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¿Qué es la espina bífida en bebés?

Si no se trata, la espina bífida en bebés puede causar paraplejia, alteraciones en vejiga y en el cerebro

Escrito en SOY MAMÁ el

La espina bífida es uno de los problemas en recién nacidos que menos se conocen, sin embargo, la prevalencia en México es de 1 por cada mil nacidos vivos.

Si no se trata, puede afectar la movilidad y tener consecuencias en el sistema nervioso. Es algo grave pero en la mayoría de los casos se puede prevenir.

¿Qué es la espina bífida?

De acuerdo al Dr. Alberto DeMontesinos Sampedro, neurocirujano pediatra del Hospital Juárez de México (HJM), la espina bífida es una patología que se enumera dentro de los defectos del cierre de tubo neural

¿Y qué es el tubo neural? Es una estructura en el embrión del que se origina el sistema nervioso central, que incluye al cerebro y la medula espinal.

Según el National Institute of Neurological Disorders and Stroke, el sistema nervioso humano se desarrolla de una placa de células que va a lo largo de la espalda del embrión.

Al comienzo del desarrollo, los bordes de esta placa se enroscan y se acercan entre sí, creando el tubo neural.

A medida que progresa el embarazo, la parte superior del tubo se convierte en el cerebro y el resto en la medula espinal.

Este proceso generalmente se completa en el día 28 del embarazo, por lo que si hay un problema en esa etapa, se desarrollan los defectos del tubo neural, entre ellos la espina bífida.

Se caracteriza por el desarrollo incompleto del cerebro, la medula espinal y las meninges, que es la cubierta protectora alrededor del cerebro y la medula espinal.

“La falta de cierre adecuado durante el desarrollo embrionario produce distintas alteraciones. No hay una comunicación adecuada de las señales neurológicas, lo que puede causar paraplejia, alteraciones en vejiga y en el cerebro”, explica el doctor del HJM.

Tipos de espina bífida

Existen cuatro tipos de espina bífida: oculta, defectos del tubo neural cerrado, meningocele y mielomeningocele.

La espina bífida oculta es la forma más común y más leve, una o más vertebras están malformadas. Se denomina oculta porque la malformación o apertura en la columna está cubierta por una capa de piel. Raramente causa incapacidad o síntomas.

El segundo tipo de espina bífida, es un grupo diverso de defectos espinales en los que la columna vertebral tiene malformación de grasas, huesos o membranas.

En algunos pacientes, puede causar parálisis con disfunción urinaria e intestinal.

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El meningocele se caracteriza por las meninges que sobresalen de la apertura espinal y la malformación puede o no estar cubierta por piel.

En el caso del mielomeningocele, es la forma más grave de espina bífida y se produce cuando la médula espinal está expuesta a través de la apertura en la columna.

Puede causar parálisis parcial o total en las partes del cuerpo que están por debajo de la apertura espinal, lo que impide caminar y desarrollar disfunción urinaria e intestinal.

Causas y síntomas de espina bífida

Menos del 10% de los casos son causados por factores genéticos, mientras que el 90% son causadas por alteraciones durante el embarazo, como la obesidad, diabetes gestacional, embarazo adolescente hipertensión e hipotensión.

La mala nutrición durante el embarazo también es un factor de riesgo importante.

“Para prevenir es fundamental consumir ácido fólico de 6 a 3 meses antes del embarazo y seguir tomándolo durante toda la gestación”, alerta el neurocirujano pediatra.

Tomar estas medidas logra impactar y bajar el grado de prevalencia del problema en recién nacidos.

Los síntomas de espina bífida varían, dependiendo del tipo. La oculta no manifiesta síntomas externos mientras que los defectos del tubo neural cerrado se reconocen por un mechón de pelo anormal en el sitio de la malformación espinal.

El meningocele y mielomeningocele generalmente presentan un saco lleno de líquido, visible en la espalda y que sobresale en la columna vertebral.

El diagnóstico debe ser prenatal a través del ultrasonido, ya que es el método más efectivo para identificarlo en etapa temprana.

La resonancia magnética también puede ser una herramienta de diagnóstico y puede hacerse sin ningún riesgo para el bebé.

Una cirugía prenatal puede corregir el problema, pero no en todos los hospitales se puede realizar.

“Requiere un acondicionamiento del ambiente y un manejo hospitalario muy específico”, indica el especialista.

Un seguimiento adecuado del ginecólogo para vigilar cualquier infección y estar al pendiente de alguna anomalía es parte fundamental de la prevención.

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