Julie Bradford es una mujer de 45 años de nacionalidad británica, quien por amor a su hija, recientemente dio a luz a su propio nieto.
La mujer decidió dar a luz a su nieto debido a que su hija, Jessica Jenkins, quedó infértil por un tratamiento para cáncer cervicouterino que le fue diagnosticado hace tres años.
Jessica deseaba tener hijos, por lo que antes de comenzar la quimioterapia, decidió congelar sus óvulos.
"Lograron sacarme 21 óvulos antes de que empezara la quimioterapia pero sólo 10 sobrevivieron. Estos fueron fertilizados y se transformaron en embriones, los dejaron crecer por dos semanas y luego los congelaron”, relata Jessica.
Cuando Jessica fue diagnosticada sólo tenía 18 años de edad, por lo que en un comienzo, los médicos creyeron que se trataba de una infección por hongos, no un cáncer ya que era muy joven.
Tras el tratamiento, el cáncer ha estado en remisión desde el 2014 y a inicios de este año, ella y su esposo Rees, decidieron someterse a un tratamiento por fertilización in vitro.
"En mayo de este año descongelaron un embrión y lo implantaron en el útero de mi madre para que ella sea el pequeño horno en el que pudiese crecer nuestra semillita", dice.
Julie narra que estos tres años habían sido una pesadilla, además de que se sentía inútil al ver a su hija agonizando, pero afortunadamente las cosas están en orden.
Sin embargo, una de las consecuencias es que Jessica no podría ser madre, algo que destrozó a la familia.
"Siempre supe que desde muy pequeña Jess quería ser mamá, como yo. Cuando el cáncer le quitó la posibilidad de llevar a su propio hijo en su vientre todos nos sentimos destrozados", dice.
Para ayudar a lograr el sueño de su hija, Julie se ofreció a llevar al bebé en su vientre.
"Me di cuenta de que si podía prestarle el vientre a Jess podría retomar el control”, indica.
Después de realizar el procedimiento y de hacer un estricto seguimiento, el deseo de la pareja se hizo realidad: un varón al que nombraron Jack, nació el pasado viernes pesando cerca de tres kilos. Tanto el bebé como la ahora abuela, están en perfecto estado de salud.
"Hemos pasado mucho tiempo en hospitales y eso se nos fue volviendo normal. Pero estoy muy feliz de que esta última visita haya sido por un motivo tan maravilloso", dice Julie.
"Mi mamá es la mujer más valiente e increíble del mundo. La amo tanto por haberme dado a mi hijo", finaliza Jessica.
(Con información de BBC)
La mujer decidió dar a luz a su nieto debido a que su hija, Jessica Jenkins, quedó infértil por un tratamiento para cáncer cervicouterino que le fue diagnosticado hace tres años.
Jessica deseaba tener hijos, por lo que antes de comenzar la quimioterapia, decidió congelar sus óvulos.
"Lograron sacarme 21 óvulos antes de que empezara la quimioterapia pero sólo 10 sobrevivieron. Estos fueron fertilizados y se transformaron en embriones, los dejaron crecer por dos semanas y luego los congelaron”, relata Jessica.
El cáncer surgió a los 18 años
Cuando Jessica fue diagnosticada sólo tenía 18 años de edad, por lo que en un comienzo, los médicos creyeron que se trataba de una infección por hongos, no un cáncer ya que era muy joven.
Tras el tratamiento, el cáncer ha estado en remisión desde el 2014 y a inicios de este año, ella y su esposo Rees, decidieron someterse a un tratamiento por fertilización in vitro.
"En mayo de este año descongelaron un embrión y lo implantaron en el útero de mi madre para que ella sea el pequeño horno en el que pudiese crecer nuestra semillita", dice.
Todo por amor
Julie narra que estos tres años habían sido una pesadilla, además de que se sentía inútil al ver a su hija agonizando, pero afortunadamente las cosas están en orden.
Sin embargo, una de las consecuencias es que Jessica no podría ser madre, algo que destrozó a la familia.
"Siempre supe que desde muy pequeña Jess quería ser mamá, como yo. Cuando el cáncer le quitó la posibilidad de llevar a su propio hijo en su vientre todos nos sentimos destrozados", dice.
Para ayudar a lograr el sueño de su hija, Julie se ofreció a llevar al bebé en su vientre.
"Me di cuenta de que si podía prestarle el vientre a Jess podría retomar el control”, indica.
Después de realizar el procedimiento y de hacer un estricto seguimiento, el deseo de la pareja se hizo realidad: un varón al que nombraron Jack, nació el pasado viernes pesando cerca de tres kilos. Tanto el bebé como la ahora abuela, están en perfecto estado de salud.
"Hemos pasado mucho tiempo en hospitales y eso se nos fue volviendo normal. Pero estoy muy feliz de que esta última visita haya sido por un motivo tan maravilloso", dice Julie.
"Mi mamá es la mujer más valiente e increíble del mundo. La amo tanto por haberme dado a mi hijo", finaliza Jessica.
(Con información de BBC)