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Escuela de médicos de AMLO: Bondades y defectos

Hay legiones de médicos desempleados por no haber aprobado el examen para la especialidad

Escrito en LÍDERES DE LA SALUD el

Nadie puede decir que sabe cuál es el mejor programa para formar a los médicos. De hecho, los programas que tenemos hoy en la mayoría de las escuelas devienen de estructuras curriculares que se forjaron a principios del Siglo XX con el esquema “flexneriano”, que nació de un estudio de la educación médica en los Estados Unidos y Canadá, escrito por el Dr. Abraham Flexner. De este informe de 1910 surgieron la mayoría de los sistemas actuales en América; incluyen primero las ciencias básicas y posteriormente las áreas clínicas. Por otra parte, existen los esquemas “modulares” en los cuales se revisan a profundidad unidades tanto básicas como clínicas desde temprano en la carrera; este es el esquema que utiliza la Universidad de Guanajuato, donde yo laboro. Este esquema es también el que se parece más al que propone la nueva licenciatura de medicina familiar y comunitaria (LMFC) propuesta por el gobierno federal, a llevarse a efecto en la Ciudad de México.

Primero veamos las bondades del currículo propuesto pues es novedoso en cuanto a la investigación y el acercamiento a la comunidad. Toda formación médica debe ser un equilibrio de la enseñanza en aula, laboratorios y clínicas, con la investigación y el servicio a la comunidad. Por desgracia, la mayoría de las escuelas de medicina en América Latina se dedican solo a llenar un currículo con enseñanza en aulas, con mínima exposición al trabajo clínico y de laboratorio, así como nula asociación con la investigación y el servicio; de hecho, algunas escuelas son en realidad no más que cursos propedéuticos para que los alumnos presenten luego examen para la especialidad. Así, los alumnos acuden a tomar clases por horas y horas pero egresan sabiendo poco de la clínica, poco de la integración con la comunidad, y nada de la investigación; muy pocos tienen la habilidad fundamental de generar conocimiento, plasmar sus resultados en papel y difundirlos en una publicación. Siendo así, tenemos muchas escuelas de medicina que son monumento al tedio; entonces, es de aplaudir una alternativa que incluya integración del programa con actividades de investigación e integración social como propone la LMFC.



Pero también hablemos de sus evidentes defectos. En el programa llama la atención la casi nula presencia de las ciencias básicas como anatomía, fisiología, bioquímica, farmacología y microbiología. Fuera quizá del segundo año de la carrera, donde se compactarán todos los aparatos y sistemas de forma modular, las ciencias básicas ocupan muy poco espacio en el currículo. Es una carencia grave pues los médicos fundamentamos nuestro conocimiento clínico en el dominio de las ciencias básicas; de no tenerlo, nos convertimos en técnicos. Egresados así seguramente sufrirán discriminación por parte del gremio y hasta de la sociedad, como ya ha ocurrido con programas que han formado médicos “comunitarios”.

Finalmente, creo que es cuestionable decir que en México hacen falta médicos con orientación al primer nivel de atención; hay legiones de médicos desempleados por no haber aprobado el examen para la especialidad. Si mejoramos las condiciones de los médicos de atención primaria, brindándoles un salario decoroso y posibilidades de desarrollo, de manera natural acudirían al llamado de este tipo de capacitación y empleo. Si formamos médicos que tengan el perfil para el primer nivel de atención, pero no les brindamos mejores condiciones, tampoco atenderán la necesidad y buscarán cambiar a la especialidad y giros más redituables en lo económico y en la posibilidad de desarrollo, toda vez que serán médicos en todo derecho y no se les podrá coartar su libertar de elegir.


Alejandro Macías es académico de la Universidad de Guanajuato, investigador Nacional Nivel 3 de Conacyt y miembro de la Academia Nacional de Medicina en México