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¿Qué importancia tiene el primer banco de cerebros en Hispanoamérica?

Se analizan aspectos anatómicos, moleculares y genéticos del autismo, entre otros trastornos y condiciones

Escrito en VIDA SANA el

La falta de tejido cerebral de personas con autismo y otros trastornos del neurodesarrollo es una limitación crítica para la investigación en Hispanoamérica, Estados Unidos y el resto del mundo. Así lo considera Verónica Martínez-Cerdeño, fundadora y directora general de CENE, el primer banco de cerebros para trastornos del neurodesarrollo en Hispanoamérica.   

“La mayoría de bancos de cerebros a nivel mundial se encuentran en regiones compuestas predominantemente por individuos de herencia europea (caucásicos). En consecuencia, la mayor parte del tejido cerebral en estos bancos pertenece a dicha población. La falta de cerebros de pacientes hispanos hace que esta comunidad no esté representada en los estudios de investigación sobre la anatomía y patología del autismo y otros trastornos relacionados”, dijo a YoTambién.

La también profesora de patología y medicina de laboratorio en la Universidad de California en Davis, le dijo a YoTambién que el CENE cumple con cuatro importantes metas:

1. La obtención de cerebros de pacientes con Trastorno del Espectro Autista (TEA), de síndrome X frágil (SXF), de síndrome de Down y de otros trastornos del desarrollo neurológico (TND).

2. La investigación de tejidos cerebrales.

3. La educación (a través del intercambio de estudiantes entre los nodos o sitios donde se encuentra el equipo de trabajo, entre ellos California, México, Puerto Rico, República Dominicana y Colombia).

4. La divulgación de información sobre el cerebro, los trastornos del neurodesarrollo, y la importancia de la donación cerebral en la comunidad.

El tejido obtenido y distribuido por el CENE, precisa Martínez-Cerdeño, ha hecho posible diversos estudios patológicos, moleculares y genéticos. Además, se comparte sin fines de lucro con cualquier investigador del mundo que demuestre una afiliación institucional, grado profesional y experiencia básica en investigación del tejido post-mortem y con objetivos de investigación legítimos.

“Si bien se están logrando enormes avances en la investigación biomédica, todavía hay mucha información que los neurocientíficos tienen que descubrir para poder prevenir y tratar  los trastornos del neurodesarrollo”, apunta la también directora de Patología del nodo de CENE en California e investigadora en el Instituto Médico de Trastornos del Neurodesarrollo en el Mind Institute.

(Foto: Pinterest)

La donación juega un papel fundamental

Si alguien quiere ser donante de cerebros, precisa Martínez-Cerdeño, es necesario tener 18 años cumplidos (si son menores a esta edad, un tutor legal debe dar su consentimiento) y las condiciones mentales para decidir por sí mismo/a. También hay que rellenar un formulario en línea en la página de CENE para manifestar esa voluntad.

Para garantizar el valor de la donación, el cerebro debe obtenerse dentro de las 24 horas posteriores al momento de la muerte. En caso de fallecimiento inminente, el donante debe contactarse lo antes posible a través de correo o teléfono.

“Las donaciones de cerebros se utilizan únicamente con fines de investigación. Los avances en el conocimiento de la patología de los trastornos cerebrales dependen de las donaciones cerebrales de tejido cerebral humano una vez fallecido el donante".

“Todas las donaciones, que siguen un proceso colaborativo de varios pasos que involucran a representantes del CENE, familiares del donante y patólogos en la localidad de la donación, son bienvenidas, tanto de pacientes con trastornos del neurodesarrollo como de personas neurotípicas. Los cerebros neurotípicos se utilizan como control en los estudios de investigación”.

En México, comparte, la donación de cerebros no es muy amplia. Los donantes son frecuentemente mayores (hasta 80 años); hay más donaciones de cerebros con enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer que con trastornos del neurodesarrollo como autismo.

Un paso más

La FES Cuautitlán gestionó la formación del BioBanco Nacional de Demencias (BND), en México, un proyecto creado por el doctor José Luna Muñoz, director del BND, y coordinado por los maestros Sandra Martínez Robles y Erik González Ballesteros. El objetivo de este espacio es analizar los encéfalos y fragmentos de órganos pertenecientes a individuos que tuvieron alguna enfermedad neurodegenerativa y de humanos sin afecciones neurológicas, para comparar el procesamiento molecular patológico de las proteínas involucradas en estas condiciones neurodegenerativas y, de este modo, buscar un biomarcador específico.

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(Con información de: YoTambién)