publicado en 1995

 

Su método:

Cuando empezó a trabajar en el FBI, tenía 32 años y sentía que sabía menos que sus otros compañeros, así que le pidió a uno de sus compañeros de profesión que lo acompañara y decidió hacer las entrevistas él mismo.

Se dirigió a la prisión de San Quentin, en California, y entrevistó a Edmund Kemper, un sujeto de dos metros de altura y 130 kg de peso que había matado a su madre, a sus abuelos y a siete mujeres, seis de ellas estudiantes.

Ahí descubrió que Kemper odiaba a su mamá, quien lo encerraba en el sótano cuando era niño, y sentía aberración por su hermana porque ella era el centro de atención. En ese lugar empezó degollando y descuartizando las muñecas de su hermana y luego hizo lo mismo con sus víctimas.

En palabras de Douglas, sus crímenes eran "predecibles".

A partir de ahí, el entonces joven agente recorrió todo el país hablando con los asesinos más violentos. Algunos decían más que Kemper y otros no mostraban tanto entusiasmo por revelar su vida, pero terminaban dándosela debido a que John había aprendido ciertas "técnicas": respondía preguntas sobre su propia vida privada, intentaba no reaccionar ante las brutalidades que le contaban, procuraba que su "paciente" pudiera mirar por una ventana en caso de que un tema le llegara a incomodar, omitió la grabadora porque se dio cuenta de que eso inhibía a su interlocutor y colocaba su silla en una altura menor a la de la otra persona para que se sintieran en una posición de dominio. Para tomar notas empezó a transcribir las conversaciones de memoria.

"Creaba una empatía falsa con ellos", señala.

 

 

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Todos los asesinos habían sufrido abusos y abandono en su infancia, en particular de la mano de sus madres.

Casi ninguno podía ser rehabilitado

Para Douglas, nunca fueron "habilitados" en primer lugar.

Como era de esperarse, el trabajo de John Douglas comenzó a repercutir en su salud. Sufría estrés postraumático, empezó a tener ataques de pánico, terminó en terapia intensiva por encefalitis e incluso llegó a estar en coma, por lo que decidió que ya había sido suficiente y se retiró en 1995, a la edad de 50 años. 



Con información de la BBC