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Vacunas y virus podrían ayudar contra resistencia a los antibióticos

Las bacterias generan formas de sabotear, eliminar o evadir los efectos de los antibióticos.

Escrito en ESPECIALIDADES el

La resistencia a los antibióticos ya se considera una problemática importante en todo el mundo. Conforme una nueva investigación, si bien se sabe que las bacterias pueden resistir a los antibióticos, los virus y las vacunas podrían ayudar, pues como refiere información publicada por EL PAÍS, los científicos ya están recurriendo a los “depredadores naturales” para el tratamiento de infecciones que se han convertido en un gran desafío durante los últimos años.  Te contamos los hallazgos recientes respecto a las bacterias.

Actualmente se sabe que una de las principales problemáticas es la resistencia de las bacterias a múltiples antibióticos, y en consecuencia la dificultad para el tratamiento de las enfermedades pues al ser utilizados estos medicamentos, las bacterias generan formas de sabotear, eliminar o evadir los efectos como advierte la información publicada por EL PAÍS:

“Las consecuencias para la salud humana son graves. Se calcula que cada año mueren 700 mil personas víctimas de microorganismos resistentes a los antibióticos".
 

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Vacunas y virus podrían ayudar contra resistencia a los antibióticos

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que, si nada cambia, de aquí a 2050 la cifra llegará a los 10 millones de muertes anuales y aún no se han desarrollado nuevos antibióticos que puedan cambiar este panorama.

En ese sentido, según una revisión reciente de la OMS, de los 43 antibióticos en desarrollo, ninguno es un fármaco novedoso que ataque adecuadamente a un grupo prioritario de bacterias resistentes. De hecho, desde la década de 1980 no se ha comercializado ningún nuevo tipo de antibiótico que haga frente a las bacterias más problemáticas, comprendidas en su mayoría en un grupo que los microbiólogos denominan gramnegativo.

¿Qué son los antibióticos?

Según información de la OMS, los antibióticos son medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas. La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso de estos fármacos:

“Son las bacterias, y no los seres humanos ni los animales, las que se vuelven resistentes a los antibióticos. Estas bacterias farmacorresistentes pueden causar infecciones en el ser humano y en los animales y esas infecciones son más difíciles de tratar que las no resistentes. La resistencia a los antibióticos hace que se incrementen los costos médicos, que se prolonguen las estancias hospitalarias y que aumente la mortalidad”.
 

La OMS también señala que en las regiones donde se pueden adquirir fármacos sin receta médica para uso humano o veterinario, la propagación de la farmacoresistencia empeora y en los países que carecen de directrices terapéuticas normalizadas, el personal de salud tiene tendencia a prescribirlos y que la población tenga un consumo excesivo de estos medicamentos:

“La resistencia a los antibióticos está aumentando en todo el mundo a niveles peligrosos. Día tras día están apareciendo y propagándose en todo el planeta nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro nuestra capacidad para tratar las enfermedades infecciosas comunes”.
 

¿Un mundo sin antibióticos?

Para Guy-Charles Fanneau de la Horie, consejero delegado de Pherecydes Pharma, una empresa francesa de biotecnología, ahora es más difícil y complicado descubrir nuevos antibióticos pues los que podían ser más fácil de tener ya están en circulación, aunque existen otras alternativas:

“Una alternativa a la búsqueda de nuevos fármacos es utilizar unos virus con forma de nave espacial llamados bacteriófagos (o fagos) que se alimentan de bacterias. Cuando los fagos entran en contacto con las bacterias, les inyectan ADN y se replican dentro de ellas. Pronto, las acumulaciones de virus estallan para infectar a más bacterias”.
 

Los virus antimicrobianos

La empresa de De la Horie, Pherecydes, se centra en la producción de estos fagos y en su administración a enfermos infectados con bacterias resistentes a los fármacos. Sus fagos acaban con tres especies de bacterias conocidas por su resistencia a los antibióticos de primera línea:

1. Staphylococcus aureus

2. Escherichia colli

3. Pseudomonas aeruginosa

Así, los investigadores explican que estos pagos deben ser completamente seguros porque no atacan a las células humanas y son más precisos que un antibiótico, también más específicos:

“Por ejemplo, un fago que acaba con el S. aureus no tendrá efecto sobre la Pseudomonas”.
 

Por otro lado, un punto importante considerado por los investigadores es que la bacteria es un enemigo más duro que por ejemplo, el virus de la covid-19, ya que no tiene una, sino docenas de proteínas en su exterior:

“Esto significa que lo que se debe incluir en una vacuna es menos evidente en el caso de la Pseudomonas que en el del virus de la pandemia, en el que el objetivo es la espícula”.
 

Pese a lo anterior, os investigadores creen que una vacuna vale la pena el esfuerzo:

“Nuestra idea es que podemos conseguir una vacuna para evitar la infección. Eso es mejor que intentar constantemente tratar las infecciones problemáticas con antibióticos. Solo nos quedan los antibióticos de último recurso, y cuando se acaben, estaremos en un callejón sin salida”.
 

Finalmente, la OMS ha emitido las siguientes recomendaciones para que la población general pueda participar en la prevención y control de la propagación de la resistencia a los antibióticos; es importante que las tomes en cuenta y que los planificadores de políticas públicas también consideren la relevancia de esta problemática:

- Tomar antibióticos únicamente cuando los prescriba un profesional sanitario certificado.

- No pedir antibióticos si los profesionales de salud dicen que no son necesarios.

- Seguir siempre las instrucciones de los profesionales sanitarios con respecto al uso de los antibióticos.

- No utilizar los antibióticos que le hayan sobrado a otros.

- Prevenir las infecciones lavándose frecuentemente las manos, preparando los alimentos en condiciones higiénicas, evitando el contacto cercano con enfermos, adoptando medidas de protección en las relaciones sexuales y manteniendo las vacunaciones al día.

- Preparar los alimentos en condiciones higiénicas tomando como modelo las cinco claves para la inocuidad de los alimentos de la OMS (mantener la limpieza; separar alimentos crudos y cocinados; cocinar completamente; mantener los alimentos a temperaturas seguras; y usar agua y materias primas inocuas), así como elegir alimentos para cuya producción no se hayan utilizado antibióticos con el fin de estimular el crecimiento ni de prevenir enfermedades en animales sanos.

Con información de: EL PAÍS y OMS