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“El principal reto al que me he enfrentado: la muerte materna”

Dar vida es algo indescriptible, afirma el doctor Jesús Beltrán Montoya, ginecólogo y obstetra, quien ya perdió la cuenta de los bebés que ha traído al mundo

Escrito en LÍDERES DE LA SALUD el

El doctor Jesús Jorge Beltrán Montoya, ginecólogo y obstetra, médico adscrito al Instituto Nacional de Perinatología, Titular del Colegio de Ginecología y Obstetricia e integrante del Subcomité Académico de Ginecología de la Subdivisión de Especializaciones Médicas de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad comparte con su SuMédico que el principal reto al que se ha enfrentado en sus 33 años de profesión ha sido la muerte materna. Y lo marcó de por vida hacer que viviera un bebé cuya mamá había ya fallecido; era el hijo número 12.  

{"field1":"Desgraciadamente aquí en México es algo con lo que tenemos que batallar todos los días los ginecólogos, porque se dan las enfermedades hipertensivas y las hemorragias obstétricas que son las dos principales causas de mortalidad. Me ha tocado ver fallecer pacientes, son de las cosas más feas que he enfrentado en mi profesión","field2":""}
 

¿A qué se deben las muertes maternas?

“Básicamente yo lo achaco a que la mujer mexicana no tiene la buena costumbre de que en el momento que tiene un retraso menstrual y sospecha de un embarazo acuda de inmediato al médico. Lo primero que tendría que hacer es confirmarlo, a través de una prueba de sangre o una prueba inmunológica de embarazo, y posteriormente con un ultrasonido, donde se visualice el saco gestacional con latido cardíaco y un embarazo intrauterino”.

A partir del momento que se confirma un embarazo, las mujeres deben acudir con un médico de primer contacto, ya sea un médico general, que puede manejar en un 60% los embarazos normales, y el resto de los embarazos que son complicados canalizarlos con el especialista.

Que las mujeres no vayan con el médico cuando sospechan de un embarazo implica que llegan en un estado avanzado de las enfermedades y en muchas ocasiones, los médicos ya no pueden hacer nada por ellas.

“El control prenatal y detectar las cosas a temprana edad gestacional o al inicio de la enfermedad nos ayuda a actuar a tiempo, pero si la paciente se presenta con un embarazo muy avanzado o cuando ya no se puede hacer nada, a nosotros solo nos queda actuar en la emergencia que se nos presenta”.

(Foto: Pixabay)

Enfermedades más comunes en las mujeres embarazadas

Las enfermedades que son más comunes en las mujeres embarazadas son:

  • las hipertensivas,
  • la preeclampsia (complicación del embarazo severa caracterizada por presión arterial elevada) sin datos de severidad,
  • preeclampsia con datos de severidad y
  • la eclampsia (convulsiones que se producen durante el embarazo o poco después de dar a luz).

“Todas estas cuatro patologías engloban los trastornos hipertensivos del embarazo, que son una de las principales causas de muerte. Ahorita la que está más en boga es la hemorragia obstétrica secundaria principalmente a la placenta previa”.

La hemorragia obstétrica se debe a que la paciente tiene antecedentes como abortos o cesáreas previas, donde la capa interna que se llama endometrio está mal cicatrizada y el embrión y el blastocisto en etapa inicial busca la zona donde haya más vascularidad para que se implante en la parte baja del útero.

“Esa circulación invade la capa muscular del útero sobrepasando inclusive hasta la serosa donde hay una subdivisión en placenta acreta (es cuando la placenta se adhiere profundamente a las paredes uterinas), increta (la placenta se adhiere con más profundidad en la pared muscular del útero) y percreta (es la penetración del tejido placentario a través de toda la pared uterina, traspasando la serosa), éstas anormalidades de la placenta es lo que van a provocar hemorragias en el momento del nacimiento del bebé”.

Las hemorragias no se pueden prever

Como se mencionó arriba, las hemorragias se producen en mujeres que tienen antecedentes obstétricos previos específicamente cesáreas o abortos con legrados, entonces no se pueden prever, pero sí se puede hacer un diagnóstico temprano. Al respecto dijo el especialista:

“Si la paciente acude a sus controles prenatales, se interna adecuadamente y se opera a una adecuada edad gestacional entre la semana 36 o la semana 37 antes de que inicien las contracciones, en un quirófano adecuado, con un conjunto multidisciplinario de anestesiólogos, cirujanos, obstetras, pediatras y uroginecólogos, se pueden tratar de resolver los problemas con las menores consecuencias posibles”.

Una historia que lo marcó

Al referirse a un caso que lo marcó en los primeros años que empezó a trabajar en el Instituto Nacional de Perinatología es el que a continuación nos comparte.

“Al estar vigilando a una paciente de 42 años que tenía 12 embarazos y 11 partos previos, de repente, es decir, las horas previas al nacimiento de su bebé, de repente empezó a decir: ‘¡doctor me muero, me muero!'', y efectivamente la paciente cayó en un paro cardiorrespiratorio ahí en la sala de labor. Inmediatamente se me iluminó el cerebro y se me ocurrió hacer una cesárea post mórtem sin necesidad de pasar a la paciente al quirófano, ni nada por el estilo, pedí un bisturí y unos guantes, y en cuestión de minutos tuve la oportunidad de sacar un niño vivo, que ahorita debe tener como unos 27, 28 años, y ese es el caso que más marcado me tiene”.

Después de este hecho que lo marcó tuvo otros casos similares en terapia intensiva, en urgencias, pero también le ha tocado atender partos en aviones, taxis, en la calle, por lo que ya lo toma como algo rutinario.

“No estamos para quitar y dar vida”

Pese a las adversidades, el ginecólogo dijo que tiene que ser fuerte y encomendarse a Dios, porque al final de cuentas, los médicos solamente son una guía, un instrumento de trabajo y los designios son del todopoderoso.

{"field1":"No estamos aquí para quitar vida, sino simplemente nuestra finalidad es ayudar a dar vida en el caso de un nacimiento, y en el caso de una mujer embarazada ayudar a que continúe con la vida, y sí no está en nuestras manos, nosotros tenemos algo que se llama Juramento Hipocrático donde cuando terminamos la carrera, juramos preservar la vida, y dar todo por la vida, más no quitarla","field2":""}
 

(Foto: Efe Salud)

Amor a la ginecología y obstetricia

El doctor Beltrán cuenta que es médico porque “le nació”, pues no tiene familiares médicos, ni nada que tenga que ver con la medicina.

“Recuerdo que desde que iba en la primaria siempre decía que quería ser médico, y también desde ese momento sabía que quería ser ginecólogo. De manera que cuando tuve la oportunidad de elegir mi especialidad, ginecología y obstetricia, no tuve ningún problema”.

Ingresó al Instituto Nacional de Perinatología el 1 de marzo de 1989 a la especialidad de Ginecología y Obstetricia, la cual hizo durante 3 años. Posteriormente hizo la subespecialidad que en aquel entonces se llamaba Perinatología y ahora se llama Medicina materno fetal, donde hizo una buena residencia médica y una subespecialidad, lo que le valió para que se quedara a trabajar en dicho Instituto en la Unidad Tocoquirúrgica.

(Foto: Jesús Jorge Beltrán Montoya)

La Unidad Tocoquirúrgica es donde nacen los bebés

“Toda mujer que va a tener un bebé ya sea en un hospital privado o particular ingresa a la Unidad Tocoquirúrgica, que es en donde está todo el tiempo previo a que tienen las contracciones, en lo que tienen borramiento y dilatación completa, con borramiento me refiero al adelgazamiento del cuello y dilatación completa del cuello de la matriz, que se tiene que abrir 10 centímetros para que la mujer comience a pujar y venga lo que es el periodo expulsivo, que es el momento en el que va a nacer el bebé. En una mujer primigesta en promedio dura dos horas y en una mujer multigesta dura una hora, hora y media”.

(Foto: Dr. Jesús Jorge Beltrán Montoya)

“Más vale prevenir que lamentar”

El doctor Beltrán Montoya señaló que es muy importante que las mujeres vayan al ginecólogo una vez al año, porque “más vale prevenir que lamentar”.

{"field1":"Una mujer debe acudir una vez al año a su revisión ginecológica para lo que es el Papanicolau y la revisión de mamas para descartar el cáncer cervicouterino y el cáncer de mama, en los cuales he notado un incremento","field2":""}

El que sea hombre y ginecólogo no le ha impedido desarrollarse en su profesión, pues asegura que en la Ciudad de México las mujeres no tienen problema de que las revise un doctor hombre, caso contrario en algunos estados de la República Mexicana.

“Siento que eso ya no es tan frecuente aquí en la Ciudad de México, eso probablemente sea frecuente en Oaxaca, en Chiapas, donde hay diferentes grupos étnicos que sí son renuentes a la revisión por un hombre, pero aquí yo no me he encontrado eso de que las mujeres sean renuentes a que las revise un ginecólogo hombre”.

Comparte sus conocimientos con las nuevas generaciones

Desde hace 33 años, el especialista trabaja en el Instituto Nacional de Perinatología, del que actualmente es médico adscrito, también es profesor titular del internado de pregrado, profesor titular de la materia de ginecología y obstetricia de la Universidad Anáhuac, y profesor de la especialidad de ginecología y obstetricia por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México, todas con sede en el Instituto Nacional de Perinatología.

“Durante 30 años me he dedicado a la docencia, porque me gusta enseñar y transmitir lo que he aprendido durante estos años en la Unidad Tocoquirúrgica a los nuevos jóvenes en formación, a quienes siempre les digo que amen y quieran su profesión y que sean íntegros, porque ahora veo que los médicos ya no aman tanto la profesión, debido a que tienen otras prioridades, como su vida social”.

“Dar vida es algo indescriptible”

En sus 33 años de profesión, ya perdió la cuenta de cuántos niños ha traído al mundo, pero de lo que sí está seguro es que dar vida es algo indescriptible.

“En un principio sí llevaba las cuentas, pero ya son tantos años de ejercer la profesión, entonces honestamente les mentiría si les digo mil, 2 mil, 3 mil, pero imagínense durante 33 años de estar haciendo lo mismo. Por decir, todos los días de la semana nacimientos, partos, cesáreas y legrados que he hecho todos estos años ininterrumpidos de ejercer esta bonita profesión, en la que nunca le he fallado a mis pacientes en el momento más importante que es el nacimiento de sus hijos”.

Una vida de sacrificios que ha valido la pena

El doctor Beltrán Montoya asegura que para ser un buen médico tiene que gustar la profesión, hay que amarla y en muchas ocasiones sacrificar la vida familiar por la vida profesional.

“Tengo dos hijos a los que siempre les preguntan si quieren ser médico como su papá, y siempre responden que no, porque ellos si quieren tener una vida familiar, porque lo han sufrido en carne propia. Muchas veces ya vestidos para ir a una fiesta, al cine o algún evento social, tuve que dejarlos con su mamá, porque me tenía que ir a operar, atender un parto, y eso nunca les gustó a mis hijos”.

Finalmente, comentó que sus planes a futuro son seguir trabajando arduamente en el hospital, hasta el tiempo en que se sienta al 100% de sus facultades físicas, mentales y que pueda seguir operando, atendiendo partos y enseñando a las nuevas generaciones que tengan amor por la vida y que les guste dar vida.