Como Blanca Guillermina M., de 84 años, hay siete adultos mayores que salieron temporalmente de la Casa Hogar Isabel la Católica, una institución dirigida por religiosas, sin saber que no podrían regresar…
Blanca había pasado 36 meses junto a su esposo, Elpidio F., de 76 años, en dicho centro de asistencia, y si bien ambos colaboraban con donaciones y trabajo voluntario en el asilo, cuando ella decidió salir a visitar a su familia ya no pudo volver. El fin de semana del 14 y 15 de marzo abandonó las instalaciones y el matrimonio ya no ha podido verse en meses.
En ese periodo comenzó la alerta sanitaria por la presencia del covid-19 en México y días después inició la Jornada Nacional de Sana Distancia en el país, por lo que la Casa Hogar, uno de los nueve centros de asistencia que dirige la Fundación Hermanitas de los Ancianos Desamparados en el país, donde atienden a 1,187 adultos mayores, tuvo que tomar precauciones.
La jornada se extendió hasta el 30 de mayo y en palabras de su yerno, Fernando M., al principio sus familiares y la Casa Hogar estuvieron de acuerdo en que lo mejor para Blanca era que se quedara en casa.
De acuerdo con el medio especializado en temas para personas con discapacidad, YoTambién, el problema comenzó cuando la señora empezó a presentar síntomas de ansiedad y desolación como consecuencia de la ausencia de su esposo y cuando se solicitó su reingreso, no se lo permitieron.
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Tomando en cuenta que Blanca había cumplido el periodo de aislamiento sin presentar ningún síntoma de covid-19 y que en la Casa Hogar no se había registrado ningún caso, sus familiares solicitaron al centro de asistencia que le permitieran el reingreso, pero la respuesta de la institución fue negativa.
YoTambién tuvo acceso a la carta que Fernando M. mandó al presidente de la Junta de Asistencia Privada de la Ciudad de México y en ella se menciona que se le hizo la petición a la trabajadora social Patricia G.
Los familiares de Blanca insistieron con llamadas hasta que el 3 de junio, la psicóloga del centro de asistencia les dijo que el reingreso de Blanca era “cuestión de días” y que se daría a más tardar el 15 de junio, pero que tendría que cumplir con un protocolo sanitario, presentar un certificado médico en el que se probara que no tenía enfermedades respiratorias o síntomas del nuevo coronavirus y permanecer 14 días aislada.
Blanca estuvo de acuerdo en cumplir con los requerimientos, pero aun así no se le permitió el reingreso.
El 15 de junio, Patricia G., la trabajadora social a quien se le había hecho la petición en un principio, le mandó un correo a Claudia, la hija de Blanca, en donde se comunicaba que la directora del asilo, María de Jesús C., había decidido negar definitivamente el reingreso de su mamá.
En el correo se puede leer lo siguiente:
“Con gusto se podrá valorar una nueva solicitud, en cuanto se supere el confinamiento (y así lo determinen las autoridades federales y locales), pero también de acuerdo al estado de salud que presente su mamá en ese momento, la seguridad de los demás adultos mayores que aquí habitan, a las condiciones económicas de la casa hogar (que ha disminuido sus ingresos de donantes) y a las propias disposiciones de las Hermanas que gobiernan esta casa hogar que se vayan determinando en el tiempo”.
Además, se aclaró que los nuevos ingresos de adultos mayores se encuentran suspendidos indefinidamente por la pandemia.
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Blanca no se había separado de su esposo en 50 años, ahora no podía verlo y además fue diagnosticada con una discapacidad psicosocial, por lo que su estado de salud podría deteriorarse aún más. Por ello, considerando que se le está dando un trato injusto y discriminatorio por motivos de salud, con el prejuicio de que pudiera ser portadora del nuevo coronavirus covid-19, decidió presentar una queja ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED)
Dicha queja fue por conducto de Fernando M. y en ella se menciona que las estancias para adultos mayores y los asilos son considerados una actividad esencial por la autoridad sanitaria y que por ello deben seguir operando aun durante la pandemia.
Sin embargo, la Casa Hogar Isabel la Católica se negó a cumplir las medidas cautelares solicitadas por Conapred, pues argumentó que la señora Blanca no vive ahí ni está al cuidado del asilo, sino de su hija Claudia, por lo que se admitió la instancia de queja.
Por otra parte, nadie más puede hacerse cargo de la señora. A Claudia se le presentó una oportunidad de trabajo en el extranjero, por lo que debe viajar con su familia en unas semanas y en un albergue particular, la mensualidad más baja es de 7 mil 500 pesos y además se debe dar una cuota de inscripción.
La señora Blanca quiere regresar a la que ella sí ve como su casa, donde están sus compañeras, sus objetos personales y su esposo.
Con información de YoTambién