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La doctora que atiende al ser humano antes de que nazca

Ha hecho transfusiones a fetos y salva vidas de bebés que no tenían posibilidad de nacer

Escrito en LÍDERES DE LA SALUD el

Se llama Sandra Acevedo Gallegos y eligió la medicina como su profesión y su vocación. Es médico materno fetal y jefa del Departamento de Medicina Materno Fetal en el Instituto Nacional de Perinatología (InPer), y cada día enfrenta retos para salvar la vida de bebés que todavía no nacen y a sus mamás. Y aunque la mayor parte de las veces lo logra, la salud materno fetal no es solo de buenas noticias, según comenta a SuMédico.

Las intervenciones que existen hoy en día permiten corregir un defecto de tubo neural dentro del vientre, tratar complicaciones en gemelos, tomar muestras del líquido amniótico, dar medicamentos para la maduración pulmonar del feto, predecir complicaciones como la preeclampsia, hacer biopsias y tamizajes.

¿Por qué es importante la medicina materno fetal?

En palabras de la experta, la medicina materno fetal es una subespecialidad derivada de la ginecología y obstetricia que se encarga de evaluar a las pacientes con alto riesgo obstétrico y a sus bebés; se evalúan los peligros en el embarazo para la mamá y los posibles defectos en el bebé. La idea es tratar de prevenir aquellos desenlaces perinatales adversos.

“Nos dedicamos mucho a la evaluación fetal para detectar problemas que pudieran afectar la sobrevida del bebé, como defectos cardiacos, de columna, del abdomen, intestinales, etcétera, entonces somos los médicos del bebé antes de que nazca”, señala.

La doctora Acevedo también resalta que la medicina materno fetal le ha permitido disfrutar de muchísimas satisfacciones, pues muchos de los bebés a los que ha ayudado a recuperarse, hoy son niños sanos que se desarrollan de forma normal y al recordar algunas de esas historias, la emoción es tanta, que se conmueve hasta las lágrimas.

“Recuerdo mucho una historia de una paciente que tenía 20 o 25 años, madre soltera, que vino con su mamá y encontramos que su bebito de 20 semanas tenía una condición grave que se llama hidrops fetal y al evaluarlo, sabíamos que tenía escasas probabilidades de sobrevivir. Empezamos a hacer el abordaje, muestras en el cordón umbilical y encontramos que había también una infección conocida como parvoviris que causa muerte fetal. Decidimos hacer una transfusión de sangre para el bebé dentro del útero, lo que era muy riesgoso pero dos semanas después de la intervención, el pequeño empezó a mejorar, aunque no del todo. Con el paso de los días, el bebito ya parecía que no tenía nada, las complicaciones se habían resuelto completamente y llegó al nacimiento. La mamá de este chiquito todavía nos visita y año con año lo vemos crecer. Nosotros pensábamos que el bebito iba a morir y al verlo bien es cuando esta profesión te da lecciones”, relata conmovida.

No obstante, los casos que han quedado más grabados en su mente son aquellos bebitos con los que ya no había nada más que hacer y que quedaron afectados o no pudieron sobrevivir, pues dice que “a nosotros los médicos eso nos pasa mucho, nos quedamos más con los casos donde no hemos sido exitosos, los que no terminaron bien”.

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Sin embargo, resalta que “dedicarse a la medicina materno fetal te da situaciones muy tristes, pero también otras que te sorprenden y que te enseñan que los bebitos son muy fuertes y hay algo más que los cuida, nosotros nada más estamos como intermediarios para que las cosas salgan bien”.

Los resultados adversos la llevan a ser mejor cada día

Para la médico materno fetal, las lágrimas de los padres cuando las cosas no salen bien la han llevado a tratar de ser cada día un mejor médico y descubrir habilidades en ella que no sabía que tenía, porque solo una pequeña parte de las mamás y bebés con problemas de salud logran superarlos, el resto solo recibe un consuelo para tratar de entender lo que pasa.

“Definitivamente el camino ha sido largo, porque cada día hay nuevos casos que te retan y tienes la responsabilidad de ayudar a ese bebé que todavía no nace y a su familia”, dice.

No obstante, la doctora Sandra Acevedo precisa esto no siempre es así, pues a lo largo de sus 23 años de carrera, se ha encontrado con momentos muy duros que han puesto a prueba su resiliencia como médico.

Desde siempre quiso ser ginecóloga

Desde muy temprana edad, la doctora Acevedo se interesó en la rama de la ginecología pero, sobre todo, de la obstetricia porque se atiende la llegada a la vida de una nueva persona. Como muchos, la experta pensaba que se trataba de siempre dar buenas noticias a la mamá.

“Yo decía que quería ser obstetra porque veía que las mamás siempre se iban muy contentas con su bebé, pero conforme fui haciendo la especialidad me di cuenta de que no es así, no siempre das buenas noticias porque hay eventos adversos y situaciones que te ponen a prueba porque algunas mamás van a tener un bebé con algún defecto o van a tener complicaciones graves, otras incluso pueden fallecer”.

Al darse cuenta de estas situaciones graves, la curiosidad de la doctora la llevó a buscar respuestas sobre las razones que hicieron que un bebé naciera con defectos o falleciera en el vientre o que surgieran complicaciones severas en el embarazo, lo que poco a poco la llevó a la subespecialidad de la medicina materno fetal, donde en su experiencia, no solo se busca saber qué problemas tiene el bebé, “sino que permite intervenir y modificar los factores de riesgo para que las mamás se lleven a su bebito vivo y sano a casa, porque ése es el principal objetivo”.

Medicina fetal ha cambiado exponencialmente

Desde que inició sus estudios, la médico materno fetal ha sido testigo de los cambios y avances exponenciales en esta rama de la medicina, que han favorecido mucho para que año con año, se tengan más casos de éxito.

“Hace 27 años, cuando yo estudiaba la especialidad, solo una de cada 10 mamás podía hacerse un ultrasonido y la gran mayoría llegaba al parto sin ningún estudio previo, lo que provocaba que hubiera muchos casos de bebés con defectos graves sin diagnosticar o embarazos de gemelos sin diagnosticar, realmente era una situación muy triste”, recuerda.

Actualmente, ya se cuenta con un mayor acceso a los estudios prenatales y la doctora Acevedo señala que la mayoría de las embarazadas se hace cuatro o cinco ultrasonidos y es difícil que alguna llegue al parto sin haberse hecho al menos uno para asegurarse de que no hay un defecto.

Maravillas de la medicina

Pero no solo el diagnostico fetal ha evolucionado, también las cosas maravillosas que los médicos de esta especialidad pueden realizar para corregir un defecto de tubo neural dentro del vientre, tratar complicaciones en gemelos, tomar muestras del líquido amniótico, dar medicamentos para la maduración pulmonar del feto, predecir complicaciones como la preeclampsia, hacer biopsias y tamizajes.

“Eso definitivamente en el pasado era como un sueño, yo de pronto veía publicaciones de que estaban trabajando en esos avances, pero era algo lejano, no había forma de que existieran esos procesos. He sido muy afortunada porque me ha tocado ver un cambio generacional tremendo, que si me lo hubieran contado cuando yo estudiaba, hubiera creído que se trataba de ciencia ficción”, cuenta.

A pesar de que se tienen hoy en día todos estos avances, el problema desde el punto de vista de la especialista del Inper es que “desafortunadamente no todas las mamás pueden hacerse este tipo de recursos que brinda la tecnología, porque vivimos en un país de muchas desigualdades”.

Aunado a ello, la Dra. Acevedo considera que en México hay un problema de educación de las pacientes y de falta de políticas que ayuden a llevar la atención a las embarazadas que están hasta el último rincón del país, pues el diagnostico oportuno de las complicaciones en el embarazo y el seguimiento de las medidas de prevención son la clave para reducir la mortalidad materna a su mínima expresión.

En ese sentido, el Inper ha contribuido a mejorar la atención materno fetal gracias a sus manuales de procedimiento y a las normas para el manejo de las pacientes. Además, todas las embarazadas que llegan se hacen un ultrasonido en las primeras semanas de embarazo (11-14) y un tamizaje. Ante factores de riesgo, se implementan de inmediato medidas preventivas y se les da un seguimiento estrecho a ellas y sus bebés.

La atención es multidisciplinaria y para la experta, los casos de éxito que ha visto a lo largo de su carrera no son logros personales, sino un trabajo en equipo de toda el área de medicina materno fetal.

(El trabajo en equipo del área materno fetal del Inper ha salvado la vida de cientos de bebés. Foto: Inper)

“Quien se quiera dedicar a la medicina materno fetal definitivamente tiene que ser empático con las pacientes, ser un líder y profesional, es una especialidad muy dura por las noticias que se tienen que dar, a veces quieres llorar junto con la paciente, pero el objetivo es lograr el bien de la mamá y de su bebé, así que también hay muchas satisfacciones”, concluye.

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