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Conducta sexual cambia cerebro masculino

Después de tener un encuentro sexual, responden de manera diferente a medicamentos psiquiátricos señala investigación del Cinvestav.

Escrito en VIDA SANA el

Durante y después de la actividad sexual, el cerebro masculino experimenta cambios bioquímicos que lo hacen más sensible a medicamentos psiquiátricos, por ejemplo los antidepresivos. Este es un hallazgo observado en modelos animales por científicos mexicanos que trabajan en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).

La doctora Gabriela Rodríguez Manzo, especialista del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, en Zacatenco, ciudad de México, ha estudiado desde hace diez años a ratas macho para entender un fenómeno llamado “saciedad sexual” y la manera como ésta afecta el funcionamiento y sensibilidad del cerebro.

La decisión de estudiar este fenómeno en ratas macho y no en seres humanos se debe a que existen limitaciones éticas para realizar experimentos con seres humanos y a que las ratas macho comparten con los varones humanos diferentes características fisiológicas y eso las hace muy útiles para prever escenarios terapéuticos con personas.

Las ratas macho tienen similitudes a los hombres en tres aspectos: su función de erección y eyaculación es muy parecida; pueden presentar actividad sexual casi toda su vida, y tienen un nivel elevado de plasticidad conductual, es decir que tienen habilidad para cambiar rápidamente su comportamiento.

Saciedad y cambios

A lo largo de 10 años, la doctora Rodríguez Manzo y su equipo han estudiado cerca de 800 ratas macho y han estudiado su conducta sexual midiendo algunos cambios en la manera cómo responden a los medicamentos después de tener actividad sexual.

“Este estudio tiene varias preguntas planteadas, pero una de ellas es cómo cambia el cerebro de los individuos dependiendo de su conducta sexual. Uno de los experimentos que hemos hecho para medir estos cambios fue aplicarles un fármaco a tres tipos de machos, dependiendo de la actividad sexual que habían tenido en horas previas”, explicó en conferencia la científica mexicana.

Estos estudios indicaron que cuando el macho había tenido más actividad sexual necesitaba una dosis menor de un medicamento psiquiátrico usado para el experimento.

“Agrupamos a los machos estudiados en tres grupos: un grupo de ellos no había tenido actividad sexual en las 24 horas previas; un segundo grupo había tenido actividad sexual y una sola eyaculación en las 24 horas previas, y un tercer grupo había tenido relaciones sexuales hasta la saciedad, sin límite.

“Lo que encontramos es que entre quienes no tuvieron sexo, la dosis del medicamento psiquiátrico funcionó normalmente; mientras que aquellos que habían tenido una eyaculación en las 24 horas previas, necesitaron solamente una dosis del 50 % del medicamento para presentar reacciones al psiquiátrico, y finalmente, aquellos machos que habían tenido sexo hasta la saciedad, necesitaron sólo el 10 % de la dosis estándar del medicamento para experimentar el mismo efecto que quienes no tuvieron sexo antes”, indicó la doctora Gabriela Rodríguez Manzo.

Esta etapa biológica de los machos, llamada “etapa de saciedad” es el periodo refractario en el cual los machos muestran desinterés en el sexo, después de haber tenido un encuentro con una hembra. Si una rata macho es puesta en un ambiente para aparearse sin límites, se midió que llegan a eyacular hasta siete veces a lo largo de cuatro horas continuas de actividad, y después tardan 72 horas en volver a mostrar apetito sexual y 15 días en recuperar sus niveles normales de apetito sexual.

“Nos interesa saber qué ocurre en el cerebro durante esta etapa de saciedad ya que debe haber cambios neuroquímicos que inhiben tener más erecciones o eyaculaciones. Sabemos que físicamente los mecanismos para la erección están intactos y funcionan bien, pero a nivel cerebral algo inhibe el que se sigan apareando. Esos mismos químicos inhiben o estimulan el efecto de otros medicamentos”, indicó la experta de Cinvestav.

Centro del placer

La conducta sexual estimula un área cerebral específica que tiene que ver con el centro del placer y que está involucrada en la regulación de conductas relacionadas con la satisfacción de ciertas necesidades como ingerir agua o alimento.

Estas acciones, dijo Rodríguez Manzo, resultan placenteras porque constituyen un mecanismo de la naturaleza para asegurar su repetición, pues son esenciales para la supervivencia; en los roedores la actividad sexual responde a una conducta evolutiva e instintiva de reproducción.

Pero el modelo de saciedad sexual en ratas también permite estudiar las disfunciones sexuales humanas generadas por alteraciones en el funcionamiento cerebral, que interfieren con la expresión de la conducta sexual y que no están relacionadas con una incapacidad para ejecutar la conducta sexual, como sucede con los problemas de disfunción eréctil o disfunción eyaculatoria.

“Hay poca información acerca de los fenómenos que ocurren a nivel cerebral que pueden interferir con la expresión de la conducta sexual, porque no teníamos modelos en los que pudiéramos deslindar este tipo de alteraciones relacionadas con los reflejos sexuales de erección y eyaculación que son también causantes de disfunción sexual”, explicó Rodríguez Manzo.

A diferencia de los roedores, en el ser humano el fenómeno de la saciedad sexual no existe, porque la parte instintiva de la interacción sexual interviene poco; en cambio, se presenta otro fenómeno denominado satisfacción sexual, que se logra cuando se alcanza un orgasmo, aquí la satisfacción es el objetivo importante y no la reproducción; la actividad sexual se realiza por motivos placenteros.