¿Alguna vez te has preguntado por qué la sociedad decide responder que “sí” a lo impuesto por el sistema, aunque no coincida con sus pensamientos o ideales? ¿Le tenemos miedo al dolor?
De acuerdo con el diccionario Merrian-Webster, la “algofobia” significa “un miedo mórbido al dolor” y el filósofo surcoreano Byung-Chul Han acaba de publicar un libro llamado ‘La sociedad paliativa’ donde explica que en la etapa del “me gusta”, impera esta fobia.
¿Has escuchado que el dolor es de débiles? Puede que este pensamiento se encuentre lejos de la realidad.
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Miedo al dolor: cuando tratamos de evitar todo estado doloroso
Tal vez en algún punto de tu vida hayas querido decir algo sobre lo que sientes o publicar tus pensamientos en las redes sociales, pero a la mera hora te hayas arrepentido por el “¿Qué dirán?, ¿Y si los que me leen se me van encima por decirlo?”. El miedo al dolor y al confrontamiento está presente, pero el especialista asiático indica que vivimos en una sociedad de positividad que intenta liberarse de cualquier forma de negatividad.
Chul Han explica en su nuevo libro ‘La sociedad paliativa’ que la tolerancia al dolor también ha disminuido a gran velocidad y que cada vez se deja menos margen a los enfrentamientos y controversias, que podrían provocar enfrentamientos incómodos y dolorosos. En lugar de que haya una discusión y se luche por alcanzar mejores argumentos, indica El País, las personas deciden ceder a la presión del sistema.
Dicho medio adelanta un extracto del filosofo surcoreano donde resalta que se nos pide evitar los pensamientos negativos y reemplazarlos lo más pronto posible con ideas positivas, pues el dolor es la “negatividad por excelencia”.
Byung-Chul Han añade que estamos en una sociedad del “like” y que todo lo que publicamos se alisa y pule para que le resulte agradable a los demás, pues el “me gusta” de las redes sociales sirve en la actualidad como analgésico.
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¿Hay un miedo al dolor? El especialista surcoreano resalta que se nos olvida el hecho de que el dolor opera una catarsis y nos purifica, pero que eso sí, nuestra propia vida y el arte, entre otros ámbitos, tienen que poder subirse a nuestras redes sociales, o sea, necesita carecer de conflictos y contradicciones que puedan causar o mostrar dolor.
El País indica que este miedo al dolor ha llegado también a las empresas, que ahora tienen que ser políticamente correctas para que la gente se interese en sus productos. Esta cultura de complacencia tiene varias causas que son distintas y variadas. Por ejemplo, los productos culturales cada vez se encuentran más sometidos a la presión del consumo y tienen que adjudicarse una forma que los vuelva agradables, es decir, consumibles.
Por el miedo al dolor, incluso los artistas se ven obligados a volverse marcas registradas, ajustándose al mercado y tornándose complacientes para resultar agradables para su audiencia.
(Con información de El País)