¿Existe la diabetes emocional? A la relación entre diabetes y emociones se le conoce como diabetes emocional. Al respecto, el Departamento de Salud del Gobierno de Puerto Rico indica que el manejo adecuado de las emociones puede ayudar en el control de la diabetes.
Y es que, la diabetes puede influir en el estado de ánimo de las personas con la enfermedad: las emociones más frecuentes en diabetes son la negación, el enojo y el estrés.
Se conoce como diabetes emocional pues involucra un conjunto de emociones negativas que no solamente afectan la salud mental sino la salud física pues modifica los niveles de glucosa en sangre.
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Diabetes emocional: los peligros de las emociones en la diabetes
Negación. Es una de las emociones principales pero también la que se presenta posteriormente al diagnóstico. La negación también genera sedentarismo o inactividad lo cual puede generar hiperglucemia (azúcar alta).
Estrés. Se produce por las emociones negativas en torno a la enfermedad. Al respecto, la American Diabetes Association (ADA), advierte que el estrés puede producir hormonas que incrementen el nivel de glucosa o azúcar en la sangre.
Enojo. El enojo puede presentarse antes, durante y después del diagnóstico de la enfermedad. Y es que, la diabetes es percibida como una amenaza, como un peligro latente que modifica la acción de la insulina y las complicaciones por la enfermedad.
Depresión. La depresión puede ser también una consecuencia de la diabetes y participar de la llamada diabetes emocional, dicha enfermedad puede representar un obstáculo en el control de la enfermedad. La depresión en diabetes también suele acompañarse de ansiedad, pérdida de placer, trastornos del sueño, cambios en el apetito, nerviosismo, dificultad para concentrarse, pérdida de energía, culpa, tristeza y hasta pensamientos suicidas.
Evita. Es importante que para evitar complicaciones relacionadas con la diabetes emocional se evite el consumo de drogas y de bebidas alcohólicas.
No olvides... También se deberá acudir con el especialista para descartar problemas de tiroides o los posibles efectos secundarios de algunos medicamentos que modificarían el estado anímico.
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Aceptar la enfermedad. Por lo anterior, la recomendación es acudir con especialistas como un psicólogo o psiquiatra, además de incorporar actividades de relajación y actividad física que mantengan activos el cuerpo y mente.