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A largo plazo vamos a ver duelos patológicos, con mucho enojo: experta

Lo más importante no es quien le cierra los ojos a una persona sino quien se los mantuvo abiertos toda la vida.

Escrito en ESPECIALIDADES el

La tanatóloga Gaby Pérez Islas lanza un mensaje de paz a las personas que perdieron a un ser querido con motivo de covid-19 y no pudieron despedirse de él.

“Lo más importante no es quien le cierra los ojos a una persona, es quien se los mantuvo abiertos toda la vida.  Generalmente en lo que más nos fijamos es en la recta final pero lo más importante de una persona no es que murió, sino que vivió y entonces ´En vida, hermano, en vida´, como dice el poema de Ana María Rabatté. En vida es cuando debemos demostrar a nuestros seres queridos lo importante que son para nosotros, lo que significan, lo que los hemos querido”.

La experta en temas de duelo hace mucho énfasis en que los problemas surgen cuando se ha desperdiciado esa gran oportunidad de demostrar los afectos durante la vida de nuestros familiares y queremos compensar al final de sus días. 

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Destaca que esta epidemia nos la bendición no pedida de ser la mejor versión de nosotros mismos y que al final nos quedemos con la satisfacción del deber cumplido. “Ahorita, bajo las circunstancias actuales, debemos de entender que hicimos lo mejor que pudimos, con los recursos que teníamos y en las circunstancias en las que estábamos”. 

Se buscó la opinión de la tanatóloga sobre la situación que están viviendo muchas personas que tuvieron familiares muy graves por el covid-19 y que lamentablemente fallecieron. 

Coincide con otras expertas en que no podemos hacer de la muerte un capítulo aparte de la vida y los rituales funerarios son parte de nuestra vida. En todas las religiones, en todas las épocas, los rituales funerarios han ayudado al doliente a cerrar el ciclo, a entender que sí ocurrió la pérdida y reconocer que es muy doloroso. Y en su creencia, dependiendo de la religión, han ayudado también al alma a trascender y llegar al cielo, a su destino o a reunirse con el creador, según lo que cada quien crea.

Gaby Pérez Islas señala que no sólo el coronavirus ha venido a trastocar todo esto. Hay muchas circunstancias en nuestro país que impiden que se lleven a cabo los rituales funerarios como deberían ser porque no tenemos un cuerpo qué enterrar. “Y me estoy refiriendo a todos los desaparecidos.

“Lo que estamos viviendo con la pandemia lo han vivido cientos de familias por sus seres desaparecidos y no pueden tener un cierre”.
 

Considera que la contención social que le da a un duelo el que haya un velorio, un entierro, un shiva (que es el proceso de duelo judío), unos días de oración, o el novenario, le da oportunidad a la gente que le rinda homenaje al ser fallecido y respeto y cariño a las personas que se quedan.

Nadie muere solo

Sin embargo, afirma, cuando las personas no pueden despedirse del ser querido se agudizan todos los dolores que tenemos. “Es un gran consuelo pensar que le diste la mano, que estuviste a los pies de su cama, que lo acompañaste en todo momento”. 

Los pacientes de la tanatóloga le comparten el dolor por pensar que su familiar “murió solito en el hospital” y ella hace referencia a los conocimientos de Elizabeth Kubler Ross, madre de la tanatología, quien decía: Nadie muere solo, siempre en la mente de la persona que va a morir tiene esa visión de que alguno de sus familiares que ya han muerto antes, viene a su encuentro. 

“No sabemos si esto es cierto, yo soy un poco escéptica, pero tengo 20 años de ejercicio profesional y he tenido muchos casos de personas que han tenido un accidente muy grave, que han estado en terapia intensiva, que han estado clínicamente sin signos vitales unos segundos, y me refieren haber visto a sus seres queridos”.
 

Considera que es una visión que genera el cerebro para dar confort y alivio. Es uno de los mecanismos que tiene nuestro cuerpo para cuidarse a sí mismo, afirma.  

Los rituales no se pueden llevar a cabo en estos momentos por cuestiones de seguridad sanitaria. Los familiares no pueden estar cerca de la persona que agoniza, no pueden ver el cuerpo antes de que lo introduzcan en bolsas, de preferencia no se deben llevar a cabo funerales y si la familia lo pide, sólo de 4 horas y con un máximo de 20 personas. Y posteriormente el ataúd debe quedar sellado.  

Es por ello que Gaby Pérez Islas insiste en que hay disfrutarlos y recordarlos como fueron en vida. 

“Si nos repetimos esto nos vamos a dar muchísima paz porque la vida no sucede como queremos. La vida es como es y tenemos que fluir con ella y sirve recordar y honrar a todas esas personas que no sólo no pudieron acompañar a su ser querido tomándole la mano sino que ni siquiera tuvieron un cuerpo qué enterrar o cremar”
 

También sugiere voltear a ver lo que les pasa a otros, porque la nuestra no es la única realidad y si no se toma en cuenta lo que les pasa a otros es muy fácil caer en esta situación de desesperanza, de decir “es lo peor que me pudo haber pasado”. 

“No, porque tú vas a saber donde reposan los restos de tu familiar, porque al llegar a la muerte, después de una enfermedad, de una agonía, pues ya no te puede pasar nada, estás en un puerto seguro”.

Lo que le pasa al cuerpo no le pasa al alma 

En su opinión, por impresionante que sea para nosotros, lo que le pasa al cuerpo no le pasa al alma, y el ser humano es cuerpo, mente y espíritu. Existe esta tercera dimensión del ser humano que no es tangible y una vez que morimos, quien ha visto un cuerpo sin vida lo sabe, la persona ya no está ahí. 

Sin embargo, reconoce que ver a un cuerpo en el ataúd ayuda a salir de la negación. A la gente le toma mucho tiempo creer lo que pasó, que la muerte es irreversible, absoluta y esos son conceptos que al ser humano le cuesta mucho trabajo digerir. 

“Me lo dicen en consulta ´de veras, de veras no lo voy a volver a ver?”. Me lo repiten con una incredulidad enorme porque nos rebasa. Es demasiado grande la pena. Entonces ver el cuerpo en un ataúd siempre ayuda un poco a que las personas vayan saliendo de esa primera negación. 

Y a largo plazo vamos a estar viendo duelos no resueltos o duelos patológicos, con mucho enojo. “Cuando pase esta primera etapa de negación, que va a ser prolongada, va a venir un enojo muy grande por lo que la vida no permitió, por lo que no se pudo hacer”.

Un duelo patológico es aquél en el que la persona se queda atorada en una de las etapas, no fluye. Cita las cinco las etapas de duelo que definió Elizabeth Kubler Ross. Hay una sexta etapa adicionada por uno de sus discípulos: 

1. Negación, que es cuando la mente dice “no puede ser”, “no es cierto”, “están equivocados”, “esto es una pesadilla”. 

2. Enojo, que Elizabeth Kubler Ross llamaba rabia. Hay enojo porque te quitaron el objeto de tu afecto y te enojas con quien sea, con el ser que murió, con Dios, si crees en él, con los doctores, pero también contigo mismo, El enojo vuelto hacia ti se llama depresión

3. Negociación. Ahí es donde estamos transando con la vida. “ya no voy a comer carne, ya voy a ser buena hija, pero ya no me toques a nadie más de los míos”. Empezamos a hacer muchas negociaciones tratando de controlar, de tener un poquito de control acerca de lo que está pasando. Pero como las cosas no van a cambiar y no vamos a revertir lo que pasó viene la cuarta etapa. 

4. Depresión y ésta es una depresión reactiva, no es una depresión química ni crónica ni requiere tomar medicamentos a menos de que ya se tomaran antes. Es una depresión reactiva, reaccionas con depresión por lo que te ha pasado. Sí tenemos lo que se necesita para enfrentarla. El amor pesa más que el dolor. Así que si pusiéramos en una balanza cuanto te duele la pérdida y cuanto amas a la persona que perdiste, la balanza se inclinará a favor del amor. Si mantienes ese equilibrio en la vida vas a poder con tu duelo. No te dejes arrastrar por el dolor pensando que es más grande que tu amor 

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5. Aceptación. No quiere decir que te guste lo que pasó ni que pienses que fue lo mejor que pudo haber pasado. Simplemente recoges los pedacitos de tu corazón y sigues adelante. 

6. Es la búsqueda de significado a lo que ocurrió. No puedo cambiarlo pero puedo crecer con esto, puedo capitalizarlo a mí favor, puedo resignificarlo en lugar de resignarme. Lo puedo reasignar en mi vida en un lugar donde me dé fuerza, donde me haga crecer.

@gabytanatóloga; www.gabytanatologa.com.mx